Vecinos con historia

Cafecitoo

Sofie

No soy de chusmear… bueno, un poquito sí. Pero a veces hay cosas que me caen solas en la cara, ¿y qué quieren que haga? Como hoy, por ejemplo.

Entro a la sala con los cafés, y ahí estaban: la jefecita y Hernán. Los dos frente a la compu, tan concentrados que ni se daban cuenta de que yo existía. Silencio total. Tensión que se cortaba con tijera. Y yo pensando: estos dos están a un pestañeo de parecer novela turca.

—Jefecita, tu café como a vos te gusta —anuncié, dejándoselo al lado.
—Gracias, Sofi —me dijo, con esa vocecita seria de siempre.

Después le puse el vasito a Hernán, que me miró como pidiendo auxilio con los ojos. Yo le guiñé un ojo de vuelta, porque obvio, ya sé todo lo que pasó en el ascensor. Mi jefecita me lo contó, entre mate y mate, haciéndose la fuerte… pero yo sé que por dentro le movió el piso.

Y ahí tiré mi bomba, porque si no lo hacía, se iban a pudrir entre tanta incomodidad:
—Basta, jefecita —dije—. Si siguen así yo me anoto como cupido oficial y no me quejo.
Martina me clavó esa mirada de “Sofie, callate”. Hernán se rió bajito, incómodo pero… ¿feliz? Y el resto del equipo se mató de risa. Yo chocha. Una sonrisa le vi a mi jefecita, chiquita, pero sonrisa al fin. Primer gol del día, Sofie 1 – incomodidad 0.

El resto de la jornada los observé de reojo. Hernán estaba distinto, más centrado, más compañero. Escuchaba, preguntaba, corregía. Y Martina… bueno, se hacía la seria, pero yo la conozco: cuando se muerde el labio así es porque algo le está pasando por dentro.

Cuando terminamos, la acompañé hasta la puerta.
—¿Y? —le tiré, sin vueltas.
—¿Y qué? —se hizo la desentendida.
—No te hagas. Te brillan los ojos, jefecita. A mí no me engañás.

Me bufó, como siempre que no quiere admitir algo.
—Sofie, no inventes. Él y yo… nada que ver.
—Ajá —canturreé—. Nada que ver. Igualito a cuando yo digo “solo un chocolatito” y termino con la caja entera.

Se rió, y yo sabía que con eso ya estaba. Porque si se ríe, baja la guardia. Y si baja la guardia… capaz, solo capaz, le dé una chance a ese Hernán que parece querer cambiar.

Yo no sé de destinos ni de cuentos de hadas, pero algo me dice que esto recién empieza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.