Venciendo al tiempo

Parte 1. La vuelta de Carlo

A los cinco días de la partida del capitán con el cuerpo del Rey llega al castillo la Reina y el nuevo Rey; el hijo de ambos, allí les esperan los sirvientes del castillo y ella les pregunta:
-¿Dónde está el Rey?
-El Rey ha muerto mi señora.
-Sí, eso ya me lo han comentado los soldados que nos escoltaron, pero donde se encuentra su cuerpo, ¿está en la cripta?
-No lo sabemos señora.
-¿Como que no sabéis donde se encuentra mi padre, el Rey?
-Mi señor, el Rey fue llevado a la cripta real pero su cuerpo ha desaparecido.
-¿Cómo qué ha desaparecido?, ¿quién se ha llevado el cuerpo de nuestro Rey? -dice la reina.
¡Quiero ver al capitán! llevadme ante él.
-Tampoco está, ha debido ir en busca de quien ha profanado la cripta, de quien se ha llevado el cuerpo de nuestro Rey
-Quiero ver al consejero del Rey
A los pocos minutos llega un hombre corriendo por el pasillo del palacio.
-Mi señora, me alegro de que hayan vuelto.
-¿Que sabes del cuerpo del Rey? ¿Quién lo ha profanado?
-Mi señora no sabemos nada, al día siguiente de llevarlo a la cripta el cuerpo ha desaparecido.
Tenemos dudas porque el mismo día de la muerte los druidas fueron liberados por el capitán y el mismo capitán desapareció con dos hombres.
-Quiero que esos hombres sean encontrados y llevados ante mi presencia -dice el chico.
-Si mi señor.
Su padre, el Rey, dio órdenes de que se les trajera a ustedes al castillo y que como heredero suyo se le coronase como Rey.
-De momento queremos que la ciudad sea abierta, que quiten estas lonas que tapan la ciudad y que se abran las puertas para que las gentes puedan entrar, queremos que la vida vuelva a esta ciudad, a este reino.
-Pero señora el Rey ordenó que se tapase la ciudad para detener el tiempo, que el Dios no pueda ver lo que aquí hacemos.
Después de decir la palabra maldita el consejero se pone de rodillas implorando perdón.
-Lo siento mi Reina, no quería decir la palabra prohibida, fue un error, no lo volveré a hacer, lo prometo, yo..., yo...
-Levántese consejero, esa y otras órdenes serán anuladas por el nuevo Rey de estas tierras.
-Gracias mi señora.
-Quiero que se convoque una reunión del Consejo para mañana y queremos que se corone de urgencia a nuestro heredero y futuro Rey.
En los días siguientes se reunió el Consejo del Reino, se coronó Rey de Spinto a Carlo, hijo del Rey Terno; se liberó la ciudad de la oscuridad que había pasado ese tiempo desde la orden de su padre; y se enviaron expediciones para encontrar su cuerpo y al capitán desaparecido.

Han pasado siete lunas, las expediciones que buscaban el cuerpo del Rey consiguen encontrar el campamento de los cuatro hombres, los encuentran en el mismo lugar donde pararon a descansar, los encuentran tumbados, durmiendo a pesar de que es medio día y el sol castiga sus cuerpos.
-¡Levántense! -grita el soldado a las cuatro personas, pero su voz no encuentra respuesta. Desmontan y comprueban que están todos muertos, el capitán aún sostiene en su mano un odre de licor.
-¿Qué ha pasado?
-No lo sé señor, debieron ser envenenados.
-Revisen a ver si encuentran por los alrededores el cuerpo de nuestro Rey.
-Aquí está la mordaza de su cuerpo, pero no hay rastro de él.
-Quiero que vayan haciendo círculos hasta que lo encuentren, no puede estar muy lejos de aquí.
-Si señor.
-Y ustedes recojan los cuerpos de estos hombres y llévenlos ante nuestro Rey.

Después de días buscando, de remover hasta la última piedra de ese paraje deciden volver al castillo.
El Rey les espera a las puertas del castillo, espera que hayan encontrado el cuerpo de su padre.
-¿Capitán donde está mi padre, donde está el Rey?
-No lo sé majestad, solo hemos podido encontrar a esos hombres que fueron los que se llevaron el cuerpo de vuestro padre, pero por más que hemos buscado no hemos encontrado el cuerpo, ni ninguna señal que nos indicase donde podríamos buscar.
El Rey se vuelve a sus aposentos contrariado, su madre que había estado oyendo la conversación se va a consolarlo.
-Hijo debes dejar de buscarlo, esa era su voluntad.
-Madre, es mi padre, a pesar de lo mal que nos hizo pasar estos últimos años siempre ha sido un buen padre para mí.
-Lo sé, pero hay que respetar su último deseo. Lo importante es que vuelvas a reunir a tu pueblo, que les des el amor que él les dio cuando estaba bien, y que confíen en ti como ellos hicieron en tu padre.
Y de momento quita todo vestigio de esta obsesión de los últimos años, deja que los hombres y mujeres puedan vivir libres de toda opresión.

Los juglares recorrieron la ciudad y pueblos de alrededor para avisarles que el Rey les convocaba en la plaza mayor.
Llegado el día el Rey se acerca al trono que hay en la plaza, a su lado está el trono de la Reina ocupada en estos momentos por su madre. Hacía tiempo que no se reunía a la nobleza y la plebe para algo que no fuera una batalla, o una amenaza.
-¡PUEBLO DE SPINTO! -se queda durante unos segundos esperando, como si no supiera que decir. La gente murmulla al ver que no sigue hablando- ¡PUEBLO DE SPINTO...! quiero empezar pidiendo perdón por todo el dolor y daño que habéis sufrido estos últimos años. No puedo borrar todo ese dolor, no puedo borrar vuestras pérdidas, solo puedo pediros perdón por todo ese mal que os ha causado mi padre, vuestro Rey.
Pero no quiero que vuestro último recuerdo hacia él sea de odio, pues sabéis que en vida ha hecho todo lo posible por vosotros, por su pueblo, incluso en la locura de detener el tiempo ha sido pensando también en vosotros. Lo mucho o poco que tenemos, la paz que hemos tenido hasta la fecha ha sido gracias a él.
¡PUEBLO DE SPINTO!, quiero pediros ahora vuestra ayuda, vuestro cariño y vuestra lealtad hacia mí, hacia vuestro nuevo Rey. Quiero que volvamos a ser un pueblo en paz y armonía, quiero que progresemos y busquemos la felicidad. ¡PUEBLO DE SPINTO!, desde hoy queda abolida la ley que proclamó mi padre de eliminar hablar del tiempo; podréis volver a tener artilugios para el control del tiempo y volver a hacer que nuestro pueblo sea el referente de este mundo.
Nada ni nadie es tan poderoso que pueda detener el tiempo, o la luz del sol, o la muerte, así que vivamos la vida disfrutando de cada día, e intentando hacer felicices a los nuestros.
Débilmente el pueblo empieza a decir el nombre de su Rey, hasta que al final es un clamor que llega al cielo 
-¡CARLO, CARLO, CARLO....!
El Rey una vez que ha hablado saluda a su pueblo, saluda a los nobles y seguido de su madre se retira al palacio.



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En el texto hay: tiempo, aventrua

Editado: 27.02.2021

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