¿vas a volver?

Capitulo 47: Mi Personaje

Volvimos a la habitación con los cafés en mano y los vasos para el jugo. Lucas ya estaba con el tablero de ajedrez reorganizado, aunque sospecho que puso las piezas donde le dio la gana.

Naim le hacía señas desde la silla, como si planearan una estrategia secreta.

—No los separes mucho —le dije a Magalis mientras me reía por dentro—. Juntos se vuelven insoportables.

Ella negó con la cabeza y se sentó en el borde de la camilla, mientras yo servía el jugo natural.

—Mi mamá dice que este jugo cura hasta el mal de amores —anuncié, entregando uno a cada uno—. Pero no le crean, igual hay que tomárselo.

Nos pasamos la siguiente hora comiendo, riendo, quejándonos del café, burlándonos de las "jugadas maestras" de Lucas y vigilando cada tanto la puerta, donde los policías seguían firmes. Era raro sentirnos seguros... pero vigilados. Protegidos... pero observados.

Cuando Lucas se quedó medio dormido con la boca abierta y Naim se puso a mirar su celular, Magalis me dio un codazo suave y susurró:

—Vamos a lavar los vasitos. Así les damos un descanso.

Asentí. Caminamos por el pasillo juntas, en silencio. El hospital a esa hora estaba tranquilo, pero no dejaba de sentirse frío. Cuando llegamos a la zona de lavamanos y fregadero, me apoyé en la pared y solté el aire.

—Le conté a mi mamá —dije, sin rodeos.

—¿Contaste qué?

—Que dormí con Naim. Literalmente.

Magalis parpadeó.

—¿Literal literalmente?

—Ajá. Sin ropa. Todo.

Ella abrió mucho los ojos, como si procesar eso le tomara unos segundos.

—¿Y qué te dijo?

—Primero se molestó. Mucho. Caminaba por la cocina como leona enjaulada. Pero después... creo que me entendió. Solo me pidió que me cuidara. Me dijo que no quería ser abuela todavía. Que estábamos muy jóvenes.

Magalis asintió, todavía sorprendida.

—Al menos te escuchó.

—Sí. Fue raro. Me dijo que si eso me hacía sentir amada y protegida, no podía juzgarme por quererlo. Pero que lo viviera con responsabilidad. Que no dejara que la emoción nos hiciera olvidar lo demás.

Bajé la mirada.

—Desde que nos mudamos a la casa nueva, dormir se ha vuelto casi imposible. Está llena de cámaras, Magi. Ni respirar tranquila puedo. Y por eso Naim ya no puede escalar la ventana de mi cuarto. Así que las pesadillas... volvieron.

Tragué saliva. El café ya no me sabía a nada.

—Me despierto llorando, gritando. La otra noche, mamá me encontró sentada en el piso, temblando. Me abrazó fuerte, me pidió perdón por todo el cambio, por no cuidarme. Me dijo que si quería, volvíamos a la casa vieja. Que ella solo quería que yo estuviera bien.

—Ay, Sofi... —susurró Magalis, acercándose un poco.

—Le confesé que desde todo esto del acoso, las cajas, la sangre, los sustos... he tenido pesadillas. Pero con Naim allí... eran más suaves. Más cortas. Él me abrazaba y todo parecía pasar más rápido.

—¿Y qué te dijo tu mamá?

—"¿Cómo que estaba allí...? ¿En tu cuarto?" —imité su tono, y ambas soltamos una risa nerviosa.

—¿Y ahora qué haces?

—Intento dormir. Intento no llorar tanto. Pero no tener sus brazos... Magi, ese cuarto se me vino encima. Es más grande, más cómodo... pero se siente frío. Desconocido.

Me pasé una mano por el rostro.

—Y cuando Naim no contesta los mensajes, se me instala un nudo en el pecho. Me lo imagino mal. Lastimado. Solo. Salir a la calle se ha vuelto una película de terror. Volteo cada cinco segundos. Naim siempre está pendiente, tratando de distraerme... pero sé que él también la está pasando mal. Lo noto en su mirada. Está tenso, incluso cuando sonríe.

Magalis me agarró la mano, apretándola con fuerza.

—Y anoche... —continué— papá estaba de turno y mamá y yo estábamos en el sofá esperando la cena. Pidió algo tailandés. Cuando sonó el timbre, se paró como rayo. Yo pensé que estaba exagerando, pero fue directo a la puerta con el teléfono en la mano.

"Lo hago porque no tengo más opción... pero te estoy vigilando", le dijo al tipo.

—¿¡Qué!? ¿Tu mamá amenazó al repartidor?

—Era Naim.

—¿¡QUÉ!?

—Te juro. Lo vio desde la ventana del pasillo. Lo dejó entrar, pero antes le dijo que solo lo dejaba dormir en casa porque no soportaba verme tan rota por las noches.

Solté una risita suave, aunque los ojos se me aguaron.

—Esa noche dormí. Por fin. Naim me abrazó y solo así dejé de tener miedo. Mamá cerró la puerta con un suspiro y dijo: "Solo prométeme que no vas a salir por la ventana contigo cargada encima".

Magalis rompió a reír.

—Esa mujer es un personaje.

—Es mi personaje favorito —dije, con una sonrisa chiquita.

Nos quedamos un momento más ahí, en ese rincón blanco del hospital, sin hablar.

La vida seguía doliendo... pero al menos dolía menos cuando se compartía.



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En el texto hay: romance, romance y desamor, amor dolor

Editado: 15.07.2025

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