"Velaria: El Velo de las Estrellas"

La Conspiración En Las Sombras

Por otro lado, la noche era fría y el viento soplaba con fuerza, arrastrando hojas secas por los oscuros callejones de la capital de Astrae. En lo alto de una colina, alejada del bullicio de la ciudad, se alzaba una mansión imponente, rodeada de altos muros y protegida por guardias armados hasta los dientes. Esta era la residencia de un Lord, un noble ambicioso y despiadado, cuyo nombre resonaba en los pasillos del poder como una sombra que nadie se atrevía a mencionar en voz alta.

Dentro de la mansión, en una sala iluminada por velas que proyectaban sombras danzantes en las paredes, el Lord se encontraba reunido con una mujer. Ella era tan hermosa como peligrosa, con cabello rojo, sangre y ojos verdes que brillaban con una luz fría y calculadora. Juntos, habían urdido un plan que cambiaría el destino de Velaria para siempre.

Este Lord no era un hombre común. Aunque exteriormente parecía leal al rey, en su corazón ardía un deseo insaciable de poder. Había pasado años tejiendo una red de intrigas en la corte, ganándose la confianza de los nobles más influyentes y sembrando la semilla de la desconfianza hacia el rey. Pero su ambición iba más allá del trono de Astrae; quería controlar ambos reinos, humano y mágico, y no dudaría en usar cualquier medio para lograrlo.

—El rey Aldred es un títere—dijo, su voz grave y llena de desprecio—. Cree que puede salvar a Astrae con una alianza ridícula con esos seres mágicos. Pero no entiende que la verdadera fuerza reside en el miedo y el control.

La mujer, sentada frente a él, sonrió con malicia.

—Y nosotros le daremos ese control — dijo, jugueteando con un pequeño frasco de cristal que contenía un líquido oscuro y espeso—. Nyxmar nos dará el poder que necesitamos para someter a ambos reinos.

Nyxmar, el Devorador de Almas, era la criatura antigua, sellada hace siglos en las profundidades de las Montañas Sombrías, al norte de Astrae por la antigua reina de las hadas azules durante la purga de sangre. Su existencia era un secreto guardado celosamente por los magos más poderosos, y solo unos pocos sabían cómo liberarlo. Y estas dos personas habían descubierto ese secreto, y ahora estaban decididos a usarlo.

Con la ayuda de su compañera, que había estudiado los textos prohibidos de magia oscura, el lord había reunido los ingredientes necesarios para realizar el ritual que despertaría a Nyxmar. El frasco que la mujer sostenía contenía la sangre de un mago sacrificado, un ingrediente clave para romper el sello que mantenía a la criatura encerrada.

—Es hora—dijo el lord, levantándose de su silla—. La luna está en su punto más alto, y el velo entre los mundos es más delgado.

En las profundidades de la mansión, en una cámara secreta iluminada por velas negras, comenzaron el ritual. Dibujaron un círculo de runas en el suelo, utilizando polvo de plata y cenizas de criaturas mágicas. En el centro del círculo, colocaron el frasco de sangre y un antiguo artefacto que habían robado de las ruinas del antiguo Luntharys: un fragmento del Velo Estelar.

Comenzaron a recitar las palabras del ritual en una lengua antigua y olvidada, su voz resonando en la cámara como un eco siniestro. El aire se volvió denso, y las velas parpadearon antes de apagarse, sumiendo la habitación en una oscuridad casi absoluta.

De repente, el suelo comenzó a temblar, y una grieta se abrió en el centro del círculo. De ella emergió una niebla oscura, que se arremolinaba y tomaba forma. Los ojos de la mujer brillaron con excitación mientras observaba cómo la criatura comenzaba a materializarse.

Nyxmar era una figura grotesca, con múltiples ojos brillantes que parecían perforar el alma, y alas de niebla oscura que se extendían hasta tocar las paredes de la cámara. Su voz, un susurro profundo y resonante, llenó la habitación.

—¿Quién osa despertarme?—preguntó Nyxmar, su tono cargado de ira y desprecio.

El Lord se inclinó ligeramente, aunque su expresión no mostraba miedo, sino satisfacción.

—Soy un Lord de Astrae—dijo—. Y te ofrezco un trato. Ayúdanos a conquistar ambos reinos, y te daré todo el miedo y el dolor que puedas desear.

Nyxmar rio, un sonido que heló la sangre incluso de la mujer que acompañaba al lord.

—El miedo y el dolor son mi sustento—dijo la criatura—. Pero no necesito tu ayuda para obtenerlos. Sin embargo, tu ambición me divierte. Jugaré tu juego, humano, pero recuerda: cuando termine, no habrá reino que pueda contener mi hambre.

Con Nyxmar liberado, pusieron en marcha la siguiente fase de su plan. El lord comenzó a mover sus piezas en la corte, asegurándose de que Astrae se desmoronara antes de que pudiera siquiera darse cuenta.

Pero lo que no sabían era que el despertar de Nyxmar había enviado ondas de energía a través del Velo Estelar, alertando a los magos de Luntharys de que algo terrible había sucedido. Y no sola la princesa predijo lo que se avecinaba, sino también el príncipe atormentado por terribles pesadillas.

Mientras la luna comenzaba a descender en el horizonte, el Lord y la mujer observaban desde la ventana de la mansión cómo las sombras parecían cobrar vida, extendiéndose por el reino como una plaga.

—El juego ha comenzado—dijo el hombre, una sonrisa siniestra en sus labios—. Y no descansaré hasta que ambos reinos estén bajo nuestro control.

Pero en las profundidades de las Montañas Sombrías, Nyxmar se movía libremente, alimentándose del miedo que comenzaba a extenderse por Astrae. La oscuridad había sido despertada, y con ella, el destino de Velaria se acercaba inexorablemente a un punto de no retorno.

Y así, en la noche más oscura, la conspiración en las sombras comenzó a desplegarse, amenazando con devorar todo a su paso.




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