Vecinos con historia

Tartamudeo

Hernan..
Volver a la oficina después de la reunión con Silva & Cía. fue como volver de un viaje importante: todos con cara de “nos fue bien, pero no lo digas muy alto por las dudas”.
Sofi se tiró en su silla con un suspiro digno de telenovela y yo me quedé mirando a Martina, que estaba acomodando los papeles con esa concentración que le sale hasta cuando respira.

—¿Y? —le pregunté, apoyándome en el borde de su escritorio—. ¿Cómo te sentiste en la reunión?
—Bien… —me respondió, pero sin levantar la vista—. Un poco nerviosa al principio, pero Constanza me cayó re bien. Y Gonzalo…
—Sí, Gonzalo impone —interrumpí, intentando sonar relajado, pero la verdad es que ese tipo tenía presencia de jefe de película.
Ella sonrió apenas.
—Igual creo que salió todo perfecto —agregó.

Sofi giró en la silla, con su sonrisa traviesa de siempre.
—Perfecto, dice… Si hubieran visto la cara de Hernán cuando Gonzalo entró. Parecía que estaba por confesar un crimen.
—¡Mentira! —dije riéndome—. Solo estaba concentrado.
—Concentrado, mis polainas —insistió Sofi—. Tenías la misma cara que cuando vas a decirle algo a Martina y después te arrepentís.

Martina levantó la vista, arqueando una ceja.
—¿Ah, sí? ¿Pasa seguido eso?
Yo la miré y fingí que buscaba un cable inexistente en el piso.
—No sé de qué habla Sofi. Es su imaginación, seguro.

Las dos se rieron. Y yo, bueno, disimulé como pude, pero sentía que el calor me subía hasta las orejas.

El resto del día pasó entre mails, ideas nuevas para la campaña y cafés fríos que se suponía que eran calientes. Cada tanto nuestras miradas se cruzaban, y era ese tipo de mirada que no dura mucho, pero deja algo dando vueltas.

Cuando el reloj marcó las seis y media, la mayoría ya estaba guardando cosas. Sofi se despidió haciendo un comentario tipo:
—No se queden hasta tarde, que la creatividad no paga horas extras.
Y salió riéndose.

Ahí quedamos solos.
Martina estaba guardando su compu en la mochila cuando me animé.
—Che, Martu… —empecé, con ese tono que uno usa cuando está a punto de hacer el ridículo—. El viernes es la gala del aniversario de Silva & Cía.
—Sí, lo sé. Bruno ya dijo que vamos los tres.
—Sí, claro… pero… —me rasqué la nuca, tratando de encontrar el valor que claramente no tenía—. Yo decía… ir juntos. O sea… vos y yo.
Ella se quedó quieta, mirándome.
—¿Juntos… juntos?
—Juntos, sí. O sea… juntos, pero no como equipo de trabajo. Más como… no sé… cita.

Martina parpadeó un par de veces, y juro que por un segundo pensé que iba a decir que no, que no se podía, que era inapropiado, que Sofi se iba a burlar por el resto del año. Pero no.

Sonrió. Chiquito, tímido, pero sonrió.
—Bueno… sí. Me encantaría.

Y ahí, no sé si respiré o si me quedé congelado, pero sentí que se me escapaba una sonrisa tan grande que ni quise disimularla.
—¿Sí?
—Sí, Hernán. Pero solo si prometés no hacer chistes malos toda la noche.
—Uff, difícil —le dije riendo—. Pero voy a intentarlo.

Nos quedamos así, mirándonos, en ese silencio cómodo que dice más que mil palabras. Afuera empezaba a caer la tarde, y yo ya sabía que el viernes iba a ser un día para recordar.

Porque si la reunión con Silva & Cía. había sido un éxito…
Salir con Martina a la gala prometía ser una bomba. 💥

---continuara--- 😘




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.