Ven y Atrapame

06▫️Conexión.

El arte de no encajar en el mundo, y no temblar de soledad. —Elena Poe

 

CAPÍTULO VI
🕊

 

 

"Bienvenida a casa, H" ¿Era casualidad? No lo creía, esas palabras escritas en las pared estaba segura que eran para mí, pero lo que más invadía mi mente ¿Era en realidad una bienvenida? ó ¿una amenaza?

Fui agarrada bruscamente del antebrazo, mi cabeza era un mar de sentimientos, curiosidad, temor, ansiedad, por eso no me tomé las molestias de ver quién me guiaba a la salida. Mi mirada viajó de un lado a otro, observando a las personas correr rápidamente hacia sus hogares, donde rogaban encontrar a sus hijos allí. La mujer que entró gritando desesperada asegurando que su hijo había desaparecido estaba de rodillas lamentándose, siendo consolada por el alcalde junto a su esposa y Catherine.

Tropecé con el vestido bajando las escaleras de la asamblea hasta llegar a la calle y fue que le presté atención a la persona que me jalaba del brazo fuertemente, su cabello negro lucia desordenó, me detuve en seco y me alejé de él de un tirón al darme cuenta quién era.

Su cuerpo se volteó hacia mí, con su mirada afilada. ¿estaba enojado?

—No me vuelvas a tocar —le advertí, abrazándome a mi misma por el frío, mi brazo tenía la marca de sus dedos, fue tan fuerte su agarre que seguramente amanecería con moretones.

Caminó con enojo hacia mí, como si yo fuera su contrincante a quien le viene a dar su merecido, pero en cambio de recibir un golpe de su parte, recibí un cálido saco negro cubriendo mis hombros, llevándose consigo cualquier rastro de frío. Lo miré sorprendida ¿ahora intentaba ser amable? Sus ojos diferentes me observaron, esperando alguna palabra de mi parte y cuando no recibió ninguna caminó hacia mi auto.

Qué esperaba que le dijera ¿gracias? En sus sueños esas palabras iban a salir de mi boca para una persona como él.

—Tienes que ir a casa, entra —señaló el interior del auto, su voz gruesa como si intentara no gritar, pero no disimulaba su irritación.

—¿Cuál es tu problema? —puse las manos en mis caderas, esperando una respuesta. Sus ojos me intimidaban, eran hermosos, pero algo en ellos me hacían temerles y desconfiar.

—Puedes dejar de ser tan.. —Sus dedos fueron a la parte de su frente y se la frotó. ¿Acaso yo le daba dolor de cabeza?

—Bien, iré a casa, no por qué tú me lo órdenes, si no porque es obvio que el baile terminó —Dije al fin. Y si, me estaba poniendo a la defensiva.

—Yo conduciré —dijo y se subió al auto antes de que protestara.

Mi cabeza no podía entender porqué él se estaba comportando de esa manera, primero intenta matarme, luego me compara con un animal y ahora quiere ser amable llevándome a casa... ¿Y si aún quiere asesinarme? Me estaba volviendo loca, era obvio que en el bosque solo quería asustarme, o eso quería creer.

Sopló una brisa tan helada que mi cabello se alborotó y tuve que cerrar los ojos y agarrarme de la puerta, estos tacones no ayudaban mucho para mi equilibrio. A unos cuantos pasos, una sombra se movía entre los autos, de donde estaba no lograba ver bien qué era lo que se movía ¿Un perro? ¿Una persona?

—Entra ya —La voz del chico en mi auto me asustó y entré rápidamente cerrando la puerta de un portazo.

Aún no me había dicho su nombre después de todo.

Me puse el cinturón, observándolo mientras encendía el auto, su cabello como la primera vez que lo vi caía sobre su frente en ondas, como si no se hubiera peinado, pero aún así estaba perfecto. Su camisa blanca  no tenía ninguna arruga y se había aflojado la corbata. Pero lo que más me llamaba la atención era su mirada, estaba clavada en la carretera y fruncía el ceño, como si algo le molestara.

—¿Hoy si me dirás tú nombre? —hablé, para romper la tensión en el ambiente.

—Mi nombre no es de tu incumbencia —susurró, casi no lo escuché.

—Tampoco es de tu incumbencia llevarme a casa y aún así lo estás haciendo —fruncí mi ceño, genial, ya estaba igual que él.

—Sabes... eres tan irritante que solo escucharte me hace querer — ¿besarme? Pensé — arrancarte la lengua —dijo y me maldije por mi pensamiento, si claro, en vez de besarme prefiere arrancarme un órgano muscular. Además ¿Porqué pensé que quería besarme? Solo agradecí no haberlo dicho en voz alta.

—Me cuesta entenderte, sabes ¿verdad? —le dije cruzándome de brazos. Y a mi me gustaría arrancarle esos bonitos ojos de diferentes colores que tiene.

Se estacionó frente a mi casa bajándose lo más rápido posible, lo miré extrañada mientras le daba la vuelta al auto hasta llegar a mi puerta y abrirla bruscamente. Intenté quitarme el cinturón pero el ya sé me había adelantado, quitándomelo rápidamente, me tomó nuevamente del brazo y me arrastró hasta la puerta de mi casa.

—¡Suéltame! —grité, zafandome de su fuerte agarre —Te dije que no me volvieras a tocar.

Él no parecía importarle mis palabras.

—Necesito que te quedes en la casa, no quiero que salgas, ahora entra —abrió la puerta y me empujó dentro ¿no estaba cerrada con llave?

Intenté no caerme, el enojó crecía en mi en cada segundo. Me quité con dificultad un tacón y salí corriendo tras de él quien ya iba llegando a la vereda pero no había cruzado la pequeña verja aún.

—¡Y yo quiero que te alejes de mí y me dejes en paz! — le aventé mi tacón, pero claramente ni siquiera lo tocó. Me quedé parada ahí, en mitad del jardín, con mi vestido blanco y mi cabello desordenado, observándolo desaparecer por el bosque, ni siquiera me importaba. Pero estaba tan cabreada que me haya dado órdenes como si fuera de su maldita propiedad, como si el fuera mi amo y yo su sumisa.

Mi pecho subía y bajaba rápidamente, junto a mis mejillas húmedas por las lagrimas que empezaba a derramar. Me veía tan patética en medio de la noche. Limpié una lagrima con enojo, y caminé nuevamente hacia la casa, con un pies descalzo y con mi dignidad arrastrando. Me di cuenta que desde que volví a Brașov lo único que había echo era llorar, ya no era fuerte, me había convertido en aquella niña que lloraba por todo, me había vuelto débil, otra vez.




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