"Velaria: El Velo de las Estrellas"

El Reino Oculto De Luntharys Y La Noche De Los Destinos

Al otro lado del Velo Estelar, un escudo místico que separaba los dos mundos, se encontraba Luntharys. Este reino era un lugar de belleza etérea, donde la magia fluía como un río invisible, alimentando la tierra y a sus habitantes. Aquí, los magos, hadas, cambia formas y otras razas mágicas vivían en armonía, protegidos por el Velo que los mantenía ocultos de los humanos.

Luntharys era un lugar de colores vibrantes y paisajes surrealistas. Los árboles brillaban con una luz tenue, las flores cantaban al amanecer y los ríos corrían con aguas cristalinas que reflejaban el cielo estrellado. Pero a pesar de su belleza, Luntharys no era un paraíso perfecto. El aislamiento había debilitado a sus habitantes, y la magia que los protegía también los mantenía prisioneros.

La Reina Elaria, una maga lunar de cabello blanco y ojos azules profundos, gobernaba con sabiduría y determinación. Ella había liderado a su pueblo después de que su madre entregara su vida para salvarla a ella y a su pueblo en la gran purga, y aunque desconfiaba profundamente de los humanos, sabía que el Velo no duraría para siempre. La magia que lo sostenía se debilitaba con el paso del tiempo, y la oscuridad que acechaba más allá de sus fronteras era cada vez más amenazante.

Esa noche el resplandor pálido de la luna bañaba los picos plateados de Luntharys, el reino oculto entre las sombras y la magia. La brisa nocturna susurraba entre las hojas de los sauces celestes, mientras la princesa Selene caminaba descalza sobre la hierba resplandeciente, sintiendo la energía de la noche recorrer su piel.

Su madre, la reina Elaria, la esperaba en el altar de obsidiana, donde el ritual estaba a punto de comenzar. La presión sobre sus hombros era tan pesada como una cadena invisible. "Debes fortalecer tu magia lunar, Selene", había dicho su madre esa misma mañana, con la voz implacable de quien sostiene el destino de su pueblo. "Luntharys depende de ti".

La magia en Velaria no era un simple conjunto de hechizos y rituales. Era una fuerza viva, un poder que fluía a través del mundo y de quienes lo habitaban. Pero no todos podían acceder a ella de la misma manera, y cada tipo de magia tenía sus propias reglas y limitaciones.

A Selene no le preocupaba el destino de su reino; lo llevaba en la sangre, en los latidos de su corazón. Pero cada día sentía cómo la sombra de la responsabilidad la ahogaba un poco más.

Al llegar al altar, se arrodilló y cerró los ojos, sintiendo la energía lunar vibrar en su interior. La luz de la luna descendía en filamentos plateados, envolviendo su cuerpo con un resplandor etéreo. Las sacerdotisas murmuraban cánticos en un idioma antiguo, y entonces Selene sintió cómo su mente se expandía.

De repente, una visión la sacudió.

Sombras consumiendo Luntharys. Gritos de su gente. Fuego. Estrellas cayendo como lágrimas ardientes sobre la tierra. Y en medio de todo, un hombre con el fuego del cosmos en sus ojos.

Un escalofrío recorrió su espalda. Se tambaleó y cayó de rodillas.

—¿Qué viste? —preguntó la reina Elaria, con un destello de preocupación en su rostro.

Selene no pudo responder. No podía explicar el torbellino de sensaciones que la habían invadido. Sabía que algo estaba por cambiar, que el destino de Luntharys se balanceaba en el filo de una navaja. Y ese hombre de la visión... lo había sentido demasiado real.

El miedo se transformó en necesidad. Necesitaba respuestas. Y solo había un lugar donde encontrarlas: el Bosque Prohibido.

Sin decir palabra, Selene se escabulló del templo y corrió hacia la espesura de los árboles centenarios, donde la magia era salvaje y las respuestas ocultas esperaban ser reveladas.




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