¿vas a volver?

Capitulo 57: Lo Inevitable.

La tarde en la librería transcurría tranquila. Olor a café recién hecho. Papel nuevo. El suave pasar de hojas. Una calma falsa. Como el silencio antes de una tormenta.

Estaba reordenando los estantes de poesía cuando sonó el teléfono.

Número desconocido.

Contesté sin pensar.

—¿Hola?

—Ni se te ocurra cortar. Solo decí "sí".

El mundo se detuvo un segundo.

—Sí... —susurré, tragando seco.

—Perfecto —la voz era rasposa, burlona, venenosa. Inconfundible—. Escuchá, preciosa. Tengo a alguien que quiere saludarte.

Un silencio cortante. Y entonces…

—Sofía…

La voz de Naim. Dolida. Forzada. Como si hablara con un cuchillo en la garganta.

Mi estómago cayó al suelo. El corazón en la garganta.

—Ya sabés cómo es esto, ¿no? Salí de esa linda librería. Tomá un taxi. Y andá a la dirección que te voy a mandar. No me hagás explicar lo que pasa si llamás a la policía. Ya sabés: Naim muere. Fin del cuento. No hagas nada estúpido.

—S… sí —mi voz tembló, como todo mi cuerpo.

—Así me gusta.

La llamada se cortó. Al segundo, un mensaje. Una dirección.

Me quedé ahí. Congelada.

Podía correr. Podía llamar a Garro. Podía gritar.

Pero no lo hice.

No esta vez.

No más.

Guardé el celular, tomé mi bolso y salí.

No miré atrás.

Un taxi pasó. Lo frené con un gesto tembloroso. Me subí, di la dirección.

Durante el trayecto, cada latido era un tambor de guerra en el pecho. Las manos me sudaban. Los dedos se me clavaban en las piernas. Sentía el corazón salirse por la boca.

Me dejaron frente a un callejón.

Angosto. Gris. Silencioso.

Una farola parpadeaba al fondo. El portón de hierro a medio cerrar. Oxidado. Como la trampa que era.

Me bajé.

Olor a humedad. A metal. A algo podrido.

Y aun así, caminé.

Un paso.

Otro.

Porque esto ya no era miedo. Era ira. Era agallas.

Yo ya no era la Sofía de antes.

El portón se cerró tras de mí con un crujido que sonó como una sentencia. El callejón tragaba la luz. Caminé despacio, hasta ver la silueta bajo la lámpara.

Catriel.

Sonrisa torcida. Ojos como agujeros negros.

—Hola, mi Sofía —su voz fue una caricia llena de cuchillas.

—¿Dónde está Naim? —dije, firme. O fingiendo estarlo. Los puños cerrados, el corazón hecho un tambor.

Él miró su reloj. Como si contara los segundos para algo. Y justo entonces...

El portón se abrió otra vez.

Y ahí estaba él.

Naim.

Respirando agitado, corriendo hacia mí.

—¿Estás bien? —sus manos temblaban mientras me tocaba la cara, los hombros, comprobando que era real.

—Sí... ¿y tú?

—Tu voz... escuché tu voz.

—¿Mi voz?

Y entonces...

Una carcajada.

Seca. Cruel.

Catriel.

De pie junto a un pilar, levantando el arma como quien señala un premio.

—¡Son tan jodidamente predecibles! —exclamó—. Una llamada falsa. Audio editado. Un par de susurros bien puestos... ¡y mírenlos! Como dos idiotas enamorados.

Naim se puso delante de mí. Rígido. Peligroso.

—Vas a pagar por esto, maldito.

—¿Ah, sí? —Catriel alzó el arma hacia nosotros—. Ya basta de novela. Sofía, ven.

—Vete a la mierda —escupió Naim, sin moverse.

Catriel soltó un bufido.

—Chamo, siempre tienes que complicarlo todo —dio dos pasos más, el arma firme.

Y Naim lo vio venir. Lo sintió.

Actuó.

Se lanzó.

Catriel disparó. La bala pasó silbando, rozando a Naim.

¡CRACK! El golpe fue brutal. Estómago. Catriel tropezó hacia atrás. El arma voló por el suelo, rebotando contra una caja.

—¡NAIM! —grité, pero ya era tarde. El caos había comenzado.

Catriel reaccionó como un animal. Golpeó con el codo. Naim cayó. Se levantó. Se agarraron. Puños. Codazos. Rodaron por el piso.

La respiración entrecortada. Sangre. Polvo. El eco de sus cuerpos chocando contra cajas.

Y entonces…

¡BANG!

Un disparo.

Uno solo.

El mundo se detuvo.

El sonido flotó en el aire como un fantasma.

Yo grité. Otra vez.

Los cuerpos quedaron inmóviles. Como suspendidos.

Y luego…

Cayeron.

Catriel, de espaldas. Un agujero rojo en el pecho.

Naim, de lado. Sangrando del abdomen.

—¡NAIM! —corrí hacia él, tropezando, desesperada—. ¡Naim! ¡NO, NO, NO...!



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En el texto hay: romance, romance y desamor, amor dolor

Editado: 28.07.2025

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