Ella golpea al hombre con la botella de vino que hay en el suelo, él se lleva la mano a la cabeza y de repente cae inconsciente al suelo. Desata rápido las cuerdas que retienen sus pies, y aprovecha esas cuerdas para atar al hombre, y le pone una mordaza en la boca.
Se asoma por la puerta de la tienda de campaña, ve que todo está tranquilo, recoge las llaves que tiene en el bolso de la tienda y se va rápidamente al coche. Lo arranca y se aleja a toda prisa del lugar.
Dentro en el palacio los dos hombres han oído el motor de uno de los coches.
—¿Qué es éso?
—No se.
—Vamos a mirar, a ver si es que ha venido alguien más.
Los dos salen del palacio y se van a la tienda de campaña donde ven que la chica no está y si el hombre inconsciente y atado.
Felipe sale rápidamente de la ciudad mientras su compañero esta desatando al hombre herido. Ve la estela de arena que se aleja hacia el noroeste. Vuelve corriendo y le pide a los dos hombres que se vengan rápidamente, tienen que empezar la persecución.
—Venga a la furgoneta, tenemos que cogerla antes de que llegue la noche.
—Me duele la cabeza.
—Más te va a dolor la cabeza cuando me entere que ha pasado. No entiendo porque se ha soltado.
—Supongo que la cuerda estaba mal atada y se ha soltado, cuando estaba dándole de beber me dio un golpe en la nuca con algo duro y me dejo inconsciente.
—No tengo tiempo a valorar si es cierto, o no de momento no quiero que perdáis esa estela de arena.
Los dos coches van a toda prisa por el desierto, los baches que van encontrando hacen que en los botes casi choquen las cabezas en el techo.
—¡Maldita puta!
El coche de los perseguidores va acercándose poco a poco al coche de la chica, que está conduciendo sin rumbo. Solo intenta alejarse de una estela de arena que la persigue, apenas ve que es un coche. Tiene que ir girando para no chocar directamente con las dunas y quedar encallada lo que sería lo peor que le podría pasar.
No sabe qué hacer, solo quiere poner distancia con ellos. El teléfono que tenía sujeto al techo cargando la batería acaba de quedar colgando del cable de corriente, pero en ése momento no puede usar las manos para otra cosa que no sea conducir. Con un movimiento lo coge y lo deja en la guantera de la puerta.
La dirección que está tomando la lleva hacia las montañas, espera que la noche, que poco a poco se va haciendo dueña del horizonte, sea total para que los perseguidores no tengan la referencia del polvo de arena que su coche va dejando a su paso.
—Esa zorra no afloja, necesitamos cogerla antes de que anochezca.
La distancia empieza a acortarse más, la chica ha tenido un problema y a duras penas a conseguido sacar el todoterreno de una duna que ella pensaba que podría pasar sin problema.
—¡Dispárale a las ruedas!
—Sí, jefe.
Los disparos le hacen darse cuenta que están más cerca de lo que le parecía, no puede cometer errores, pero no puede dejar de acelerar para intentar alejarse de ellos.
—¡Cuidado!
La furgoneta de los hombres ha empezado a dar giros inesperados, una rueda ha estallado, han debido de pinchar y el coche acaba incrustado en una duna.
—¡Mierda,... mierda,... mierda...!
Se baja rápidamente del coche y aunque el de la chica está lejos, él no deja de disparar hasta que el cargador esta vacío.
—No puede ser.
Tira la pistola al suelo y empieza a dar patadas a la arena.
—Venga bajar del coche y cambiar esa rueda, quiero que el coche funcionando ya.
—Sí, jefe.
Pero el tiempo ha seguido pasando, tienen que desenterrar parte del coche de la arena y luego cambiar la rueda; como les pareció una de las ruedas traseras había reventado por culpa de alguna piedra afilada.
La chica no ha parado de pisar a fondo el acelerador hasta que no ha visto el todoterreno ni la estela en el retrovisor. Ha sentido los últimos disparos, y luego nada más.
Afloja la velocidad y enciende las luces para ir conduciendo por un horizonte que cada vez está más oscuro. Una luz roja se enciende en el salpicadero, es el gasoil, empieza a pensar y ponerse nerviosa. Ha descargado el vehículo y también el gasoil, por lo que lo que lleva en el depósito es lo último que tiene. Debe intentar acercarse a las montañas para buscar agua, lo último que bebió fue lo que le cogió al secuestrador cuando este le soltó para que le hiciera una paja.
Una hora más estuvo conduciendo hasta que el motor dejo de funcionar. Para llegar a las montañas le queda una buena tirada de caminata; coge la pistola, las linternas y el móvil, y se pone a caminar entre la oscuridad, pero sabe la dirección hacia donde tiene que ir. A lo lejos se distinguen luces que no son de las estrellas, tiene la impresión que son los secuestradores que ya están nuevamente en el camino.
Coge el móvil y ve que tiene algo de cobertura. Debe llamar a Daniel, tiene que venir a rescatarla.
El móvil empieza a sonar, pero Daniel no lo coge.
—Venga Daniel, coge el teléfono.
La cobertura vuelve a perderse y ella empieza a moverse por la zona a ver si consigue volver a llamar.
Al ver que no lo consigue guarda su teléfono en el bolso y se pone a caminar.
El teléfono empieza a sonar.
—Detén el coche y apaga el motor.
Dígame jefe.
—¿Cómo va todo por ahí?
—Bien.
—¿Habéis encontrado algo?
—Tenemos que ir con cuidado, el lugar es bastante inestable, y un derrumbamiento estuvo a punto de aplastar a Tomas.
—Sí, tener cuidado no estropeéis más de lo que encontráis.
¿Y la chica?
—La tenemos en la tienda de campaña retenida.
—Preguntarle a ver si se puede conseguir algo de información que tenga. Cuando estuve con ella tenía unos libros, y a lo mejor en ellos hay algo de interés.
Pero mucho cuidado de que no se escape, aunque tampoco podría ir muy lejos. De momento, por si no se os ha ocurrido, quitarle las llaves, y no dejéis las de vuestro coche que pueda irse con ellos.
—Sí, si, no se preocupe.
—Mañana volvemos a hablar, o ya me llamáis vosotros si encontráis algo que sea importante.
Estoy pensando en ir hasta allí porque no me fío mucho de vosotros.
—Confié un poco en nosotros, revisaremos todo y si descubrimos algo importante le llamaremos para que venga a buscarlo, para qué va a hacer un viaje en balde.
—Tienes razón, pero no me falléis.
—No se preocupe jefe.
El hombre corta la comunicación telefónica y se limpia el sudor, no quiso decirle a su jefe que la chica se les había escapado. No obstante allí en el desierto la chica si no la encuentran morirá en pocas horas, nadie puede sobrevivir en el desierto sin comida y sin agua,
—Venga, sigamos buscándola,
—Pero Felipe, si ya es de noche apenas se ve a cinco metros.
—Pues vas más despacio, hasta que no encontremos a la chica no pararemos.
—Las luces del coche la pondrán en alarma.
—Necesito localizar ése todoterreno, mirar si vosotros veis las luces de su coche.
Editado: 27.02.2021