Vecinos con historia

Este lunes es oficial..

El lunes arrancó con ese clima raro de “volvimos del paraíso y ahora hay planillas”.
Martina entró al edificio con su cara de jefa impecable…
Hernán con su sonrisa de hombre enamorado que ni intentaba esconder.

Y Sofie, obvio, los detectó en un segundo.

—Buen día, jefa… buen día, señor feliz —dijo, señalando a Hernán como si lo hubiera descubierto robando galletitas.

Martina carraspeó.
—Sofie… por favor.

—Ah bueno, sí, sí… “por favor”… —dijo la piba con una media sonrisa—. ¿Ustedes dos van a seguir fingiendo que acá nadie sabe nada?

Martina abrió la boca para responder, pero Hernán le tocó el brazo y murmuró:

—Hoy… lo hablamos. En serio.

Ella asintió. Ya estaba decidido.

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La oficina de Recursos quedaba al fondo, como si alguien la hubiera escondido ahí a propósito.
La licenciada Mirta Farías, 55 años, uñas rojas furiosas, mala leche simpática, los recibió con los lentes en la punta de la nariz.

—Bueno… ¿qué hicieron ahora? —preguntó sin levantar la vista.

Martina respiró hondo, profesional.
—Mirta… venimos a avisarte formalmente que… estamos en pareja.

Mirta levantó la ceja con una lentitud teatral.

—¿Ah, sí? ¿En serio? ¿De verdad? ¡¿No me digas?! —dijo con exageración dramática—. Ah, no… me muero. CHOCOLATE POR LA NOTICIA, CHICOS.

Hernán se rió. Martina no sabía si matarla o agradecerle.

Mirta siguió, apoyándose en el escritorio.

—Escúchenme… esto no sorprende a NADIE. Acá toda la empresa sabe que ustedes son pareja desde… ¿qué? ¿Hace un mes? ¿Un mes y medio?

Martina abrió los ojos enormes. —¿Cómo que toda la empresa?

—Sí, mi amor, TODA —contestó Mirta, como explicándole a un nene—. Si se les nota en la cara, en los ojos, en cómo se tratan… y además Sofie habla más que un loro con wifi.

—¡SEÑORA! —se escuchó a Sofie desde afuera.

—Bueno, bueno… —siguió Mirta—. La cuestión es simple: firman este formulario, declaran la relación consensuada y listo. No hace falta drama.

Hernán tomó la lapicera.
Martina lo siguió.
Firmaron.

Mirta chasqueó los dedos.

—Listo. Oficial. Pareja laboral. Noviecitos de oficina. Besito y a trabajar.

Ellos se miraron… y respiraron aliviados.

Cuando salieron, Sofie estaba literalmente pegada a la pared, espiando.

—¿Y? ¿Qué dijeron? ¿Los echaron? ¿Los felicitaron? ¿Les regalaron medialunas?

Martina la miró con una mezcla de amor y resignación.

—Sofie… todo bien. Ya está. Es oficial.

La piba gritó como si hubiera ganado un sorteo.

—¡¡¡YO LO SABÍA!!! ¡¡¡YO LO SABÍA DESDE EL PRIMER CAFÉ QUE COMPARTIERON!!!
—Sofie, pará —dijo Martina riéndose.

Pero ya era tarde.
Todo el piso los miraba.
Algunos sonreían.
Otros murmuraban.
Otros fingían indiferencia.

Hernán pasó entre los escritorios saludando como si acabara de anunciar su compromiso real.

Martina se apoyó en la puerta de su despacho, cruzada de brazos, mirándolo como quien mira orgullosa a su hombre.

---

En la cocina de la oficina se escuchaba:

—A mí me encantan, hacen linda pareja.
—Sí, pero viste que siempre hay favoritismos…
—Ay, Débora, vos todo lo ves oscuro.
—Yo digo lo que pienso.
—Bueno, pensá más bajito.

Mientras tanto, en el grupo de WhatsApp del equipo:

Sofi: LO DIJE PRIMERO. NO ACEPTAMOS DISCUSIÓN.
Rama: Yo perdí la apuesta, pensé que tardaban más en blanquear.
Lu: Re lindos juntos igual 😍

Y entre esas idas y vueltas, Martina recibió un mensaje de Hernán:

Hernán: ¿Estás bien?
Martina: Sí, ¿vos?
Hernán: Más que bien. Por fin puedo mirarte sin sentir que estoy traficando miradas ilegales.

Martina se tapó la boca para no reírse en voz alta.

El día fue largo pero liviano.
Martina sintió algo que hacía mucho no sentía:
libertad.

Al salir, Hernán la esperó en la puerta del edificio.

—Hola, novia oficial —le dijo suave.

Ella sonrió, se acercó y lo besó cortito, sin esconderse.

—Hola, amor —respondió.

A un par de metros, Sofie sacaba fotos a lo paparazzi.

—¡¡¡ES PARA EL SCRAPBOOK DE LA EMPRESA!!! —gritó.

Martina y Hernán no pudieron evitar reírse.

Ese lunes marcaba algo nuevo.
YA NO HABÍA SECRETOS.
YA NO HABÍA QUE ESCONDERSE.
Y sí… venían comentarios, venían miradas, venían haters.

Pero también venían días donde podían caminar juntos por los pasillos sin miedo.

Y eso, para ellos, ya era muchísimo.



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En el texto hay: romace y comedia, curvy, #enemistolovers

Editado: 28.11.2025

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