Me había despertado justo para la hora de la comida, había pasado un rato agradable con todos, después de eso desempaque y me dispuse a revisar la información que me enviaron de mi nuevo trabajo, estaba por demás emocionada, mañana iría al panteón para visitar a mi madre y hacerle saber que pronto cumpliría mi promesa, ayudaría a otros para que no tuvieran que perder a nadie amado.
A eso de las once vuelvo a tener sueño, apago el portátil y tras ponerme el pijama, me meto a la cama, era extraño estar en aquel lugar que no había cambiado en nada, el mismo color melón, los mismos muebles blancos y el mismo edredón de flores, suspiro al recordar la pesadilla habitual que tenía de niña, yo lo atribuía a mi tristeza, estaba segura que esta vez sería diferente, con esa idea me quedo dormida.
Abro los ojos asustada, observo el reloj y son cerca de las cuatro de la mañana, intento calmarme, ahí estaba ese sueño de nuevo, aquella sombra grande y oscura que me perseguía por las calles de Guadalajara, aunque era extraño ya que no era de esta época, más bien de la pasada, lo único diferente es que ahora no tenía diez como en antaño, me pongo de pie para ir al baño, me lavo la cara e intento dormir de nuevo, esta vez gracias al cielo no sueño nada.
Por la mañana como el desayuno y salgo de la casona, compraría girasoles, eran sus flores favoritas, una vez que los conseguí voy al panteón, no estaba lejos así que caminaría.