Vecinos con historia

Pergamino. Parte 2

Nunca pensé que un salón tan sencillo como el del club del pueblo pudiera parecer tan distinto esa noche. Estaba lleno de guirnaldas, mesas largas con manteles blancos y el murmullo de la gente que iba llegando. Todos venían a saludar a la abuela Marta por sus 80, y yo ya me sentía cómodo, rodeado de familia, viendo a Isabella correr de un lado a otro con su vestidito rosa.

Pero entonces… pasó.

Martina entró.

No sé cómo explicarlo. Era como si la luz de los focos se hubiera acomodado solo para ella. Llevaba un vestido sencillo, nada ostentoso, pero que le caía perfecto. El pelo suelto, una sonrisa tranquila… estaba hermosa. Hermosa de verdad. Y lo peor —o lo mejor, todavía no lo sé— es que todos lo notaron.

—¡Martina! —escuché a mi mamá, que se levantó enseguida para abrazarla—. Pero mirá quién apareció, la vecinita de la cuadra. ¡Qué linda estás, hija!

Mi viejo también fue a saludarla, como si la conociera de toda la vida, y en realidad era así. Porque Martina había pasado tardes enteras en nuestra casa, porque todos los del barrio sabían quién era. Y ahora verla ahí, después de tantos años, me removía todo.

Isabella corrió directo hacia ella, como si ya la hubiera elegido.
—¡Marti! —le dijo, aunque recién la había conocido esa tarde—. ¿Bailás conmigo después?

Martina se agachó, le acarició el pelo y le contestó con esa dulzura que desarma a cualquiera:
—Obvio, princesa. Pero después vos me enseñás los pasos, ¿eh?

Rodrigo y Paula también se acercaron a abrazarla. Era como si nunca hubieran dejado de verse. Y yo ahí, parado, sintiendo algo raro en el pecho. Orgullo, nervios, un poco de celos también, porque todos parecían quererla tanto como yo… y ni siquiera podía admitir que me pasaba algo.

Durante la cena, mi abuela estaba feliz, con todos rodeándola, y yo cada vez que miraba hacia la mesa de enfrente me encontraba con los ojos de Martina. Sonreía, hablaba con mi hermana, con mis viejos, y cada tanto me tiraba un comentario que me dejaba riendo como un nene.

En un momento, mientras brindábamos, mi abuela dijo algo que me dejó helado:
—Miren qué lindo regalo me dio la vida, volver a verlos juntos a ustedes dos.

Todos se rieron, y yo también, medio incómodo, mientras Martina bajaba la mirada y jugaba con la copa de vino.

Esa noche entendí algo: por más que hubiera pasado el tiempo, por más distancia, o broncas viejas… Martina ya no era solo “la chica del trabajo”. Para mí, desde ese instante, volvió a ser la vecina de la infancia, la amiga de las meriendas, la que me conocía más que nadie. Y ahora, encima, estaba más hermosa que nunca...

Isa apareció, con la frescura de los tres años y esa sonrisa pícara que siempre me gana. Me tironeó del pantalón y me dijo:
—¡Tío, vamos a bailar!

—¿Ahora? —le pregunté, haciéndome el sorprendido.

—Sí, pero con Marti también. Los dos conmigo —dijo, señalándonos con su dedito chiquito.

Martina y yo nos miramos, entre divertidos y nerviosos. Ella se encogió de hombros y dijo:
—Bueno, si la reina lo pide, habrá que cumplir.

Y ahí fuimos, los tres, a la pista improvisada. Isa en el medio, saltando, riendo, inventando pasos imposibles. Yo me dejaba llevar por ella, pero cada tanto mis ojos terminaban en Martina. Ella estaba distinta: relajada, riéndose a carcajadas, con ese brillo que hacía mucho no le veía. Y por un instante, se me cruzó por la cabeza que tal vez estábamos viviendo algo más que un simple baile de fiesta.

Después de un rato, Isa se cansó y corrió de vuelta con su mamá. Martina y yo quedamos en medio de la pista, con la música bajando a un tema lento. Nos miramos en silencio, y sin planearlo, seguimos ahí, como si nadie más existiera alrededor.

—¿Querés salir un ratito a tomar aire? —le pregunté, tratando de que no notara lo rápido que me latía el corazón.
—Dale —me contestó, sonriendo.

Salimos al patio del club. El aire fresco de la noche nos envolvió, y por un momento volvimos a ser los chicos de la cuadra, compartiendo confidencias lejos del ruido de los adultos. Solo que ahora, todo se sentía más intenso...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.