“El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal” ARISTÓTELES
Visto desde otra perspectiva. Elijah.
Desde que conozco a Audrey siempre me he sentido opacado por su forma deslumbrante de pensar, porque era imposible tenerla a tu merced y me gustaba intentar que cediera, no estoy seguro desde cuándo comenzó esa pequeña rivalidad entre nosotros.
Nuestros padres son mejores amigos desde la secundaria y Audrey nació un mes después de mí quien, cumplía años el primero de enero.
Nuestros padres siempre están molestando diciendo que nos casaremos y debo de admitir que la idea de casarnos no era particularmente mala, ella era bonita, inteligente, amable y de dinero. Era imposible no quererla, quizá por ese y muchos motivos más Audrey me gustaba sin embargo nunca me había visto como un pretendiente, siempre como su mejor amigo, siempre…
Desde que apareció Luhan en su vida ella parecía pendiente de él, me sentí celoso de que la simple idea de que ella pensara tanto en ese chico, él no tenía la culpa pero desde que los vi a ambos juntos deduje algo, si había alguien hecho en el mundo para ella, pues ese era Luhan. Eran la pareja perfecta, ideales a sí mismos y complementarios y por la forma en que ambos se miraban, en la que él la miraba entendí al instante que debía de abandonar mis esperanzas con Audrey.
Yo no podía amarla tanto como Luhan. Ni siquiera había considerado pensar en otra chica desde que lo conocí a él, desde que él apareció en su vida, intente aferrarme pero, Audrey nunca fue mía.
Me subí a mi auto molesto de dejar a esos dos juntos en la “sala de reuniones”, como Rey llamaba a su sala, para mi estaba bien de esa manera, pasábamos mucho tiempo ahí así que era la sala de reuniones.
Pip se subió al asiento de copiloto de repente nerviosa, balanceo su cabello dorado para sacárselo de la cara y apretó las manos cuando arranque. Piper era hermosa, no tanto como Audrey pero era bonita y era sencilla, no era de las que les gustaban armar chismes o celar a las personas, ella simplemente era ella. Mi mejor amiga.
– Bien. ¿Crees que demoremos mucho muñeco? – pregunto y reí, como le gustaba decirme “muñeco”, no me iba mal pero siempre causaba risa.
– Si quieres morir podemos ir rápido – respondí.
– Genial, hoy deseo morir – se estiro y volvió a estar nerviosa.
– ¿Qué te pasa hoy? – le pregunte para no estar en silencio y por curiosidad.
– Ya sabes, el amor – se encogió de hombros y volvió a menear la cabeza para apartar el cabello de su cara.
– ¿Estas enamorada?
– Si, desde hace mucho en realidad, pero el chico que me gusta ni siquiera me tiene en consideración.
– ¿Está ciego?
– Si, y es tonto – confirmo. Bien, esto era nuevo, Piper nunca hablaba de sus sentimientos, hoy estaba rara.
– Pero es bueno ya que has estado tanto tiempo enamorada de él.
– Exacto – suspiro – me gustaría que lo mío con él sea algo tan mágico como lo de Audrey y Luhan, ambos son perfectos.
– Si.
– ¿Cómo lo llevas? – me pregunto y la vi de reojo para sonreír.
– Está bien, lo superare.
– Pero te gusta Rey desde hace… - levanto los dedos con ademan de contar pero no lo hizo, ni siquiera yo sabía desde cuando me gustaba Rey – bien, olvídalo, ella te ha gustado mucho tiempo.
– Lo sé y es hora de avanzar.
– ¿Ya no te va a gustar Rey? – pregunto coqueta lanzándome un codazo nada doloroso en el brazo.
– Si, está decidido – reí y ella me siguió el juego - ¿Qué hay de ti, quien es ese chico?
– Un amigo.
– ¿Amigo?
– Como un mejor amigo – corrigió para volver a suspirar – pero está saliendo de una decepción amorosa y no quiero presionarlo.
Cambiamos de tema para no estar deprimidos, si Piper no quería decirme quien era el chico de quien estaba enamorada no insistiría, no era lo mío.
Llegamos a la universidad, fuimos rápidos, sacamos muchas fotos y yo me dedique a abrir la cerradura de las puertas y de la gaveta de la señorita Paz, su escritorio lucia antigua con gruesa madera oscura pero la cerradura era nueva.