El tiempo va enterrando el pasado, y si no hay restos nunca se sabrá si hubo una civilización, o quien es el primer hombre del que desciende nuestra especie.
-Quédate un ratito más en la cama.
-No puedo.
-Anda... juguemos otra vez.
-Me has dejado seca, no tengo ni fuerzas para levantarme.
-Pues mira, este sigue pidiendo guerra.
-Venga tápate y déjame salir ya, que voy a llegar tarde.
Él la tiene abrazada y no la deja moverse, mientras con su boca va besando su espalda.
-Me voy a la ducha, ¿te vienes?
-Ufff aún no, quiero aprovechar unos minutos más en la cama.
-¿Hoy no piensas hacer nada?
-Siete meses de duro trabajo en el desierto han dejado mella en mi cuerpo. Intentaré recuperar un poco de sueño que luego me quedan otros tantos sin poder probar una cama en condiciones.
-Pues no has descansado en toda la noche.
-Tenía que recuperar el tiempo que he estado lejos de ti.
-Hoy no vendré a comer, tengo comida de trabajo.
-¿Y no puedes aplazarla?, para el poco tiempo que voy a estar aquí deseaba pasarlo contigo
-Por la noche cenaremos juntos.
-¿Tampoco vas a venir por la tarde?
-Me voy a la ducha, luego hablamos.
-Vale -lo ha dicho de una manera triste para que le dé pena, pero ella ya se ha ido de la habitación.
Terminada la ducha se va a la habitación a vestirse y le ve totalmente dormido.
-Normal que estés derrotado -pero él ya no oye sus palabras.
María como cada mañana se va a la cafetería de la universidad a tomar el desayuno antes de entrar a trabajar.
-Hola, cariño.
-Hola, Juan -el chico se acerca y le da un beso en los labios.
-Ya tengo reservado el restaurante. Recuerda que hoy tocan los Blondi en la Imperial, así que hoy después del concierto podemos quedar a dormir juntos.
Ella no se acordaba del concierto de su grupo favorito, la llegada inesperada de Dani había roto todos los planes.
-Hoy no puede ser.
-Si ya he sacado las entradas.
-Lo siento, hoy no puedo.
-Pero solo van a tocar este día, luego se van de gira a otros lugares. Llevábamos meses esperando por ellos.
-Sí, lo sé, pero me ha surgido un imprevisto y no puedo quedar hoy.
-Pues aplaza el imprevisto unas horas.
Venga, ¿cómo es esa canción que tanto nos gusta?
"Cuando la vida te da una oportunidad, no la debes desaprovechar, el tren no va a volver a pasar..."
-Déjalo, lo tuyo no es la música.
-¿Entonces vienes?
-No, ya te he dicho que hoy no puedo.
-¿Qué puede ser tan importante para aplazar un evento que será mundial?
-Mi madre, no se encuentra bien.
-Vaya, no lo sabía, ¿algo grave?
-No, solo que había caído en casa y ahora tiene miedo a que le vuelva a pasar.
-Ups, que tarde es. Te paso luego a recoger por la facultad y me sigues contando.
-No, creo que hoy tengo lío, ya te llamo yo y me dices donde estas.
-Acuérdate que lo tengo reservado para las dos, que últimamente no sé donde tienes la cabeza.
-Ni yo.
María es arqueóloga, sería el parecido femenino de Indiana Jones si quitamos, que es mujer, que no trabaja en la universidad dando clases, y que apenas ha salido de la sala de trabajo desde que terminó su carrera. Se ha pasado los últimos cinco años limpiando y clasificando todo lo que su jefe Frank le va trayendo de las expediciones que realiza.
-Hola, Frank
-Hola, María.
-¿Viste el reportaje de ayer? El de los expolios que se hacen de tumbas.
-No, ayer estuve ocupada.
-Es una vergüenza, con lo difícil que es conseguir restos en buen estado. Y éstos malnacidos, por la codicia de sacar dinero no solo venden piezas de valor incalculable que nos darían pistas de cómo se vivía en la antigüedad, sino que además no tienen miramientos y destrozan todo lo que encuentran a su paso, que a veces tienen más valor que la propia figura.
-Ya.
-Paso más tiempo en el mercado negro, buscando en bazares y tiendas que en lo que es un yacimiento. No recuerdo cuál fue la última vez que desenterré una pieza. ¡Ah sí!, cuando conseguí el collar del Rey.
