Ven a mi

Capítulo 6: La primera vez


 

 




 

Al día siguiente todo era felicidad, el Bronx amanecía con una pequeña llovizna invernal. Tomé el mismo camino que llegaba al restaurante, lo único que quería era ver a Steffi, ya nada ni nadie me importaba, era solo ella, su cabello, su olor, sus labios, sus ojos. A travesé el pasillo y grité más fuerte que nunca ¡BUENOS DIAS! y todos los trabajadores de la cocina respondieron como siempre lo hacían. María una trabajadora de nacionalidad colombiana la trabajadora nueva que lavaba los platos me dijo cuando pase cerca de ella.

 

–Oiga, pero usted tiene mucha cara de enamorado.

 

–Enamorado de la vida María, que linda es la vida.

 

Hace tiempo que no tenía tantas ganas de vivir, mi vida después de la muerte vegetal de mi amigo había sido una miseria, sentía que mi corazón se había apagado ya no tenía motivación para hacer nada, ni siquiera para vivir, pero ahora todo había cambiado y Steffi era la motivación que estaba activando mi vida.

Ese día no la vi en toda la jornada de la mañana, me pareció raro, Steffi siempre estaba ahí antes que yo, le envié un mensaje, pero no estaba conectada. A las seis me fui al departamento y me llegó un mensaje.









 

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A la mañana siguiente llegué con mucho miedo al restaurante. Steffi estaba en la cocina, pero solo logré ver su melena, dije Buenos días, pero en un tono súper bajo que nadie me respondió, hice todo lo que hacía siempre en la mañana. Todo estaba muy normal hasta que escuché a la mamá de Steffi decir en voz alta.

 

–Un negrito invitó a Steffi a salir, parece que quería besarla.

 

Mi rostro se desfiguró, ¿ese negrito de quien hablaba era yo? ¿Porque Steffi le mostraría los mensajes a la mamá?  me preguntaba, y además yo no soy negro, soy de origines mexicanos, pensé, que racista es la mamá, como se puede referir así a una persona, quería ir a reclamarle, pero en realidad me estaba imaginado cosas, no sé si en realidad hablaba de mí, además seguro la señora estaba enojada por los mensajes que le envié a Steffi. 

No sé qué querría con todo esto Steffi, ¿jugar conmigo?, ¿qué me despidiesen? No sabía si irme enseguida, renunciar, morirme o que me tragase la tierra. Traté de concentrarme en el trabajo. Limpié todo y luego me fui. Estaba muy enojado con Steffi, nunca pensé que fuese a ser tan inmadura de mostrarle sus mensajes privados a la mamá, a mi jefa a la dueña del restaurante. Llegué y me acosté, mi abuela veía televisión, pero ni se dio cuenta que había llegado al departamento. Me sentía muy traicionado y me daba vuelta en la cabeza, cuando de repente me llegó un mensaje de ella.

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De ese día, Steffi y yo seguimos viéndonos todos los días en el baño de discapacitados, fueron dos meses de pura terapia. Un día le dije vamos al departamento donde vivo, allá estaremos más cómodos y ya es tiempo. 

 

–¿Quieres estar conmigo? Le pregunte en todo desafiante.

 

–¡Claro que sí y mucho! Pero me da miedo que mi mamá se entere. Ella no le gustan que nos relacionemos con los trabajadores, siempre hace comentarios hirientes, no quiero que se decepcione de mí, en mi es la única que confía.

 

–Steffi, pero ella no se va a enterar, y vamos poco a poco. No te preocupes.

 

Quedamos que el sábado la pasaría a buscar a la esquina del Restaurante Chino Bombay que quedaba cerca a nuestro trabajo. Ahí estaba con su pelo suelto. Pasamos primero a comprar unas entradas y luego fuimos a comer a Cinamon NY, el lugar preferido de Dani, nos comimos unos ricos postres de chocolate con moca y unas malteadas de chocolate. Luego pasamos a ver una película Dark Phoenix, Steffi no se había visto ninguna de X Men pero yo era fanático, pero no pude verla porque Steffi me besaba cada minuto y no podía tener mi cabeza fija en la pantalla, estuvimos todo el tiempo besándonos apasionadamente en la oscuridad de la proyección.

 

Después no fuimos al departamento, quería presentarle a mi abuela, pero ella no se encontraba, todos los sábados se reunía con sus amigas de la tercera edad a tejar y a hablar de la vida. Nos fuimos a mi cuarto, la besé y le quite la ropa, luego ella me quito la mía, y me miraba sorprendida, como si nunca hubiese visto otro cuerpo diferente al suyo desnudo. Luego nos tiramos en la cama y la bese lentamente desde su cara, luego pase por sus orejas, bese todo su cuello, y baje hasta sus pechos, bese los dos, luego pasé mi lengua suavemente por su vientre hasta llegar a su entrepierna, ella se retorcía del placer. Hasta que se calmó y me tomó de la cara y me dijo ven y me besó. Luego me dijo.

 

–Enséñame, no sé nada.

 

 –Solo haz lo que tú quieras. Le dije.

 

–Es que no se hacer nada, es en serio. Me susurró.

 

 –Haz lo que yo te hice. Y le di un beso en la boca.

 

Luego la besé por toda su cara y le dije así es. Y ella hizo lo mismo, hasta que se cansó de besarme, hasta que nos cansamos de besarnos y abrazarnos. Luego nos recostamos una al lado del otro y me dijo;




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