Vecinos con historia

La gala parte 3

Hernán

El aire fresco me golpeó apenas salimos del salón.
Adentro la música seguía sonando, las risas se mezclaban con el tintinear de las copas, pero afuera… afuera todo se sentía distinto.
Más tranquilo. Más íntimo.
O tal vez era solo mi corazón, que no dejaba de latir con fuerza.

Martina caminaba a mi lado, con ese vestido rojo que parecía hecho para ella. Cada paso suyo me desarmaba un poco más.
No dijimos nada por unos segundos.
Solo se escuchaba el murmullo lejano de la fiesta y el sonido suave de su respiración.

Me pasé una mano por el cabello, buscando algo que decir, pero lo único que se me ocurría era cuánto la deseaba, cuánto la admiraba, cuánto me costaba seguir fingiendo que esto era solo amistad.

Desde hace tiempo me pasa.
Desde la primera vez que sonrió con esa mezcla de dulzura y picardía.
Desde que empecé a buscar cualquier excusa para quedarme cerca de ella.
Desde que verla reír se volvió mi parte favorita del día.

Y esta noche… esta noche no podía seguir callándome.

—¿Estás bien? —preguntó ella, girando apenas el rostro hacia mí.
Su voz era suave, pero tenía algo que me atravesó el pecho.

—Sí… —respondí, aunque en realidad no lo estaba. No podía seguir escondiendo lo que sentía—. Solo necesitaba aire. Y… coraje.

Ella frunció el ceño, confundida.
Me di cuenta de que no había vuelta atrás.

—Martina —dije, dando un paso más cerca—. Ya no puedo seguir guardándome esto.
Ella levantó la mirada, y juro que por un segundo el mundo entero se detuvo.
—Me gustás —susurré—. Me gustás mucho. No sé cuándo pasó, ni cómo, pero no puedo dejar de pensar en vos. En cómo hablás, en cómo te reís, en cómo hacés que todo parezca más fácil.

Martina me miró con los ojos brillosos, como si estuviera conteniendo algo.
Yo seguí, sin poder frenarme.

—Y sé que no tenía que decírtelo así, pero ya no puedo callarlo. Te respeto, te admiro, y si te soy sincero… cada vez que te veo, siento que todo lo demás deja de importar.

Ella tragó saliva. Sus labios temblaron apenas.
Y entonces, con un hilo de voz, dijo:

—Hernán… yo también me enamoré de vos.

No terminó de hablar. No hizo falta.
La tomé suavemente del rostro, sentí el calor de su piel bajo mis manos, y antes de que pudiera pensar en nada más, la besé.

Fue un beso lento al principio, como si los dos necesitáramos confirmar que esto era real.
Después se volvió más intenso, más profundo, más nuestro.
Todo lo que habíamos callado, todo lo que habíamos esquivado, explotó en ese instante.

Cuando nos separamos, Martina apoyó la frente contra la mía. Sonreía con los ojos cerrados, todavía respirando agitada.
Yo no podía decir una palabra. Solo supe que, por fin, todo lo que había sentido tenía sentido.

Y bajo las luces suaves de la gala, supe también que no había vuelta atrás:
me había enamorado de ella por completo.

💋 Nota de autora:
Y por fin… ¡pasó! 😍
Después de tanta tensión, miradas y silencios, llegó ese beso que todos esperábamos.
¿Les gustó este momento entre Hernán y Martina? 💫




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