Recuerdo que éramos tres equipos de tres empresas diferentes. Éramos los que menos presupuesto para explorar teníamos, pero yo sabía que lo encontraría; mí experiencia me decía que donde ellos estaban excavando no se encontraría. Levantar el collar al cielo y ver el brillo fue todo un subidón de adrenalina, y un zas en toda la boca a ésos engreídos de Martins.
-Ya, debe ser impresionante -lo dice con voz de desilusión
-Alégrate mujer, que somos un equipo perfecto, yo desentierro y tú clasificas.
-Si, no me ves como me alegro.
-Bueno, no todo es recompensa, la mayor parte del tiempo estoy desenterrando huesos de perros.
-Si, y yo limpiandolos.
-Me han pasado los datos de un posible yacimiento, así que este mes estaré fuera.
-¿Cuándo puedo ir contigo? Lo digo porque estoy segura de que puedo aprender mucho de tu experiencia en el campo.
-Sí, sí, un día iremos.
-Estoy un poco cansada de limpiar, también quiero poder hacer esa otra parte de la arqueología que es lo de trabajar en los yacimientos.
-No son los mejores lugares para las mujeres, se vive en condiciones a veces un poco extremas, poco higiénicas y hay que convivir con hombres de todas las clases.
-Soy mujer, pero no soy una figura de porcelana.
-Ya, pero en esos lugares la vida a veces no vale lo mismo que aquí.
-Me sé defender, vengo de un barrio donde si no luchabas te comían las ratas.
-Si, de éso también hay bastante.
-Me lo parece, o no tienes intención de que vaya contigo.
-Sí, si, algún día iremos.
-¿Por qué no ahora?
-El presupuesto para esta expedición ya está cubierto, la universidad no nos da más fondos.
-Pero yo puedo pedir financiación por mi cuenta.
-Esta vez no, la próxima lo hablamos.
Por cierto, ¿ya dataste ese jarrón que te traje?
-Sí -dice ella de mala gana.
-Dame una alegría.
-Lo tienes en la basura.
-¿Basura?
-Sí, tiene la misma edad que la vajilla de mi abuela, de hecho al limpiarlo un poco se veía hasta el número del fabricante.
Se ve que tu gran experiencia no supo distinguir una copia de una pieza antigua.
-Bueno, era un lote de una tienda y me parecía que era antiguo.
-Si, podría datarte hasta la mierda que acumuló desde que él de la tienda lo compró.
-Maldito cabrón, iré luego a que me devuelva el dinero.
Me tengo que ir porque tengo que preparar el pasaporte para el viaje.
-Vale, yo me quedo aquí trabajando.
Frank se ha ido y ella se queda allí trabajando, clasificando y anotando en un libro las últimas muestras recibidas.
Toc Toc.
Ella se gira extrañada pensando quien puede estar picando en la puerta.
-¿Quién es?
Nadie contesta, nuevamente se oyen los golpes de unos nudillos en la puerta.
María abre la puerta de golpe dejando en el aire la mano de Daniel que iba a volver a picar en la puerta.
-¿Qué haces aquí?
-Vengo a verte, aún tengo tu sabor en mi boca y no quería que se perdiese.
-Estoy trabajando.
-Ya lo veo,.. pero te echaba de menos.
-Pero no puedes estar aquí, tengo mucho trabajo, ¿ves todo lo que tengo en la mesa?
-Te veo un poco alterada, ¿Qué te ocurre?
-Frank que es un egoísta.
-¿Quieres que hablemos?
La pareja está hablando en la puerta cuando se acerca por allí Juan.
-Ya solucioné lo de las entradas, te veo a las dos.
-Vale.
-Luego te veo que voy con un poco de prisa.
El chico sigue su camino, Daniel se queda un poco descolocado.
-¿Ese no és Juan?
-Sí.
-¿Qué hablaba de unas entradas?
-Para el concierto de los Blondi.
-Ah, el grupo ese de música que te gusta.
-Si, me decía que podría conseguirme unas entradas, pero como estás aquí he preferido pasar tiempo contigo.
-Podemos hablar con él y si puede conseguir otra me voy contigo.
-No, seguro que estás cansado y necesitas descansar.
-Pues sí, pero me apetece hacer cosas contigo, no solo recuperar el tiempo. Por cierto -mira a los alrededores.
-¿Uno rápido ahora?
-Dani, que estoy trabajando.
-Valeee, no insisto.
Me voy a ir a comer solo, aburrido, pensando en ti y en tu... mmmm que rico.
¿Por cierto, decías que era una comida de trabajo, y Juan es de otro departamento, o ahora trabaja contigo?.
