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Capítulo 7: Las rosas

 



 

Al día siguiente me levante con mucha resaca, no podía levantarme. Tomé el celular para enviarle un mensaje a Clement para avísale que no llegaría a trabajar hoy porque estaba enfermo, al ver el celular la primera notificación era de Steffi.

 

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No podía creer, que lo había arruinado todo, en menos de 24 horas. Steffi no quería verme y su mama me iba a echar si llegaba hoy a trabajar. No sabía qué hacer, el dolor de cabeza producto de la resaca, no me dejaba pensar. Me tomé un analgésico y me quede dormido, me levante en la noche y le envié varios mensajes a Steffi sin respuesta.

 Al día siguiente no fui a trabajar, le avisé a Clement que seguía enfermo. Intenté comunicarme con Steffi y nada, la llamada me desviaba al buzón de voz, le envié mensajes y tampoco me respondía, me había bloqueado del WhatsApp. Y así pasaron los días, Alexa me mandaba mensajes de lo que pasaba allá en el restaurante, tenía días sin ver a Steffi. Y me decía que la mamá se veía muy enojada. Pero que lo iba a superar. Que volviera, yo le dije. No volveré, no tiene ningún sentido si ella no me habla. Hasta que me llegó un mensaje un mes después.

 

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Steffi me siguió escribiendo todo ese mes que paso, pero no quería verme, yo encontré otro trabajo en un restaurante mexicano más cercano al departamento. De a poco comencé   a ganarme la confianza de Steffi, cada día eran más los mensajes de WhatsApp y cada día estábamos más cercanos y cómplices, intenté llamarla para escuchar su voz, tenía ya dos meses sin escucharla, pero no me respondió. Luego al día siguiente, la volví llamar y tampoco me respondió. Le pregunté por WhatsApp;

 

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Se me hacía muy raro que Steffi no hablará por teléfono, ni audios y menos llamadas. Pensé que podía sufrir de fobia social, pero en realidad no me importaba mucho eso. Solo me parecía raro.

 

 Después de dos meses Steffi acepto una de mis miles de invitaciones, la invité de nuevo al Cinamon NY al cual iba con Dani. La fui a buscar al metro, llevaba un gorro gris y tenía el pelo decolorado. Cuando me vió me dio un beso en la boca y sonrió, me agarró el brazo y caminamos hacia la cafetería, mientras nos besábamos y hablábamos.

 Nos sentamos uno al lado del otro, y ella no paraba de mirarme, ese día, no hablamos del episodio de las rosas. Le conté acerca de mi mejor amigo, de lo que le había ocurrido y de lo triste que había quedado después de ese accidente. Ella me dijo; 

 

–Él está bien no te preocupes, con mucha seguridad. Yo la miré y me pregunté,

 pero como sabe que está bien, si nunca lo ha visto, pero no le di importancia, quería puro besarla en ese momento. 

Nos besamos apasionadamente ese día. Luego me dijo que tenía que irse pronto, porque su mamá regresaba a las diez y se había escapado de la casa, la acompañé hasta el metro y la vi de lejos como entraba y se alejaba de mí.



 




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