"Algún día te darás cuenta que yo lo daba todo por ti"
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Matias Henderson
Lo primero que capto al abrir los ojos es el techo de color blanco, estoy recostado en una cama con maquinas a mi lado.
Intento que mi mente procese en donde estoy, pero una chica con uniforme blanco capta mi atención.
— Oh ya despertaste Matias— me sonríe— En un momento viene el doctor.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
— Esta en tu expediente, estas en el hospital.
— ¿Cómo llegue aquí?
— Tu padre te trajo el día de ayer— no puedo evitar sonreír y dejar toda la tensión.
— ¿Cómo te llamas?— me mira— Tu sabes mi nombre es justo que sepas el mío.
— Me llamo Alessandra.
— ¿Nombre italiano?
— Si— sonríe nuevamente y comienza a inyectar algo.
Mi instinto es llamar a aquella chica que no ha salido de mi mente.
— ¿Tienes un teléfono?— asiente— ¿Me lo prestas?
— ¿Yo que gano con eso?
— Una bonita amistad— sonrió.
— Toma— me da su teléfono— Solo no tardes mucho.
Marco el numero y espero a que responda.
— ¿Hola?— vuelvo a escuchar su voz.
— Hola.
— ¿Quién habla?
— Soy yo bonita.
— Ah eres tu, ¿Qué pasa?
— Nada, solo quería escuchar tu voz.
— Te he extrañado mucho— yo también bonita— ¿Nos podemos ver?
— Matias, cuelga que ya vienen— me dice Alessandra.
— En este momento no puedo— le respondo a Emma.
— Tengo que colgar— su tono de voz cambia— Adiós Matias— termina la llamada y en ese momento entra el doctor.
— ¿Cómo estas, Matias?— comienza a revisar el expediente.
— No lo se, usted es el doctor.
— No estas muy bien, te haremos unos estudios para revisar si tienes algo demasiado grave— me informa— Tu padre ya nos autorizo.
— ¿En donde esta el?
— Dijo que en unas horas regresaba— no digo nada mas.
Comienzan a hacer un montón de estudios y revisiones casi todo el día.
Cuando dijeron que era todo me dejaron descansar en mi habitación.
— Supe que ya habías despertado— dice mi padre al entrar— ¿Cómo estas?
— ¿Cómo piensas que estoy?— se queda callado— Me mentiste, dijiste que no me pasaría nada— parezco niño chiquito al reclamar esto.
— Lo siento— se que realmente lo hace— No pensé que pudiera llegar tan lejos.
— ¿Solo me sacaste a mi?— vienen a mi mente Olivia y Cora.
— Si, solo estabas tu.
— No— se que no— Detrás del mueble había un cuarto con dos niñas adentro.
— No había nadie Matías— repite— Revise todo el sótano, vi esa habitación, pero no había nadie y tampoco había señales de que alguien estuvo ahí.
— Ahí estaban— se que si— estuvieron conmigo todo este tiempo.
— Tal vez solo eran alucinaciones— no puede ser.
Seguimos hablando durante un rato hasta que me quedo dormido, jamás había disfrutado dormir tanto y hoy después de dos meses dormí tranquilo.
Y una semana después aun estoy aquí, me siguen haciendo estudios y a única persona que ha venido es mi padre.
— Algunas ya están cicatrizando— me dice Alessandra que esta revisando las heridas de mi cuerpo— Pero se nota que algunas no son recientes.
— ¿Qué quieres decir?
— Que parece que muchas ya tienen algunos años.
— Es porque las tengo desde hace años.
— ¿Por que?
— Alessandra, no nos pagan para preguntar su vida privada— dice el doctor el cual esta revisando mi expediente.
— Lo siento— y muchos de los doctores y enfermeras están comprados para que no digan nada de mis heridas.
— ¿Cómo esta?— pregunta mi padre.
— Esta mejorando.
— ¿Ya puedo irme?— pregunto y niega.
Alessandra y el salen de mi habitación dejándome con mi padre.
— Oye— lo llamo— ¿Puedo hablar con alguien y decirle en donde estoy?
— ¿Con quien?
— Con Lucia y Federico— ellos son los únicos que no harían preguntas y actuarían normal— Me gustaría verlos.
— Diles que si quieren pueden venir hoy— accede— Voy a la cafetería.
Antes de irse me deja su teléfono, marco el numero de Lucia y le digo en donde estoy y que puede venir ha verme junto con Fede; a lo que ella respondió que vendrían hoy mismo. La tarde transcurrió normal hasta que ellos llegaron.
— Matias— me llama Lucia— ¿Cómo te sientes?
— No estoy en mis mejores momentos.
— Me alegra mucho verte— dice con una sonrisa y me abraza.
— Hola— le digo a Federico.
— Hola.
— Sinceramente no he comido nada en todo el día— dice Lucia— Así que voy a la cafetería, mientras tanto ustedes pueden hablar.
— ¿Me traes algo?— le pregunta Federico y ella asiente.
Lucia sale del cuarto dejándonos solos a Federico y a mi, ninguno de los dos habla. Venga Matias el es una de las razones por las que volviste.
— Te traje algo— rompe el silencio— Tu libreta, supongo que tienes mucho que escribir— dice sacándola de su mochila.
— Gracias.
— Termine con ella— dice de la nada y yo lo miro— Con Emma.
— ¿Cuando?
— Ya tiene tiempo, fue el día después de la fiesta.
— ¿Por que?
— Porque tu tienes razón— se sienta a mi lado— Ella es demasiado buena para mi y yo no merezco a una chica así— hace una pausa— Al menos no la merezco a ella.
— ¿Solo por eso?
— No— me mira— También porque tu eres perfecto para ella, ¿Cómo competir contra ti?— suspira— Se aman y contra eso no puedo competir.
— No la amo.
— Al parecer los únicos que no se dan cuenta que se aman son Matias y Emma— ríe— Entonces ¿Amigos?
— Siempre, hasta que alguno muera— para eso no faltaría mucho.
— ¿Matias, que hiciste?— me pregunta Alessandra al entrar al cuarto seguida de Lucia— Otra vez te esta sangrando.
— Tal vez tu no lo hiciste bien.