-Dani...
El teléfono de Daniel comienza a sonar y ella no termina la frase.
-Si, la documentación de la obra está en mi carpeta de color marrón; lo dejé muy claro, en el despacho en la bandeja donde dejo las órdenes. No debe ser tan difícil de entender.
Mira estáis todo el día tocándome las pelotas, para unos días que me cojo de descanso no puedo siquiera hacer éso, descansar.
Voy ahora a casa que tengo un lápiz de memoria con los datos porque sabía que me la ibais a armar, lo sabía.
Lo siento cariño me tengo que ir a casa, luego te veo, mira a ver si te libras pronto que tengo muchas ganas de ti.
-¿Problemas?
-Que te voy a contar a ti que no sepas cómo funciona la empresa. Estamos preparando una obra, y después de pedir mil y un permisos, ahora les falta el proyecto que marca por donde va a pasar la carretera. Tengo ganas de mandarlos a tomar por.... que el día que pueda irme voy a vivir.
Luego hablamos.
-Tranquilo, ya sabes, coge aire, suéltalo, coge aire, suéltalo.
-Eres estupenda, que sería de mí sin ti.
-Es un ejercicio que hago habitualmente para no matar a mi superior.
Daniel la abraza y la besa antes de irse.
El reloj ya marca más de las dos y María aún sigue en el despacho trabajando, es un trabajo que le encanta y cuando está en ello pierde la noción del tiempo. Su teléfono comienza a sonar
-Sí.
-María ya pasa media hora de las dos, y estoy aquí solo esperando en el restaurante, ¿recuerdas que teníamos la mesa reservada para las dos?
-Ostras es verdad, voy para allí, estoy en cinco minutos.
-Venga no tardes, te espero.
Pasados esos cinco minutos aparece María en el restaurante, Juan le saluda con la mano para que sepa dónde está.
-Hola, lo siento.
-Ya pensaba que me habías abandonado.
Ella se queda callada.
-Hola, cariño, ¿te pasa algo?
-Nada.
-¿He hecho, o dicho algo, que te sentase mal?
-No. Solo que estoy cansada.
-Es por Daniel, ¿verdad?
-¿El qué?
-Lo de anular las entradas. ¿Cuándo ha llegado? ¿has hablado con él? ¿sigues queriéndome?
Ella sigue quedándose callada.
-Puedo tomarles ya el pedido.
Juan sigue esperando una respuesta mientras María sigue mirando la carta.
-Aún no.
-Les dejo que se decidan.
-¿Vas a responder alguna de las preguntas?
-¿Me tengo que ir?
-Pero si aún no hemos comido. María, no te vayas, necesitamos hablar.
La chica se fue del restaurante dejando al chico mirando cómo se alejaba, necesita despejar la cabeza y por ello se pone a caminar sin rumbo. La tarde es calurosa, el cielo es de un azul intenso, el tráfico a esas horas es escaso y el caminar no ayuda a despejar su cabeza.
Juan es esa persona cariñosa que ha estado cuando ella se encontraba sola, cuando las ausencias de su pareja la superaban, cuando llegaba a casa y el vacío le hacía llorar, y Daniel, Daniel no estaba para abrazarla, para besarla, para hacerle el amor y despertarse oliendo a él.
Daniel, es lo impulsivo, lo mágico, el amor en explosiones controladas, es el hombre perfecto, pero se va y la deja sola... antepone su trabajo a su amor, o ¿es el trabajo su amor?. Eso no lo hará Juan
Pero acaso ella no hace lo mismo cuando tiene entre sus manos esa pequeña figura de la antigüedad, esa pieza que en su momento solo era un juguete de un niño, pero pasados mil años es todo un hallazgo arqueológico.
Su caminar la lleva de nuevo hasta la universidad, sube a su departamento, encima de la mesa está el libro de registro de las piezas que han conseguido para la universidad, se sienta a hojearlo, estos últimos meses no han conseguido nada importante. La universidad está haciendo recortes, no le extrañaría que su departamento sea uno a los que apliquen ese recorte.
Coge la figura con la que estaba trabajando cuando llamo Juan, acerca el pincel que estaba usando para limpiarla y lo vuelve a dejar todo otra vez en su lugar, para este trabajo hay que estar centrada y ella en estos momentos no lo está.
Se va a su casa para ver a Daniel. Cuando llega se lo encuentra en la cocina mirando a través de la ventana del horno.
-Hola, ¿qué haces?
