El domingo me había presentado un rato en el hospital de cancerología, iría medio día porque la mayoría de mis pacientes estaban estables y en caso de necesitar algo, estaría en el hospital supliendo a otro colega, además sabría cómo estaba el hombre, había tenido suerte en no fracturarse nada y que ninguno de sus órganos se viera comprometido de alguna manera.
- Doctora Urriaga ‒la enfermera Gonzáles me saca de mi investigación.
- ¿Qué pasa Martha? ‒la observo con atención, estudiaba un caso que un colega de Holanda me había enviado.
- La buscan, un señor con apellido muy extraño ‒dice apenada, frunzo el ceño hasta que caigo en cuenta que se trata de Gorka.
- Sé quién es, hazlo pasar ‒digo suave, la verdad es que el mero hecho de que estuviera aquí me ponía nerviosa, no entendía porque, no solía ser alguien tímida al momento de interactuar con otros, ni siquiera cuando me había gustado algún chico, pero el tenía una mirada que me hacía sentir cohibida. Me arreglo la bata y leo de nuevo intentando relajarme, cosa que no logré por Dios ni por nadie.
- Hola Amelia, lamento la interrupción ‒doy un respingo cuando habla, sentía mis mejillas rojas de la vergüenza.
- Esta bien, sólo leía algo, ¿te puedo ayudar en algo?, ¿está todo bien con tu salud? ‒comienzo a soltar pregunta tras pregunta.
- Estoy bien, bueno, me salió una especie de sarpullido en los brazos y ya que eres la única doctora que conozco, pensé en preguntarte ‒asiento, me pongo de pie y tomo unos guantes, era importante no tocarlo de manera directa para evitar algún virus o algo parecido.
Con cuidado alzo las mangas de su camisa, no entendía cómo no se cocía con este calor, pero quizás no lo sentía así. Alzo su brazo a la altura de mi rostro, estaba rojo y lucía pequeños y medianos bultos.
- ¿Dolor, comezón? ‒alzo la vista para verlo atento.
- Ambos, es insoportable ‒ya me lo parecía, estaba muy rojo.
- ¿Eres alérgico a algo?, ¿sol, algún medicamento, una planta, químico? ‒suelto con cuidado su brazo, voy a una pequeña gaveta donde guardan los medicamentos, creo que tenía una crema con esteroides, eso le ayudaría, aunque quizás podría ir más tarde al hospital.
- No que yo sepa, a veces al sol, creo que un tío lejano también era alérgico ‒asiente, quizás por eso usaba manga larga, tenía sentido.
- Voy a darte esta crema por lo pronto, a eso de las 3 iré al hospital Civil Viejo, ahí podría auscultarte mejor, o sea, revisarte ‒aclaro apenada, él ríe y asiente.
- Gracias Amelia ‒le entrego la pomada.
- Para eso estamos los vecinos ‒sonrío de lado bromista, asiente antes de salir, suspiro de alivio, si que me ponía nerviosa.
A eso de las 2:45 salgo rumbo al hospital, no estaba lejos así que caminaba sin ningún problema, nada más entrar encuentro a la enfermera Martínez, la que había estado esa noche del accidente.
- Doctora, que bueno verla por aquí, le tengo que contar algo muy extraño, y lo digo porque no encuentro explicación ‒dice seria, eso me hace ponerme seria‒. El hombre del accidente el cual sus estudios no mostraban nada, por la noche parecía tener un ataque al corazón y lo trajeron de vuelta, cuando llegó ya no se podía hacer nada por él, se le hicieron algunas pruebas para descartar que no se hubiese dado un mal diagnostico o que pasáramos algo por alto pero todo estaba bien, excepto sus niveles de sangre, estaban bajo y el doctor Ruiz creía que eso pudo causarlo, pero la doctora Hernández ha dicho que le harían una autopsia y quería que usted la haga ya que estuvo aquí cuando ocurrió ‒asiento, podía entender que el infarto lo causara la baja producción de plaquetas por la falta de oxígeno insuficiente para nutrir al cuerpo, pero para eso debimos haber detectado anemia por lo menos, sin embargo, lo único que mostraron los laboratorios fue un alto grado de alcohol en sangre, sin duda alguna, esto era de lo más extraño.