Venciendo al tiempo

Paete 1. El final de Terno

El Rey estaba en sus aposentos respirando con dificultad, el veneno que le habían aplicado sus enemigos estaba haciendo el efecto que se preveía. Un veneno que le secaba la boca, seguía bebiendo y el veneno actuaba con más fuerza haciendo que su cuerpo se debilitase.
En la misma habitación se encontraba el capitán real que había sido condenado a muerte y que había huido de los calabozos. El Rey antes de llegar de su viaje había ido a llevarle el perdón real y a ver a su familia, devolviéndole la corona a su esposa y visitando al príncipe.
El capitán se encontraba ahora haciendo lo imposible por mantenerlo vivo, pero la vida se consumía por momentos.
-Capitán recuerda tu juramento.
-Si mi señor lo recuerdo y lo cumpliré. Ya he dado orden a los hombres que vayan a buscar a la Reina y a su hijo.
-Quema y destruye todo lo que me nombre como Rey de este reino, no quiero que haya nada que me recuerde, así el Dios no me podrá perseguir.
Dame vino a ver si puedo quitar esta sed que me está matando.
-Tome señor.
-Busca al anciano con el que he hablado y llévalo para cumplir la misión que le he encomendado.
-Señor aún podemos vencer a la enfermedad.
-No amigo, este ya es el final. Sé que han sido los druidas, los que me han envenenado.
-Mandaré ahora mismo que los prendan y torturaré hasta que me den el antídoto.
-No capitán, déjalos libres, esta es la parte final de mi lucha, nada pueden hacer ya por conseguir vencer al Dios, así que lucharé yo solo la última batalla. 
-Dejadme que os acompañe y os proteja.
-No capitán, tú tienes una misión que hacer y luego debes ayudar a mi hijo en la gobernación del reino
-Señor, cumpliré sus órdenes y luego me reuniré con usted.
-No, gracias, deseo estar solo en está lucha.
El capitán estuvo allí a los pies de la cama de su señor hasta que este dejo de respirar en un último suspiro. El capitán se retira de la habitación y se va en busca de los druidas que estaban reunidos en sus aposentos. El capitán abre con fuerza la puerta.
-¿Quién ha sido el que ha envenenado a nuestro Rey?
Todos se miran nerviosos y señalan a un hombre. 
-Ha sido él, ha sido él, nosotros no queríamos -señalan al más anciano.
-Traidores, todos hemos sido culpables. 
-No, no mi capitán, ha sido él quien nos ha convencido, nosotros somos fieles a nuestro Rey -dicen todos al unísono.
El hombre queda mirando a los hombres como se pelean entre ellos.
-Basta ya -grita el capitán.
-Ven aquí anciano. 
El hombre apenas se mueve del lugar.
-No me hagas ir a buscarte, ven aquí ya.
-De verdad señor que nosotros no hemos sido.
-Me da igual quien haya sido, vuestro Rey os ha perdonado la vida y me ha pedido que os libere. Yo soy más partidario de colgaros de la almena más alta por traidores.
-Gracias, gracias -dicen los hombres.
-Abandonaréis el reino y jamás volveréis a entrar en nuestras tierras, ni contar nada de lo que aquí ha ocurrido, de hacerlo yo mismo os colgaré del árbol más alto.
-¿Podemos irnos ya?.
-Mis hombres os escoltarán hasta la frontera en distintos lugares para que no os encontréis jamás.
Los soldados entran en la habitación y se van llevando a los druidas a distintos lugares para que no puedan hablar entre ellos.
-Tú, dime la verdad, ¿has sido el que ha preparado el veneno?
-Mi señor yo no he hecho esto, han sido ellos, yo solo...
El capitán saca su espada.
-No tengo tiempo para estas cosas. Necesito que me prepares un veneno que se pueda beber, que produzca sueño y después la muerte. ¿Puedes hacerlo?
-Mi capitán, yo...
-Espero que si porque si no será hoy tu último día de vida.
-Podría, pero no tengo los ingredientes que se necesitan.
-Escríbeme en una hoja lo que necesitas y lo buscaré.
Al día siguiente el capitán se reúne con el druida.
-¿Te han traído lo que necesitas?
-Si capitán, aquí lo tiene -le entrega un pequeño odre.
-Esto es un licor dulce que adormila y luego lleva un veneno que detiene el corazón, y la vida.
-Gracias druida. Como me pidió el Rey te dejaré libre en la frontera y no quiero que hables nunca más de lo que aquí ha acontecido si no quieres que te persiga y te mate.
-No mi señor, nada diré.
El capitán se va a la cripta del castillo donde está su Rey.
-Las órdenes de nuestro Rey antes de morir fue que llevásemos el cuerpo de la ciudad y lo enterrásemos en un lugar que solo conoce este hombre -señala al anciano de pelo blanco y largo bastón.
-Sí, debemos irnos pronto, aún nos queda un largo trecho hasta el lugar donde ha decidido que sea enterrado.
-Coged con cuidado y con respeto el cuerpo de nuestro Rey y llevarlo al carromato.
Como ordenó su Rey, sus hombres más fieles llevaron el cuerpo sin vida del monarca a un lugar desconocido; un lugar yermo de vida, un lugar que él había encontrado lejos de su reino donde nadie supiera de su existencia, un lugar donde pudiera descansar lejos del tiempo.
El capitán de la guardia le pregunta al anciano.
-¿Anciano, es esté el lugar que nuestro señor eligió para que se le enterrase?
-Si, aquí está la marca que dejamos la vez que vinimos.
Éste es el lugar donde debe descansar su cuerpo.
-Mis órdenes eran que se enterrase de noche con la luz de la luna.
-Pues tenemos suerte hoy habrá luna llena.
El capitán llamó a los dos soldados y les ordenó cavar una profunda tumba, que no pudiera ser excavada por las fieras que por allí viviesen.
-Podéis descansar, tomar un poco de agua para refrescaros, ahora debemos esperar a que llegue la noche y podamos poner a nuestro Rey en el lecho.
Los cuatro hombres apenas hablaron en todo ése tiempo que quedaba de luz.
Y la noche llego silenciosa, con un frío manto que cubría desde el horizonte hasta su campamento. Los hombres cogieron sus ropas para abrigarse pues la temperatura había bajado muchos grados, parecía increíble que en ese lugar hubiera un cambio tan radical de temperatura con solo la falta del sol. A lo lejos se oía el aullido del chacal que también debía protestar por ese frío. 
-Bueno señores, la luna ya nos muestra que hemos de enterrar a nuestro Rey.
Los dos soldados cogen con cuidado el cuerpo de su señor y se acercan a la tumba, el capitán le quita las cuerdas y trapos que cubrían su cuerpo y revisa que no lleve ningún objeto que le pueda relacionar con su reino, el cadáver se encuentra vestido con ropas de campesino y envuelto con una tela de lino. 
-Amigo daría mi vida por poder volver en el tiempo y ser otra vez los niños que en su día fuimos -le susurra al oído a su Rey.
Su más fiel capitán recuerda lo importante que fue para él su amistad con el Rey. El hijo de un porquero nunca hubiera podido llegar a tan alto rango si no hubiera sido por su amistad desde niños, por su pacto de cuidar el uno del otro.



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En el texto hay: tiempo, aventrua

Editado: 27.02.2021

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