-Ah hola, estoy mirando si ya sube el bizcocho que estoy preparando.
-¿Bizcocho?
-Si, me apeteció un trozo, y por no salir otra vez a la calle, y viendo que tenías en casa los ingredientes pues me pareció que era una buena sorpresa para ti.
Bueno, ya se ha roto la sorpresa, has llegado muy pronto, ¿todo bien?.
-Ummmmmm, me acuerdo que hacías unos esponjosos de limón.
-De limón es éste, espero no haber perdido el toque.
-¿Preparo un chocolate?
-No gracias, ese ya está preparado a falta de que llegases.
Si quieres vete preparando la mesa del salón y nos sentamos allí, como cuando éramos novios.
-Déjame cambiarme y ponerme ropa más cómoda.
-Si quieres puedes quedarte sin ella, para lo que te va a durar.
-Dani, hoy no estoy de humor.
-Pues unas caricias, unos besos y un ... hasta dentro, seguro que te hace desconectar y que te cambie el humor.
-Tú que eres tan activo, ¿qué haces todo este tiempo que no nos vemos?
-Pues aparte de joder a los compañeros, pues usar las alemanas, dependiendo del día, izquierda, o derecha. Pero como ves venía con el depósito a reventar.
-¡Qué cochino eres!
-¿Para qué preguntas entonces?
-Me voy a asear un poco y cambiarme de ropa, ahora vengo
-¿Vendrás con ese picardías que es mi perdición?
-¿Cuál?
-Ese que se transparenta todo... puffff
-No te hago caso, vengo ahora, tú vigila el bizcocho no se vaya a quemar.
-El mío está ya en su punto.
Ella sale del salón con media sonrisa, al llegar a su cuarto le suena el móvil, es un mensaje, es de Juan.
-Cariño, te echo de menos. Puedes llamarme, quiero saber lo que te ocurre.
Ella se queda pensando. Sé que tengo que tomar una decisión, no se puede estar así compartiendo su amor con dos hombres, no es bueno para ellos, no es bueno para ella. Pero los necesita a los dos, es el complemento que necesita, cada uno le aporta una parte que cree esencial en su vida.
No obstante, hoy hablará con Daniel, es una parte muy importante para ella, pero tanto tiempo sola por su trabajo la hace que sea vulnerable. Esa es la razón de que tomase esa copa con Juan y todo lo que posteriormente fue surgiendo.
Con Juan tendrá esa vida estable que necesita y poder tener una familia con hijos, está en esa edad donde tiene ese llamamiento de ser madre. A parte que su madre y amigas la agobian con ese tema.
-Peque ¿vas a tardar mucho?, no te quejes luego que ni lo has probado.
-Déjame un trozo.
A los pocos minutos llega ella con un pijama y bata de raso.
-Vaya con el calor que hace y tú me vienes tapada hasta las orejas.
Ven siéntate aquí.
¿Ponemos una peli?
-Prefiero estar así, tengo demasiado ruido en la cabeza.
Él se acerca a ella y le empieza a masajear los hombros y la cabeza. Sus fuertes manos han perdido su rudeza para ser dedos masajeadores. Ella siente punzadas de dolor que poco a poco empiezan a desaparecer con cada pasada de los dedos, parece como si todo el peso que se le acumulase en los hombros se hubiera desprendido de su cuerpo.
-Tienes unos nudos tremendos de tensión. Siento que te esté mancando un poco pero así no puedes quedar, túmbate en el sofá y quítate la parte de arriba del pijama que voy a seguir por toda la espalda, voy a por el aceite.
-Déjalo, no hace falta.
Pero él ya se ha ido. Así que le hace caso, sabe que lo necesita.
Vuelve al salón con aceites y cremas. Comienza nuevamente el masaje desde el cuello hasta el final de la espalda, sin prisa, con suavidad va recorriendo cada centímetro de su cuerpo deshaciendo toda esa carga que su cuerpo acumula.
Le da la vuelta, echa más aceite sobre su cuerpo y continúa el masaje, todo su cuerpo es el campo de trabajo de su chico, sus manos masajean su pecho, pero no como cuando hacen el amor, esta vez es distinto y ella se va relajando.
-Ya he terminado esta parte, sigamos con el resto del cuerpo.
Sin darse cuenta le ha quitado la parte de abajo del pijama y la ropa interior, nuevamente está desnuda ante él.
-Dani, no.
Pero antes de terminar la frase tiene nuevas punzadas de dolor cuando sus manos empiezan a masajear sus muslos. Sus dedos parece que se meten debajo de la piel, le arden las piernas, pero como le pasó hace unos minutos el dolor va desapareciendo y sus piernas se vuelven ligeras.
