Vecinos con historia

Haterrr

El día estaba tranquilo en la empresa.
Martina caminaba por el pasillo con su café, hojeando unos informes. Desde que blanquearon la relación con Hernán, había algo distinto en su postura: más firme, más segura, más luminosa.

Y él, desde su escritorio, no podía dejar de mirarla con esa mezcla de respeto y enamoramiento.
Pero entonces escuchó el comentario.

—Ahí viene la jefecita gordita… —murmuró un empleado del área comercial, Diego M.—. Se habrá creído diosa desde que está saliendo con el pibe ese…
Risas bajitas.

Hernán levantó la vista al instante, los ojos encendidos.

—¿Qué dijiste? —soltó, clavando la mirada en el tipo.

Pero Martina ya había frenado.
Sin girar todavía, sin perder la compostura.

Luego se dio vuelta despacio y caminó hacia ellos como solo una jefa segura de sí misma puede hacerlo. Cada paso que daba bajaba medio grado la temperatura del ambiente.

—Repetí lo que dijiste —pidió con voz suave, demasiado suave.

Diego se removió en su silla.

—Era… era un chiste nomás, Marti…

—No soy Marti para vos —lo corrigió sin levantar el tono—. Soy tu jefa. Y no escuché bien el chiste. Repetilo.

Los demás empleados se miraron entre sí.
Hernán tragó saliva. La conocía: así calmada era cuando más temible estaba.

Diego se encogió.

—No… nada… dije una pavada…

Martina apoyó una mano en el escritorio del tipo, inclinándose apenas.

La respuesta fulminante

—Lucas … si vas a hablar de mí, hacelo con altura. “La gordita”… ¿en serio? Qué poco original. Si te vas a meter con el cuerpo de una mujer, por lo menos hace el esfuerzo de encontrar una ofensa que no usen los adolescentes enojados en TikTok.

Silencio.
Lucas miraba sus manos como si fueran de otra persona.

—Y si tu inseguridad es tan grande que te obliga a comentar mi cuerpo mientras yo estoy dirigiendo esta empresa… —continuó ella— quizás deberíamos evaluar si estás preparado para seguir trabajando bajo mi supervisión.

Hernán tuvo que contener una sonrisa orgullosa.

Martina siguió:

—Porque acá se respeta. ¿Quedó claro?

Lucas asintió, rojo como un tomate.

—Sí… sí, jefa… disculpe.

—Perfecto. Ahora, volvé a trabajar que los números de tu sector no están como para que pierdas tiempo hablando de mi peso.

Un “uuuuhhh” silencioso recorrió el piso entero, aunque nadie se animó a hacerlo audible.

La reacción de Hernán

Martina caminó hacia Hernán. Él se acercó un segundo después.

—Jefa… —susurró— lo dejaste helado.

Ella sonrió apenas.

—No necesito que me defiendan. Solo necesito que no me subestimen.

—Jamás lo haría —respondió él, con esa ternura que la desarmaba.

Martina lo miró, con esa mezcla de poder y dulzura que solo ella tenía.

—Lo sé, Hernán. Por eso estás conmigo.

---continuara



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En el texto hay: romace y comedia, curvy, #enemistolovers

Editado: 28.11.2025

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