Había dos tipos de personas las que planificaban y las que iban por la vida de un lado a otro sin un rumbo fijo. Pero yo tengo una teoría. Tener todo planificado te garantiza una vida sin preocupaciones, porque si sabias cuales eran las consecuencias de tus elecciones, eras capaz de tener control sobre tu vida.
Yo era una de esas personas que le gustaba tener todo bien planificado, me gustaba que iba pasar el día de mañana si hoy decidía hacer algo, también me gustaba tener horarios para todo, siempre estaba todo perfectamente bien ordenado, desde el momento en el que me levantaba hasta cuando dormía, lleno de planes muy bien pensados, y lo que más odiaba en esta vida, era tener eventos sorpresa que arruinaran mis planes, como por ejemplo este viaje.
El día de hoy, había tenido planeado ir a casa con mi familia, pasar año nuevo con ellos, comer pavo, pastel y un poco de chocolate caliente, darles un regalo e ir a pasear por las calles llenas de nieve. Pero eso no va a suceder.
Hace menos de doce horas tenía un plan perfecto, tenía horarios, tenía los kilómetros que debía recorrer, a que lugares debía de llegar y como iba a llegar.
Esa idea retorcida jamas no se me hubiese ocurrido, nunca en la vida, pero ahora la tenía escrita en una servilleta de aquel bar luego a haber perdido el último tren.
09:00 a.m. Levantarse, tomar un baño y cambiarme.
10:00 a.m. Desayuno.
11:00 a.m. Salir del hotel
11:30 a.m. Tomar el tren rumbo a Suwon.
14:00 p.m. Llegada a Suwon
14:30 p.m. Buscar Orquídeas para Hye-Min
15:00 p.m. Tomar el autobús hacia Ansan
16:00 p.m. Llegar a Ansan.
16:30 p.m. Llegada al hotel
18:00 p.m. Estar una hora antes en el salón.
No era de los mejores planes que había hecho, pero era lo único que había pensado cuando aún tenía un poco de cordura y diez neuronas vivas, luego vi un bar karaoke cerca del hotel, mi compañero de trabajo se apresuró, no podía dejarlo solo, no cuando me había acompañado a la central de tren a casi las dos de la madrugada, y además que de malo podía pasar, siempre tomaba solo una cerveza. Era todo un tonto. Todo malo podía pasar.
Termine lo más borracho que una persona podía terminar, Ho-Seok termino dormido en el sofá de mi habitación, la batería de mi teléfono se acabó, no sonó a la hora que debía sonar. Apenas logré abrir los ojos cuando me di cuenta de lo que enserio había pasado, en el reloj que estaba en la pared marcaba las 10:50 a.m.
Lo primero que pensó mi mente es salir corriendo de la habitación, hacer cualquier cosa y llegar a Suwon lo más rápido posible.
Conecto mi teléfono al cargador, 10:52 a.m.
Trato de mantener la calma, quiero apresurarme a recordar lo que debería de hacer, pero los ronquidos que salen de Ho-Seok no me dejan concentrar.
Una hora de retraso, si fueran tres horas sería un problema, si omito el desayuno, y me apresuro en la ducha y demás podría llegar aun a tiempo.
Me levanto
Tomo una ducha lo más rápido que puedo. Tanto que olvido el proceso, ni siquiera estoy seguro que ese horrible olor a alcohol se fue.
11:05 a.m.
El próximo tren sale a las 11:30 a.m. y la estación de tren está a 15 minutos caminando, pero podría mejorar ese tiempo si corro lo más que puedo. Es lo que pienso cuando decido ponerme esos jeans negros, suéter blanco y mi abrigo azul. Me aseguro de poner mi traje en la mochila, lo necesitaría.
No me molesto en despertar a Ho-Seok, ni porque él iba a ser la persona que estaría a mi lado, pero en el estado en el que esta, eso me atrasaría más, en su lugar dejo una nota diciendo que recoja mis cosas y por favor lleve mi maleta a casa, tomo mi teléfono y billetera, luego salgo corriendo tan rápido como me es posible.
11:14 a.m.
Atravieso las calles una por una, sin miedo a perderme y sin miedo a los coches, porque ni siquiera tengo tiempo para pensar en eso, cuando estoy por atravesar la última calle. Victorioso, reviso de nuevo mi teléfono, son las 11:20 a.m. y solo diez por ciento de batería. Corro de nuevo a la taquilla, cinco personas más, espero impaciente a que pase la persona enfrente de mí.
Si tomaba este tren, tendría que cambiar un poco mi plan, no era como el de la noche anterior, no tendría más de media hora para aún tenía el tiempo suficiente para llegar a la reunión, era lo mejor que podría hacer. El corazón se me salía por el pecho, un poco de alivio, y un poco de nervios cuando paso a la taquilla.
—Un boleto a Suwon… de las once y media—le digo al señor de unos cuarenta años que está detrás del cristal, no respondió.
—Lo siento, se fue hace apenas un minuto.
Confundido mire el reloj de mi teléfono, eran las 11:24 a.m.
—Pero son las once con veinticuatro—retobo, mientras le enseño la pantalla de mi teléfono—. En internet decía que salía a las once y media.