-Ya he terminado, voy a lavar un poco las manos y nos ponemos a merendar.
-Dani
-¿Qué?
-Gracias.
Él la besa en los labios y se marcha al cuarto de baño, se queda relajada con ese olor dulzón del aceite.
Sabe siempre lo que necesita, es cariñoso con ella, y aunque a veces discuten siempre sabe terminar esa discusión sacándole una sonrisa. Pero debe tomar esa decisión que necesita, debe mirar con caras al futuro, y en su futuro no ve que pueda pasar toda su vida con él, Dani es demasiado independiente y ella lo necesita cerca, no solo fines de semana. Y pensando en cómo hablar con él se queda dormida, así se la encuentra cuando llega al salón.
La tapa con una manta que tienen en el sofá y se acerca a la cadena musical para poner un poco de música. Su cabeza oculta una idea que lleva un tiempo rondándole.
Han pasado dos horas y se despierta, él está en el otro sillón leyendo unas hojas que traen el logotipo de la empresa.
-¡Por fin te has despertado!
Espera un momento que voy a calentar el chocolate y nos vamos a dar un homenaje, el bizcocho me ha salido de rechupete.
-Hola, ¿cuánto tiempo he estado durmiendo?
-Pues sobre dos horas.
-¿Por qué no me has despertado?
-Necesitabas descansar, espero que con el masaje y el sueño ya estés mucho mejor.
-La verdad es que si, me siento mucho mejor, mi cabeza ya no está tan pesada.
Dani tenemos que hablar.
-Si, pero con el estómago lleno, yo también quiero hablar contigo.
Ella se queda un poco extrañada al oír su última frase. ¿Qué es lo quiere hablar con ella?
-Vengo ahora, no te muevas y no te me duermas.
-Vale.
Se empieza a vestir mientras él se va a la cocina.
-Ya estoy aquí, El bizcocho es mejor comerlo frío, y el chocolate caliente. Ten cuidado no te vayas a quemar.
Le deja encima de la mesa el chocolate y un trozo generoso de bizcocho, lo mismo para él, y deja el resto en un plato.
-Bueno, pues cuéntame que quieres decirme.
-Prefiero saber qué es eso que me quieres contar, me has dejado un poco intrigada.
-Lo tenía muy claro en la cabeza, pero ahora se me está mezclando todo, y no sé cómo empezar.
-Pues por el principio, como se empiezan las cosas.
-Bien. Creo, si no me equivoco que llevamos siete años como pareja.
Ella asiente con la cabeza.
-En todos estos años hemos vivido una bonita historia de amor, con sus altos y bajos, sus risas y sus lágrimas, pero siempre hemos conseguido hacer que nuestro amor fuera puro y duradero.
Me has preguntado que hago en el día a día si no te tengo. Pues me siento vacío, me levanto cada día, y al mirar que no estás a mi lado el corazón se me para cada vez un poco más.
-También a mí.
-Te he dicho en varias ocasiones que vengas a vivir conmigo, por mi trabajo no puedo estar en un lugar fijo y siempre te pido que...
El teléfono de María empieza a sonar, mira la pantalla y es el número de Juan. Él se queda expectante no sabe qué hacer así que se queda mirando a María.
-¿Vas a cogerlo?
Ella bloquea la llamada, cuando Daniel quiere volver a hablar vuelve a sonar.
-Debe ser algo importante, cógelo.
-No, lo importante es lo que me estás contando ahora.
Apaga el móvil para que no vuelva a sonar.
-No sé qué estaba diciendo ahora.
-Que me has pedido que vaya contigo, pero siempre te digo que yo tengo mi vida, no quiero estar dependiendo de un hombre que me mantenga, además mi trabajo también es muy importante para mí.
-Si, lo entiendo. También yo estoy haciendo lo que más me gusta y me ha costado mucho llegar a donde estoy, pero es una pena ganar tanto dinero y no poder tener con quien disfrutarlo.
No, no era así por donde iba mi idea, no quiero que parezca que soy un materialista que solo miro por el dinero y que te quiero a mi lado como un objeto más de salón.
Lo que quiero decirte es que quiero tener algo más contigo, algo que sea duradero, algo que nos una aún más. Te he pedido varias veces que nos casemos, pero tú no eres de anillos, así que no te lo volveré a decir.
