Veinticinco Razones

CAPÍTULO 27


 

Por Amara Mcvey. 
Son las cinco de la mañana de un martes gris y frío, hoy me desvelé con la mente bastante inquieta lo que me trajo a sentarme a escribir mis pensamientos y las sensaciones que me invaden, probablemente sea complejo intentar explicar o duro de describir, pero creo que es importante hacerlo y poder plasmarlo. 
El 3 de noviembre de este año, me dieron la noticia de que tengo cáncer. Infinitas ideas, emociones, sentimientos, pasaron por mi cabeza. La más predominante obviamente fue encontrarme con la posibilidad cercana de morir. Comencé desde entonces a vivir con la idea diaria de la vida y la muerte. Lo fugaz, la vulnerabilidad, la incertidumbre, le desesperación, la tristeza, esa posibilidad comenzó a acompañarme cada día y hoy voy a escribir sobe ella. 
Me siento afortunada porque en todos estos años de experiencia y por lo aprendido tomo la muerte como un paso a algo mejor, la vida y la muerte están unidas porque es parte de la misma y todos sabemos que en algún momento u otro va a llegar, no sabemos cómo, cuándo, ni de qué forma, pero sabemos que está. Y me he aferrado a que morir es sólo desaparecer del plano físico y dejar mi cuerpo. 
No tengo la certeza e dónde iré si me esparciese entre la naturaleza, si me iré al cielo con Dios a charlar de la vida, si pasaré a convertirme en un pájaro o simplemente reposaré en una nube con felicidad plena. Pero la idea la tengo y la fe me sobre para tener claro que si dejo este plano terrenal estaré feliz y en paz. Esto lo pensaré, sea ahora o dentro de 60 años que llegue mi hora…la cuestión es que no tengo miedo, ni siquiera que cuando me vaya, las personas que me rodean se entristezcan. 
Desde pequeña siempre dije que mi velorio sería una fiesta para celebrar la buena vida que tuve, una fiesta donde haya música, suene rock, tango, música pop, música. Me gustaría que haya fotos, porque las imágenes de los buenos momentos transcurridos son las que me voy a llevar en mi alma. Me gustaría que haya comida y bebida, sobre todo para brindar, brindar muchas veces en mi nombre y en honor de la vida de cualquier ser humano. No quiero que me entierren, sino que me esparzan en el Faro del Fin del Mundo para que mi cuerpo físico simbólicamente se vaya al infinito entre la naturaleza y sea parte de ella. 
La vida es casi un suspiro y no quisiera que ese suspiro cause tristeza, sino alegría por haberlo transitado. Desearía que la gente me despida recordando momentos conllevados, que cuenten anécdotas, historias y situaciones que pudimos pasar. 
Cuando me valla de aquí, quisiera que cada una de esas personas que asistan y lamenten mi partida física sepa que yo desde lo más profundo de mi alma estaré agradecida por cada gesto, cada palabra, cada abrazo. Les diría fue un placer, un gusto, un regalo compartir mi vida con cada uno de ellos. 
Quisiera que todos sepan lo afortunada que me siento por cada una de las personas que se cruzaron en mi camino, hoy he aprendido a ver la luz en cada uno de los seres, o me alcanzan las gracias para darle a mis padres que se convirtieron en mis palenques, mis ejemplos, mi hermano que me ha dado tantas alegrías y risas y dolores de cabeza que valieron la pena, los hijos de mis primos que adoro tanto, que me han llenado el alma de felicidad y me sacan las sonrisas más lindas. Mis dos abuelas han sido mi gran inspiración de entereza y determinación. 
A todo el resto de mis familiares que me dieron la posibilidad de conocer el verdadero concepto de familia, el apoyo constante, vivir en común unión, en defendernos y estar ante cualquier adversidad. A mis tías y tíos que jamás dejaron de enseñarme y abrirme su abrazo para recibirme como soy. A mis primos más cercanos y a los de lejos que siempre aprovechamos para pasar buenos ratos y con los cuales tengo muchos recuerdos divertidos y tantas aventuras que pasamos, cuánto tiempo compartido. 
En estos 17 años conocí muchas personas, que se convirtieron en mis amigos y amigas, cada uno de ellos me acompañó creciendo, convirtiéndome en una joven adulta; la difícil tarea de pasar la niñez y adolescencia de tantos cambios y cosas nuevas que experimentamos. Es maravilloso encontrar seres que sin lazo sanguíneo se compromete a capa y espada para hacer los instantes más divertidos y alegres. 
A los colaterales, personas que son amigos de mis amigos y los hermanos y los padres que conocí por ellos, que también me abrieron sus brazos con tanto cariño. Si me pongo a pensar tengo tantas anécdotas que me llenan el alma de felicidad. 
A mi mejor amigo, novio y amante que hoy transita mis días y me rescata, doy gracias por haberlo conocido y llenar mi corazón de esperanza y sueños, que me revive e intensifica mis deseos. 
Cada uno de los que pasaron por mi vida dejaron una marca, un sello y me constituyeron en el todo, que cada día soy. Conmigo me llevo lo mejor de cada uno, más que satisfecha y siempre agradecida de cada oportunidad. Por haber tenido la dicha de existir, de experimentar, de tener la familia maravillosa que me tocó, de haberme cruzado con mis amigos y amigas que me hicieron reír y llorar. 
Hoy frente a frente con la idea cercana de morir, no puedo evitar sentir dicha de la vida que tuve. Hoy solo tengo mi pasado y mi presente. Puede sonar trágico y dramático. Pero adentro mío es lo que pasa. A mi Dios y a la energía del universo les pido cada minuto me den la posibilidad de vivir más tiempo, de poder cumplir más proyectos, de tener más oportunidades para disfrutar, para hacer, ser y amar. Pero son cosas que no manejo. Me aferro a la vida intensamente. Deseo vivir y aprovechar cada instante que hoy valoro y resignifico más que nunca. 
Hoy, enfrentarme con la muerte ha dado la posibilidad de fortalecerme, de darme cuenta de lo bello y profundo que es existir, los aprendizajes se afianzan cada día, la salud, el moverse, cuidarse, el trabajo, los afectos, el aire, la montaña, una risa, un almuerzo, un café con una amiga, una comida familiar, todo lo que está a mí alrededor está cambiando, se convierte cada minuto en un tesoro, en una alegría, esta situación ha hecho de mí una persona diferente. Pase lo que pase. Hoy mañana o dentro de 60 años. 
La idea de muerte ha enaltecido mi vida, la ha convertido dándole mucho más valor y conciencia que el que nunca tuve. Hoy la idea de muerte y fin han hecho que disfrute más intensamente el momento presente, que aproveche el minuto a minuto y que viva de una forma más profunda y alegre. 
Hoy soy feliz. Y espero ustedes, todos lo sean también. Los amo y amo la vida por siempre y para siempre, enteramente yo. Gracias infinitas. 
Amara Mcvey. 
 



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En el texto hay: romance, primer amor, amor adolecente

Editado: 09.10.2022

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