Vendetta

Sueño vivido

No sabía en donde más buscar, su profesor no le respondía y no lograba encontrar nada en los múltiples archivos que había descargado, ni mucho menos, de las bibliotecas virtuales e incluso, en las de las universidades de Guadalajara.

- Hola Amelia –la voz de Gorka me hace dar un respingo por la sorpresa–, lo lamento, no era mi intención asustarte, no creí que estuvieses tan concentrada –niego suave.

- No te preocupes, cuando leo me pierdo por completo –bloqueo la tableta y lo miro con atención, usaba gorra y manga larga con cuello de tortuga.

- Eso puedo verlo –ríe bajito, siento mis mejillas sonrojarse, lo invito a sentarse junto a mí, asiente y lo hace.

- Estoy preocupada por las muertes –suspira, eso la tenía trastornada.

- ¿Por los infartos? No puedes responsabilizarte por los malos hábitos, podrías hacer programas de prevención, ¿no? –sonríe un poco, no puedo evitar sonreír ante sus sugerencias.

- No es tan sencillo como parece, la muerte pudo deberse a un paro cardíaco, pero la realidad es que no tenían ni gota de sangre –sabía que no debía compartir aquello, pero Gorka le generaba tanta confianza que le era fácil hablar.

- ¿Es alguna enfermedad extraña? –pregunta curioso, ella niega.

- No sé que puede ser, no encuentro información en ningún lado, tendría que investigar antes de notificar a la Secretaria de Salud, si doy una falsa alarma estaré en muchos problemas, y ellos podrían decir que se trata de alguna extraña enfermedad, no sé –se frota el rostro, estaba comenzando a desesperarse–, le envié un correo a un ex profesor que sabe sobre enfermedades raras, pero no me ha respondido.

- No es tu responsabilidad Amelia –aprieta suave mi mano–, creo que deberías esperar a la información de tu profesor, no saques conclusiones precipitadas –asiento, tenía razón.

- Gracias Gorka –me sonríe–, tiendo a tomarme todo muy a pecho –río bajo mientras niego.

- Bueno, tengo que irme, me dio gusto verte –asiento mientras lo veo marcharse, esta noche tenía guardia así que debía volver.

- Doctora, iré a dormir un momento, todo esta en orden –Susan me habla tras dejarme un café, le asiento y tomo un poco, había encontrado algunos archivos en francés, así que con ayuda de un traductor los leía.

- Ayuda –un grito del fondo de una de las habitaciones me hace dar un salto, me pongo de pie y corro hacia el lugar, al entrar veo las máquinas pitando, comienzo a revisar, otra enfermera se acerca y tras darle algunas ordenes, ella trae todo lo que necesito y comienzo con la entubación y el RCP, sin embargo, no logro salvarla.

 - Hora de la muerte, 3:33 minutos –escucho a la enfermera, froto mi rostro y camino a una de las habitaciones vacías, esto era algo a lo que no terminaba de acostumbrarme. Cierro los ojos con fuerza y al abrirlos, noto que esta todo oscuro, frunzo el ceño extrañada, ¿se habría ido la luz? Me pongo de pie con rapidez y salgo, nada más abrir la puerta, lo que veo me deja estática, esto debía ser un sueño, sí, eso debía ser, me había quedado dormida tras aquel incidente y no me di cuenta.

Salgo con algo de curiosidad, las calles eran de piedra y las casas parecían antiguas, era hermoso de ver. Chillo cuando una lampara, que al parecer funciona con fuego; explota, me llevo la mano al pecho y maldigo para mis adentros, continuo caminando y un grito me pone en alerta, me giro y veo a un hombre agazapado sobre el cuerpo de una mujer, esta parece ir perdiendo las fuerzas de a poco, sentía miedo pero también la necesidad de acercarme a ella para poder ayudarla.

Un grito se atasca en mi garganta cuando la suelta y se gira hacia mí, sus ojos eran de un rojo intenso, de su boca escurría sangre, si no tuviese esa mirada tan amenazante, seguro me estaría riendo de lo cliché que esto se ve, en cuanto da un paso mi cuerpo decide reaccionar y comenzar a correr, ¿a dónde? No lo sé, me dedico a correr sin detenerme a pensar en nada. Podía oír pasos detrás de mí, no me atrevía a voltear por temor a caerme, la iluminación era muy pobre y al ser el suelo de piedra, era muy desigual.

A lo lejos veo lo que parece ser una posada, casi grito de alivio mientras acelero el paso, pero antes de llegar alguien se interpone en mi camino, choco y por la fuerza caigo de nalgas al suelo, chillo al sentir el golpe en mi espalda y cabeza, me sentía mareada. Intento enfocar y lo veo, siento que me alzan y aunque mi cerebro manda señales para luchar y escapar, mi cuerpo no parece reaccionar.

- Eres mía –susurra acercándose a mi cuello, niego antes de desmayarme, ¿esto era a lo que llamaban un sueño vivido?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.