Vecinos con historia

Cobarde

Me quedé mirándola después de soltar la confesión. El silencio que siguió fue de esos que pesan, que te aprietan el pecho. Martina no decía nada, solo sostenía la bombilla, inmóvil, con los ojos puestos en mí. Y yo… yo sentía que tenía que seguir, que si no hablaba ahora, nunca lo iba a hacer.

—Martina… hay algo más que quiero contarte —empecé, tragando saliva—. No te lo digo para justificarme, porque sé que no hay excusa. Te lo digo porque… necesito que sepas quién era yo en ese momento.

Ella no respondió, pero tampoco me frenó. Así que seguí.

—Hace un tiempo arranqué terapia. Una vez por semana me conecto en videollamada con una psicóloga. Al principio pensé que era una pavada, que no me iba a servir de nada. Pero terminé entendiendo que había muchas cosas que nunca procesé.

Sentí un nudo en la garganta, pero lo solté igual:
—En la época del colegio… en mi casa todo era un caos. Mis viejos se la pasaban discutiendo. Gritos, portazos, silencios eternos. Había semanas en que estaba seguro de que se iban a separar. Y yo… no sabía cómo manejarlo.

Me pasé la mano por el pelo, buscando aire.
—Tenía tanta bronca encima, tanto miedo… que lo único que encontré fue descargarme en la persona que menos se lo merecía. Vos. Mi punto débil eras vos, Martina. Porque en el fondo me importabas. Y en vez de acercarme y buscar un refugio… terminé lastimándote.

Martina abrió los ojos grandes, sorprendida. Yo bajé la mirada, porque sostenerla era demasiado.

—Cada sesión con mi psicóloga me hace darme cuenta de lo cobarde que fui. No supe hablar, no supe pedir ayuda, no supe mostrar que estaba hecho pedazos por dentro. Y te usé de escudo.

Tomé aire profundo, y la miré al fin.
—Lo único que quiero que sepas es que me arrepiento. Y que… no soy ese pibe más. Estoy aprendiendo, cambiando. No para que me perdones —aunque claro que lo deseaba—, sino porque no quiero volver a ser ese Hernán nunca más.

Ella seguía callada, pero en sus ojos vi algo distinto: ya no era solo enojo, ni solo sorpresa. Era… como si estuviera viéndome por primera vez, sin la coraza, sin la fachada.

En ese instante entendí que, pasara lo que pasara después, al menos le había mostrado mi verdad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.