Vecinos con historia

Sinceramente...

Hernan

Mi oficina estaba silenciosa por primera vez en todo el día. El murmullo de la ciudad y el teclado de mi computadora parecían lejanos; lo único que importaba era que Martina estaba frente a mí, con esa mezcla de determinación y vulnerabilidad que siempre lograba desarmarme.

—Hernán… —empezó, dudando un instante, como midiendo cada palabra—. Quiero hablar de lo que pasó… lo del fin de semana y… todo lo que quedó en el aire.

Asentí, dejando que su mirada me atravesara sin defenderme ni justificarme. Sabía que no había nada que ocultar, solo era cuestión de ser honestos.

—Yo también quiero —dije—. Y… sé que a veces actúo sin pensar. Con vos, con todo. Pero la verdad es que… no quiero perder lo que estamos construyendo.

Ella respiró hondo, apoyando las manos sobre el escritorio.

—Hernán, yo… también tenía miedo. Pero ver que estás dispuesto a hablar, a ser sincero, me hace confiar más. No podemos dejar que inseguridades o fantasmas del pasado arruinen lo que tenemos.

Sentí que un peso enorme se desprendía de mis hombros. Me incliné un poco hacia ella y tomé suavemente su mano, un gesto que no necesitaba palabras.

—Te prometo que voy a hacer todo lo posible para que eso nunca pase —dije, mirándola a los ojos. Y esta vez no era una promesa vacía. La sentí, la respiré, la quise hacer real.

Ella sonrió, esa sonrisa que podía iluminar cualquier día gris, y apretó mi mano con cariño.

—Y yo te prometo lo mismo, Hernán. No solo en los buenos momentos… sino en los difíciles también.

Un silencio cálido nos envolvió, como si el tiempo se hubiera detenido para permitirnos reafirmar lo que ambos sentíamos. Me acerqué un poco más y nuestras frentes se tocaron, un gesto íntimo y silencioso que decía todo lo que no necesitábamos pronunciar.

—Entonces… estamos bien —susurré.

—Más que bien —respondió ella—. Estamos juntos.

Sentí una calma profunda, una certeza de que estábamos construyendo algo sólido. No había más fantasmas, ni celos, ni inseguridades que pudieran separarnos. Solo estábamos nosotros, en este momento, con la certeza de que el futuro sería nuestro para vivirlo juntos.

Y mientras la miraba, no pude evitar sonreír, pensando en que después de tantas tormentas, finalmente empezábamos a navegar hacia un horizonte tranquilo… uno que prometía amor, confianza y complicidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.