La noche era fría y silenciosa en el palacio de Astrae, pero en los aposentos privados del rey, la tensión era palpable. El Rey Aldred y la Reina Lysara se encontraban en una conversación secreta, lejos de los oídos curiosos de la corte. Las noticias sobre Nyxmar y la falta de acuerdo en el consejo habían dejado al rey en una posición difícil, y sabía que necesitaba actuar rápidamente.
—No podemos esperar más—dijo el Rey Aldred, caminando de un lado a otro de la habitación—. Nyxmar está ganando fuerza, y si no hacemos algo pronto, no habrá reino que pueda contenerlo.
La Reina Lysara, sentada en una silla cerca de la ventana, lo miró con ojos llenos de preocupación.
—Lo sé, Aldred—dijo—. Pero el consejo no está de acuerdo en cómo proceder. Algunos aún desconfían de los seres mágicos, y otros creen que podemos enfrentar a Nyxmar por nuestra cuenta.
El rey suspiró, sintiendo el peso de sus responsabilidades.
—No podemos enfrentar esto, solos—dijo—. Necesitamos la ayuda de Luntharys, pero no sé cómo convencerlos de que nos ayuden.
Lysara se inclinó hacia adelante, con una expresión seria.
—Hay una forma—dijo—. Podemos romper el compromiso de Kael con Lady Sybelle y proponer una alianza por matrimonio con la princesa Selene de Luntharys.
El rey la miró, sorprendido por la sugerencia.
—¿Crees que funcionaría?—preguntó—. La Reina Elaria no confía en nosotros, y con razón.
—Es arriesgado—dijo Lysara—, pero es nuestra mejor opción. Kael y Selene ya tienen una conexión por la profecía de la antigua reina de las hadas azules y la reina Elaria lo sabe, y si podemos unir nuestros reinos a través de ellos, tal vez podamos enfrentar a Nyxmar juntos.
El rey asintió lentamente, sabiendo que su esposa tenía razón.
—Entonces lo haremos—dijo—. Pero debemos actuar con cuidado. Si nuestros enemigos descubren nuestros planes, lo usará en nuestra contra.
Al día siguiente, el Rey Aldred envió un mensajero a Luntharys con una propuesta formal de alianza por matrimonio entre Kael y Selene. La carta explicaba la necesidad de unir fuerzas contra Nyxmar y ofrecía una tregua entre los reinos.
Pero cuando la Reina Elaria recibió la carta, su rostro se llenó de desconfianza.
—No podemos confiar en ellos—dijo, mirando a sus consejeros—. Los humanos nos traicionaron una vez, y lo harán de nuevo.
—Pero, mi reina—dijo un mago consejero, presente en la reunión—, esta es nuestra oportunidad de hacer las paces. Él entiende la importancia de esta alianza.
La reina lo miró con severidad.
—No puedes dejar que se nuble tu juicio solo porque han ofrecido a su príncipe como moneda de cambio—dijo—. Los humanos solo buscan su propio beneficio. No podemos arriesgarnos a que nos traicionen de nuevo.
El consejero sintió una oleada de frustración, pero sabía que no podía discutir con su reina en ese momento.
Más tarde, en los jardines del palacio, Selene se encontró con su madre. La tensión que tenía la reina era palpable.
—Madre—dijo Selene, mirándola a los ojos—, te sucede algo.
La reina suspiró, sintiendo el peso de las palabras que le diría a su hija.
—Selene, confías demasiado en el humano con el que te encuentras, quiero que dejes de verlo desde este preciso momento—dijo.
Selene se sorprendió al escuchar las palabras de su madre, no se había dado cuenta de que ella ya sabia sobre sus encuentros con el humano.
—Madre, me has estado vigilando.
—Selene, ese joven como fue que lo conociste.
—Eso no te incumbe y en cuanto a si confió en él o no es mi problema, él no es esa clase de ser humano.
—Los humanos nos han demostrado una y otra vez que no podemos confiar en ellos. ¿Qué te hace pensar que esta vez será diferente?
—Porque lo conozco—dijo Selene, con firmeza—. Y sé que su corazón es noble. No podemos dejar que el miedo nos impida hacer lo correcto.
La reina la miró, sintiendo una mezcla de orgullo y preocupación.
—Espero que tengas razón, hija—dijo—. Pero si te equivocas, el precio será muy alto.
Mientras tanto, en Astrae, Kael se preparaba para lo que vendría. Sabía que la decisión de su padre de romper su compromiso con Lady Sybelle y proponer una alianza con Luntharys era arriesgada, pero también sabía que era la única forma de salvar a ambos reinos y a pesar de eso sentía enojo y coraje porque pensaba que su padre solo lo utilizaba como mejor le convenía, primero, lady Sybelle y ahora la princesa del reino mágico, se preguntaba hasta cuando sería una pieza más en este juego de poder.
—Kael—dijo Lady Sybelle, acercándose a él en los pasillos del palacio—. De donde vienes.
Kael la miró con cautela, sintiendo una oleada de incomodidad.
—No es asunto tuyo—dijo, tratando de mantener la calma.
Sybelle sonrió, pero su sonrisa era fría y calculadora.
—Oh, pero lo es—dijo—. Estás muy equivocado. Estamos comprometidos.
—Eso ya lo veremos.
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Editado: 12.04.2025