Vecinos con historia

Plan romantico

Sofie

Yo antes pensaba que trabajar en una empresa de marketing era un embole.
Hasta que mi jefecita Martina y mi jefecito Hernán (sí, ya le digo así, y no pienso cambiarlo) se pusieron de novios.
Desde entonces, cada lunes es un capítulo nuevo de la mejor comedia romántica que vi en mi vida.

Él llega con cara de dormido feliz.
Ella llega con esa sonrisa que no se le borra ni cuando se corta el wifi.
Y los dos fingen que son “solo compañeros”.
Spoiler: no engañan a nadie.

—Buen día, jefecito —le dije esta mañana, mientras entraba con su café en la mano.
—Buen día, Sof —contestó, sonriendo—. ¿Marti ya llegó?
—Hace cinco minutos. Está reunida con el equipo de diseño.
—Perfecto.

Y ahí se quedó, parado en medio del pasillo, mirando la puerta del despacho de ella con una cara que decía todo.
Si el amor tuviera olor, ese momento olía a café con leche y a domingo de abrazos.

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Más tarde, durante el almuerzo, lo encontré en la terraza con el celular en la mano, mirando algo con cara de concentración total.
—¿Todo bien, jefe? —le pregunté, acercándome.
—Sí… bueno, en realidad no —me dijo, suspirando—. El finde que viene se cumplen dos meses desde que estamos juntos y quiero hacer algo especial para Marti.

Casi me atraganto con el sándwich.
—¿DOS MESES? ¡Ay, me muero! ¡Van re rápido! —grité bajito, porque estaba tan emocionada que me olvidé de ser discreta.
Él se rió.
—No digas nada, ¿eh? Quiero que sea sorpresa.
—Obvio que no digo nada. Soy una tumba romántica. Pero contame, ¿qué idea tenés?

Hernán apoyó el celular sobre la mesa y me mostró una foto. Era un lugar soñado, con palmeras, agua tranquila y luces sobre el muelle.
—Estaba pensando en la isla donde tiene el hotel la amiga de Marti. Ella siempre dice que le encanta.
—¡Sí! ¡Llevála ahí! —dije, saltando literal en la silla—. Mirá que yo escucho todo cuando Marti habla con sus amigas, y ese lugar lo ama.
—¿Posta?
—Posta posta. Es su “lugar feliz”. Si la llevás, se derrite.

Él se quedó callado un momento, mirando la pantalla con una sonrisa chiquita.
—Entonces listo. Vamos a hacerlo bien —dijo—. Pero, Sofie… necesito tu ayuda.
—¿Mi ayuda? ¡Obvio! ¡Soy la hada madrina del amor en esta empresa!

Y así, sin querer, me volví cómplice del plan más romántico que iba a ver en mi vida laboral.
Él organizando la sorpresa, yo buscando excusas para que Marti no sospechara nada.
Entre mails, mates y miradas cómplices, armamos el fin de semana perfecto.

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Esa tarde, cuando los vi cruzarse en el pasillo —él rozándole la mano disimuladamente y ella sonriendo como una nena— pensé que ojalá el amor siempre se pareciera un poco a eso.
A reírse en medio del trabajo.
A planear sorpresas con ilusión.
A mirarse y saber que el otro también está pensando lo mismo.

Continuará .



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En el texto hay: romace y comedia, curvy, #enemistolovers

Editado: 15.11.2025

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