-No, para mí un papel no mejora las situaciones, las personas debemos estar juntas porque haya amor entre los dos y si no hay ese amor, entonces poder irnos a donde esté eso que necesitamos.
-Por eso yo vuelvo a casa en cuanto puedo, porque mi amor es incondicional hacia ti, igual que el tuyo hacia mí.
Se fija que no le está mirando ahora a los ojos.
-¿o no sientes ese mismo amor?.
-Yo no sé lo que siento en estos momentos.
-¿De verdad?, porque si es así no tienen sentido mis próximas palabras.
-¿Qué próximas palabras?
Él se queda callado durante unos instantes.
-Creo que estoy en ese momento que necesito ése algo más que hablamos en otras ocasiones.
Los dos siguen comiendo en silencio, mientras en el salón suena de fondo una canción de Héroes del Silencio.
-¿Qué me querías contar? -le pregunta.
-Muy rico el bizcocho,
Nada, no era nada importante.
Ahora que es el momento perfecto para decirle que no quiere seguir con esta relación, ahora es cuando a ella le entra el miedo a perder a ese hombre que está delante de ella, con los morros llenos de chocolate.
-Te estás poniendo perdido de chocolate.
Ella sigue pensando en la frase que acaba de decirle hace unos minutos, "algo que hemos hablado en otras ocasiones". No puede ser lo que ella ha estado deseando todos estos años, no puede ser, no puede ser que él quiera tener un hijo con ella.
-¿Quieres tener un hijo?, bueno, que tengamos un hijo -las palabras se le han escapado. Él termina de tragar lo que está comiendo y le dice:
-Sí, es lo que llevo dándole vueltas a mi cabeza estos últimos meses, y no como una forma de retenerte a mi lado, sino porque deseo ser padre. Pero eso choca frontalmente con tus palabras de que en estos momentos no sabes que mi amor sea lo que sientas.
Lo ha dicho, lo ha dicho, y sin tener que preguntárselo. Pero por qué ahora que ya tenía un candidato para seguir su vida.
-¿Hay otra persona?
-He esperado mucho tiempo esta frase, lo sabes bien. Mi deseo de ser una familia completa, pero para ello la familia ha de estar unida y tú no tienes tiempo para ello, casi no tienes tiempo ni para hacer ese hijo.
-Lo sé, pero te echo mucho en falta en mí día a día, y cuando veo a los padres con sus hijos me conmueve tanto, que quiero acercarme a ellos y abrazarlos también.
-Esa es mi misma sensación, es como si me estuvieras viendo por dentro.
Pero no se puede querer tener un hijo y no cambiar nada más.
-Voy a cambiar, voy a dedicarte más tiempo, pediré a la empresa un cambio de destino, que las obras que tenga que supervisar sean las que están más cerca de casa.
-¿De verdad lo harías?
-Te quiero mucho amor.
Se acerca a ella y la empieza a besar y abrazar. Ella le devuelve los besos con la misma intensidad, su cara y su cuerpo queda marcado por el chocolate, que él va lamiendo
-No seas marrano, que estoy pringosa del aceite de masaje, vayamos a la ducha antes.
-Vete, yo te sigo.
Ella se fue primero a la ducha, abrió el grifo y se puso debajo a recibir el agua fría que de momento salía. El agua caía deliciosamente sobre su cabeza, sus pechos, espalda, culo, piernas. Echo en su mano un poco de champú y con ello fue lavando el pelo; antes de aclararlo notaba que algo la presionaba por detrás, algo duro que se alegraba de verla. Mientras se aclaraba sentía como una mano se adentraba dentro de ella lentamente, acariciando su parte más sensible.
Estaba lista para él, un simple contacto la hacía ponerse a cien. La giro con un rápido movimiento poniéndola a horcajadas sobre él; y la penetró fuerte, como ella deseaba. Aprisionándola contra el cristal de la mampara iba marcando un ritmo lento que para ella era una dulce agonía de la que se escapaban ligeros suspiros, la iba dejando sin aliento mientras el agua resbalaba por sus cuerpos.
Susurrando a su oído le dice, "quiero más", él la sube aún más arriba sentando sus muslos en sus hombros, ella se agarra a la parte de arriba de la pared del cristal, y él busca con su boca los jugos de su interior, no para hasta que ella le pide entre súplicas que no siga.
Una vez terminada la ducha y secos se fueron a la cama.
-¿De verdad que quieres que tengamos un hijo?
-Es lo que más deseo en estos momentos, aparte de estar contigo para siempre.
-Yo también.
Editado: 27.02.2021