Vecinos con historia

Hernan

Nunca pensé que mudarme a la Capital me pondría tan nervioso. Buenos Aires, con sus calles interminables, el ruido, la gente apurada… y yo, Hernán, el mismo que alguna vez se sintió chico, flaco y medio perdido en Pergamino, tratando de encontrar su lugar. Pero algo había cambiado. Hace tiempo que dejé de ser el “pibe que se reía para encajar”, el que hacía todo para parecer bueno ante los demás. Me cuidaba más, me arreglaba, entrenaba, empecé a sentirme… distinto. Más fuerte, más seguro. Sí, era yo… pero otra versión.

El viaje fue largo. Miraba por la ventana del colectivo, y todo me parecía más grande, más rápido, más real. Este es mi momento. Acá empieza todo. No hay vuelta atrás.

Llegar a la empresa me hizo temblar un poco. El edificio era imponente, y yo no podía dejar de pensar en la entrevista que tenía que dar. “Marketing”, me repetía en la cabeza. “Tu oportunidad, Hernán. No la cagues.”

—Hola, buenos días —le dije a la asistente, con la voz lo más segura posible—. Vengo para la entrevista de Marketing.

Ella me sonrió, amable:

—Perfecto. La directora te va a entrevistar. Pasa a la sala 4, por favor.

Caminé por los pasillos, respirando hondo, y entré a la sala. Ahí estaba ella.

Impecable. Seria. Profesional. Martina. Sí, Martina. Solo que… no parecía la misma chica del edificio. Nada que ver con la vecina simpática y risueña que había conocido ayer. Estaba elegante, vestida con traje, impecable, y su mirada era directa, firme, capaz de partirte en dos con solo un gesto.

Mi corazón se frenó por un segundo. Oh, no… es mi vecina.
No puede ser… esta es la misma que… no, tranquila, Hernán… respirá…

Ella me miró y sonrió con esa mezcla de seriedad y autoridad que me dejó mudo..

—Bienvenido, hernan—dijo con voz firme, mientras yo trataba de recomponerme—. Así que venís de Pergamino, ¿no?

Comenzó a preguntarme cosas: mi familia, dónde estudié, cómo eran las cosas en mi ciudad. Mientras respondía, cada detalle que decía la hacía asentir, como si supiera exactamente lo que yo pensaba o cómo era todo. Y yo no podía entender cómo lo sabía.

—¿Te acuerdas de la gordita que tus compañeros y vos molestaban en la secundaria? Bueno… acá estoy yo —dijo, pausando para que lo digiriera—. Soy yo, Martina.

Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Mis palabras se trabaron, mi color cambió, y me quedé paralizado. No puede ser… ¿cómo es posible que…?

Ella, con una sonrisa tranquila, continuó:

—Tranquilo. Sé que no me reconociste. Esto no afectará tu entrevista. Y sí, noté que hoy ya no sos ese chico. Cambiaste.

Mi mente giraba a mil. Respirá, Hernán… todo va a estar bien… sí… todo está bien…

Salí de la sala un poco aturdido, pero con una sensación extraña: aliviado y nervioso a la vez. Joya, todo bien… Pensé..

Continuará..



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En el texto hay: romace y comedia, curvy, #enemistolovers

Editado: 16.09.2025

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