11: 36 a.m.
Hora uno ...
Pensé en regresar a la hora, tomar mi cargador, pero cuando salí no consideré en regresar, no tenía la llave, no tenía la pila suficiente para llamar a Ho-Seok que seguro estaba dormido, y de hacerlo temía perder de nuevo el tren.
Reviso el reloj de nuevo, los minutos avanzan unas veces más rápido que otras, mientras yo sigo a kilómetros de distancia, me convenzo de que no debo pensar en la hora, porque mi cabeza está a punto de explotar y si sigo así, explotara de una vez lo cual no era una opción para estas circunstancias.
Salgo de la estación por primera vez siento como una ráfaga de viento helado atraviesa todo mi cuerpo que se intensifica cuando siento mi cabello húmedo a punto de congelarse, paso la calle que está enfrente cuando veo ese restaurante, tal vez una sopa caliente me ayude a recobrar fuerzas, además debía de comer algo, no podía seguir con resaca, olor a alcohol y con el estómago vacío.
Adentro lo primero que siento es el clima caliente, antes de que pueda decirle al mesero que quiero de comer, pido un cargador y una mesa cerca del enchufe, me siento y espero.
Logro encender mi teléfono solo para ver de nuevo la hora, en la pantalla marcaban las 11:39, pero en realidad en los noticieros que están en la televisión marcaban diez minutos más tarde, eso jamás había pasado, el teléfono era viejo que de vez en cuando se trababa cuando abrías varias aplicaciones, y solo la unica vez que enserio necesitaba que no fallara, lo hacía, estaba a punto de convencerme de que tenía la peor suerte del mundo.
No puedo dejar de ver la hora, tratando de relajarme, una hora de retraso no podía ser malo, aun podía llegar a tiempo, pero este lugar me frustra, ahí pareciera que el tiempo se había detenido hace veinte años.
Reviso la página de internet de ese restaurante, sigue mi reservación, es lo único que me debería de preocupar, que Hye-Min y yo estemos en ese restáurate. Las personas hacían locuras por amor, tal vez esta era la primera para mí en toda la vida.
El mesero llega con una sopa caliente y un té.
Doy el primer sorbo cuando mi teléfono comienza a sonar con notificaciones, veo mis mensajes, uno de mi mamá “Hola hijo, ¿vendrás para año nuevo?, tus hermanos están pensando en cocinar un pavo, muy americano, ¿no crees?, también hay un pastel esperando por ti”, vaya manera de pasar año nuevo y mi cumpleaños, soy un mal hijo por no estar camino a casa. Sigo leyendo, es de Yoon-Gi, “Acabo de llegar a Suwon”, “Háblame apenas llegues”, “Tae, debes hablarme, responde el teléfono, carajo”, “Solo no subas a un edificio demasiado alto, siempre eres muy tonto”. También soy un mal amigo, porque solo leo sus mensajes y los ignoro. Luego esta un mensaje en buzón de voz.
Se me revuelve el estómago apenas veo el número de teléfono, mis manos comienzan a temblar, aprieto la mano antes de presionar el botón y escucharlo.
—Hola Tae, tengo una llamada perdida tuya, lo siento por no atender, llámame si es urgente. —se escucha un suspiro detrás de la bocina, incluso podía imaginarla arrugando su frente, mientras apretaba los ojos—. Mañana quiero verte antes… — otro suspiro—… Olvidaba que hoy es tu cumpleaños, felicidades, te quiero. Llega a salvo, te estaré esperando.”
El mensaje se corta cuando se escucha que alguien entra a la habitación, logro escuchar una palabra, sabía que era él. Siento como si me arrojaran a un pozo sin final.
Reproduzco el mensaje unas dos veces más, no sonaba feliz, en su lugar sonaba consternada, le temblaba la voz, también podría haber estado llorando, y lo que me retumbaba en mi cabeza una y otra vez era su frase “quiero verte antes” y “Te quiero”. ¿Cuánto tiempo era antes?, podría llegar una hora antes, ¿eso era suficiente?, ¿Ese te quiero, que tiempo de “Te quiero” era? Me llenaba de preguntas una y otra vez, otro tormento más.
Ella nunca había respondido mis llamadas en los últimos cuatro años, ni siquiera un mensaje, pero ahora lo había hecho. Desde hade dos meses hablábamos casi siempre, mensajes o llamadas, el tiempo curaba las heridas, tal vez las de nosotros habían sanado en ese tiempo. Pero esta sería la primera vez que la vería, y esta vez quería tener las palabras correctas, podría hacerlo a través de esta bocina, y no tendría que esperar hasta estar frente a ella, tal vez ella quería decir lo mismo que yo, sentía lo mismo que yo; ya me estaba esperando.
Mi imaginación es tan grande que me gusta mentirme.
Veo su número y nombre en la pantalla de mi teléfono, estoy a punto de presionar su número y llamarla, pero no me soy lo sufriente valiente. Quería esperar a verla. En persona, porque hay dos palabras que se deben decir en persona, “Te quiero” y “Lo siento”.
Reviso la hoja de mi agenda, justo ayer también había escrito todas esas palabras, intento grabármelas, es necesario, debería hacerlo, no quería usarla en medio del discurso.
“Te quiero” era lo más sincero que había escrito cuando estaba más ebrio que coherente, pero lo tuve que cambiar con “Los quiero, espero que sean felices” eran las apalabras que más me dolían y menos sinceras en todas esas líneas, pero se oía bien, y ellos serían felices.
Mientras repaso y corrijo trato de grabármelas, trato de creérmelas, trato de enserio sonar sincero, pero entre más las releía más pensaba que no debía de hacerlo, que debería tomar mis cosas y huir de ahí. Sabía que cuando ella las escuchara no me creería, no cuando ni siquiera yo lo creía, a ella no la podrías engañar con facilidad, sabría que no eres sincero. Pero justo ahora debía tener mi faceta más sincera que alguna vez hubiera tenido.