Vástagos

CAPITULO VI

Un domingo en teoría debería de ser agradable con la regla no hablada de dormir hasta tarde pero no, claro que a mi escandalosa hermana menor no le importaba en lo más mínimo aquella regla y al parecer influenciaba el simple hecho de tener a una preciosura de hombre en la casa, además, mi padre no había llegado anoche o de lo contrario había llegado tan tarde que no me había dado cuenta.

Me quede tumbada en la cama revisando el despertador que hoy estaba programado para las diez y media de la mañana ya que tendría visita a eso del mediodía sin embargo cada vez que giraba la cabeza me topaba con la no tan grata sorpresa de que apenas habían pasado unos minutos antes de que sintiese la bulla que hacia mi hermana, otra vez.

Oh no, no quería ni imaginarme que estaría haciendo en la cocina. Hoy no quería estar estresada, ayer u hoy, muy temprano, había salvado a un chico, a un muñeco de hombre pero en vista de que no importo cuan genial y peligroso fue mi plan no le importo, ella no se ponía en mis zapatos.

Volví a darle vueltas a la idea. Había descubierto un montón de información, de la buena. Incluía a la CIA, el FBI, una asociación de narcotraficantes llamado Caos, bueno, aparte de que esa asociación peligro también tenía que ver con trata de blancos, lavado de activos, secuestros, asesinatos y en fin; todo lo delincuencial que es penado con cárcel.

La otra cosa de la que me preocupaba. El muñeco que estaba frente a mi habitación si es que aún estaba dormido con todo este ruino, era como yo, o algo similar a mí. Yo era humana por lo que preguntarle “que era” exactamente no me llevaría a ninguna parte, también no respondió a esa pregunta, no me dijo psíquica o extraterrestre o Dios o ángel, que era en lo que estaba más interesada y por eso había creado la escena de “¿Qué eres?” lo que me incluía. Yo estaba dispuesta a sacarle esa información, estaba dispuesta a ayudarle, estaba dispuesta a sacrificar un montón con la tonta idea de que “simio no mata a simio”, sin embargo había algo, ese amor a primera vista, esa extraña atracción y la cierta lástima que me producía Luhan. Yo no debía de sentir eso. Era malo.

Me molesto seguir pensando en tontería, llenándome la cabeza con aire en lugar de bajar a averiguar que hacia mi hermana. Sí, eso era más importante ahora.

Me bañe lo más rápido que pude, las duchas eran individuales en cada cuarto por lo que no había problema, me cambie con lo más simple que encontré y después de unos diez minutos en aquel proceso baje a contemplar a Aleisha.

Al inicio vio a la señora Márica, ella estaba señalando que hacer a mi hermana, también estaba nuestro mayordomo Sam, Sam era un amor la mayor parte del tiempo pero hoy, oh Dios, si solo le diese ese pequeño humor negro a Sam que en particular cuando mi hermana decidía hacer los deberes del hogar salía a flote desenlazando una sonrisa muy fingida a todo dulce, tendría vida, y si él tenía unas mejillas rojas por la furia y las típicas manitas apretada era que estaba furioso. Pues hoy era algo simple, o al menos para ella y según sus palabras “simple” era todo lo que decía que no podía hacer y mi ama de llaves, nana y madre suplente terminaba consintiendo al mismo tiempo en que un impotente Sam pagaba los platos rotos, y ya en serio. ¿Cuántos platos había roto hasta ahora?

– Tu hermana es un poco especial.

Me gire interrogativa, una cosa no era sentirlo, la otra muy diferente era que se moviese como ninja y la otra, me sentía frustrada estando con él pero solo mírenlo, un polo negro abierto en V por el cuello mostrando sus clavículas y esa hermosa piel, sus mangas remangadas hasta los codos, los jeans negros ceñidos a su cuerpo, suelto en las piernas y bien sujetados en las caderas, unas bonitas caderas. Después de un segundo vistazo de su perfecto cuerpo bastaba para asumir que no por nada me había interesado en él. Tenía una cara preciosa y un cabello húmedo que me tentaba a secárselo, como en las novelas. También quería hacerle transitas, espera, detén el choche; eso sí era raro.

– Ya que me estás viendo de esa manera asumo que puedo hacer lo mismo, ¿verdad Audrey?

– Mi hermana es muy especial – ignore su comentario anterior volviendo a averiguar que estaba preparando y cómo era posible malograr un sartén de la mejor calidad quemándola, era de esas antiadherentes, no podías hacerle eso a las antiadherentes.

– Solo delo la vuelta, señorita Aleisha – señalo Márica y me contemplo para después indicarme una reverencia, algo que llamo la atención de Sam.

– Buenos días señorita Audrey – me saludo.

– Buenos días Sam, buenos días Márica – les señale con el gesto a mi hermana.

– Ella dice que está friendo plátanos rellenos de queso, lo convino con harina y lo hizo parecido a las empanadas – explico Márica.

– ¿Nos dará dolor de estómago? – pregunte y ella suspiro negando con la cabeza en señal de “no lo sé” – por cierto, él es Luhan, estará viviendo a partir de hoy con nosotros.



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Editado: 04.08.2018

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