"Velaria: El Velo de las Estrellas"

Baile

Pasadas unas dos semanas desde que Selene se encontraba en Astrae y después de que su madre volviera a Luntharys se organizó un banquete para celebrar el compromiso de los príncipes.

El Gran Salón del Palacio de Astrae resplandecía con el fulgor de miles de velas y candelabros de cristal. Los nobles danzaban con gracia, sus ropajes reflejando la luz como si fueran hechos de estrellas. Entre ellos, Selene avanzaba con la cabeza en alto, sus cabellos plateados recogidos en un elaborado trenzado, mientras su vestido azul oscuro ondulaba con su caminar.

Kael la observaba desde la distancia. Su corazón latía con una extraña mezcla de frustración y fascinación. Desde su llegada a Astrae, Selene no había hecho otra cosa que desafiarlo, cuestionar cada una de sus creencias y, de alguna manera, abrir grietas en la muralla que había construido contra la magia.

Cuando sus miradas se encontraron, ella se dirigió a él sin titubeos.

—Dime, príncipe Kael, ¿todavía temes lo que no entiendes?— Su voz era suave, pero contenía un filo cortante.

Kael apretó los puños. —No temo la magia. Temo lo que pueda hacerle a mi reino.

—No, temes lo que pueda hacerte a ti.

Kael no respondió.

La noche había caído sobre el castillo de Astrae, y el gran salón estaba lleno de luz cálida proveniente de las lámparas de aceite. Las conversaciones se mezclaban con risas nerviosas y el tintinear de copas, mientras los nobles de Astrae y los representantes de Luntharys compartían. Sin embargo, para Selene, el ambiente festivo era tan pesado como las murallas del castillo. A pesar de las sonrisas forzadas y las palabras de cortesía, sentía que algo oscuro se cernía sobre todos ellos.

El príncipe Kael se encontraba a su lado, pero la conversación entre ellos era superficial, centrada únicamente en las formalidades del matrimonio y la diplomacia. Selene lo observaba de reojo mientras él conversaba con otros invitados. Algo en su postura, en sus gestos, en la forma en que se movía, le parecía distante y desconectado, como si el peso de su propio destino lo hubiera atrapado en una red invisible.

"El príncipe parece tan... inaccesible", pensó Selene, mirando a Kael desde su lugar. "Es como si la corte le hubiera arrancado toda su humanidad."

Selene, sin apartar la vista de Kael, que ahora compartía una sonrisa fría con uno de los consejeros de la corte. Algo en su interior le decía que la apariencia de dureza que mostraba era solo una fachada, una máscara que llevaba puesta por la presión que recaía sobre sus hombros.

De repente, la puerta principal del salón se abrió con un fuerte crujido, y todos los ojos se volvieron hacia la figura que apareció en el umbral. Un hombre alto, con una capa oscura y unos ojos que brillaban con una intensidad peligrosa, entró en la sala. El murmullo de los asistentes cesó por un instante, y Selene sintió que el aire se volvía más pesado. Había algo inquietante en su presencia.

—¿Quién es él?—Susurró Selene a Kael, sin apartar la vista de la figura.

—Es Lord Malachai—, respondió Kael en voz baja. —Un noble de las tierras del norte. No es un hombre en quien se pueda confiar. Tiene muchas conexiones con aquellos que desearían ver los reinos en guerra.

Selene frunció el ceño. La amenaza que representaba Lord Malachai era evidente, y la tensión en la sala aumentaba con cada paso que daba. Era como si su sola presencia provocara una sombra sobre todos los presentes.

Kael, al notar la mirada de Selene hacia el nuevo arribado, se levantó con rapidez. Sus ojos se entrelazaron por un instante, un intercambio silencioso de advertencias y desconfianza. Kael hizo un gesto hacia los sirvientes y comenzó a caminar hacia Lord Malachai.

—Lord Malachai—, dijo Kael con firmeza, su tono cortante. —No esperaba verlo aquí esta noche. ¿A qué se debe su visita tan inesperada?

Malachai sonrió, una sonrisa fría y calculadora.

—El honor de estar en su baile es todo mío, príncipe Kael—, respondió, su voz suave, pero cargada de veneno. —Mis tierras están cerca de las fronteras, y como siempre, estoy interesado en los... movimientos dentro de estos muros.

Kael tensó la mandíbula, pero no dijo nada más. Sabía que Malachai no era bienvenido, y mucho menos en este tipo de eventos. Pero su poder e influencia dentro de los círculos políticos de Astrae lo hacían imposible de ignorar.

—Solo estaba interesado en conocer a la princesa Selene— continuó Malachai, su mirada fija en Selene, quien ahora sentía un escalofrío recorrer su espalda. —Una princesa de Luntharys. Dicen que tiene un poder impresionante, ¿no es así?

Selene se tensó, pero se mantenía en silencio, sabiendo que cualquier palabra podría ser usada en su contra. El ambiente en la sala se volvía cada vez más denso, como si la presencia de Malachai estuviera absorbiendo la luz misma.

—No todas las historias que se cuentan sobre Luntharys son ciertas— dijo Kael, su tono advirtiendo de manera sutil.— Le sugiero que no saque conclusiones apresuradas, Lord Malachai.

Malachai sonrió con arrogancia, sin apartar los ojos de Selene.

—Solo estoy interesado en conocer más... sobre la princesa. Y, por supuesto, sobre los secretos que aún se esconden bajo el Velo Estelar.

Las palabras de Malachai hicieron que un murmullo recorriera la sala. Selene, incapaz de ocultar su incomodidad, su mirada fija en el hombre que se había atrevido a mencionar la magia de Luntharys de esa manera. Sabía que la mención del Velo Estelar no era solo una provocación, sino una amenaza velada.

—Mis disculpas, pero creo que este no es el lugar para tales conversaciones— dijo Selene con calma, haciendo un esfuerzo por mantener la compostura. —Si desea conocer más sobre Luntharys, debe visitar mi reino. Sin embargo, en este momento, este no es un tema adecuado para tratar.

Malachai la miró un momento, y luego, en un movimiento inesperado, inclinó la cabeza, como si hubiera sido derrotado por su respuesta.




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