La venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno.
Walter Scott.
Podía sentir sus pasos detrás de mí, pero en ningún momento mire hacia atrás. Me adentre entre la multitud, caminando despacio, con la cabeza en alto.
Habían pasado más de treinta minutos desde que el sujeto comenzó a seguirme y parece que no se detendrá. El semáforo estaba en verde así que me detuve, revise mi celular y espere pacientemente. Quien quiera que sea este tipo no podrá atacarme frente a tanta gente.
Mire al semáforo.
Cuando la señal de cruzar parpadeo yo ya estaba a mitad de la calle. El área es muy transcurrida y más a esta hora.
Debo perderle ahora o llegare tarde a mi cita.
Por suerte mía y mala suerte del sujeto a unos pasos del otro lado de la calle pude ver un callejón, oscuro y casi nadie pasaba de aquel lado. Cruce la calle y me adentre al callejón. Espere a que este entrara, así que me oculte. Sentí cuando ingreso al callejón.
—Me gustaría saber; ¿Por qué me estas siguiendo? O mejor dicho ¿Quién te envió?— dije entrando en su campo de visión.
El tipo no dijo nada. Solo trato de distinguirme en la oscuridad. Al parecer no iba a responder.
—Si no quieres decirme por las buenas tendré que matarte — dije acercándome a él. Me asegure de transmitir miedo en mis palabras.
Mis pasos eran firme y precisos. El hombre al ver que me acercaba retrocedió y llevo su mano derecho en un movimiento rápido a la parte trasera de su pantalón. En ese momento, me abalance sobre él y lo tire con fuerza al suelo. Tome su cabeza en mis manos, dispuesta a romperle el cuello.
— ¡E-espera, por favor! espera un momento — grito el hombre. Aun así no retire mis manos.
— ¿Quién te envió? Dime ¿quién fue el idiota? — mi voz se escuchaba tranquila y serena, pero la del hombre al hablar delato su pánico y miedo. Me teme eso es bueno.
—Nadie me envió — logro pronunciar. —Lo juro nadie me envió.
Solté su cuello y me puse frente a él, colocándome en cuclillas. Es un hombre cuarentón, se nota a kilómetros de distancia.
— ¿Qué tienes hay atrás? — dije mirándolo a los ojos.
El tipo levanto las manos para luego llevarla a su espalda. —No tengo ningún tipo de arma, solo son unos papeles — dijo sacando algo de su camisa.
«Un sobre»
Me paso el sobre y lo tome pero no lo abrí. Y que iba a ver si estaba oscuro y la poca visibilidad no me iba a permitir ver el contenido.
— ¿Por qué me seguías?, ¿De dónde me conoces? — lo interrogue, haciéndole preguntas mientras miraba el sobre.
—Un conocido me dijo que tu estarías hoy en ese hotel — el hombre se detuvo y me miro. — Así que espere por dos horas, como no conocía tu rostro y pensaba que eran un hombre seguí a un tipo muy sospechoso que había entrado al hotel, mientras lo seguía de casualidad vi al señor el cual me habían dicho se encontraría contigo y te vi, así que baje al lobby y espere hasta que salieras. ¿Juraba que eras un hombre? Me sorprendió ver a una chica ─ dijo soltando una sonrisa como si somos buenos amigos.
«Si, todo el mundo lo cree»
—Ok, entiendo eso — me levante. —Lo que no entiendo es ¿Qué quieres?
El hombre se levantó del suelo y se agarró la espalda. —Sí que eres fuerte.
—Como digas, ¡Responderme! la pregunta o cuando te encuentre, tu familia no te reconocerá — amenace, me estaba impacientando.
—No te diré mi nombre ─ respondió. ─Solo te diré que necesito tus servicio — revelo mientras se arreglaba el saco. —Dentro de ese sobre encontraras los datos de un tipo al que quiero que asesines — llevo la mano al bolsillo del saco. — Te pagare lo que me pidas.
—Eso es bueno, pero no me interesa tu oferta — dije aun con el sobre en la mano y avanzando a su lado.
—Pero ¿Por qué? —grito con desesperación. —Te daré todo mi dinero. ¡Solo ayúdame, por favor! Ese tipo mato, mato a mi única hija después de violarla — se detuvo. Al parecer solo fue un pequeño arrebato de ira. Está llorando. —Solo tenía quince años, era solo una niña.
Lo mire, su historia rompía corazones, pero no el mío.
—Lo siento, solo hago encargos cuando el cliente esa una cita previa — lo mire. —Existen muchos sicarios uno de ellos te ayudaran.
—Nadie quiere hacerlo, antes de escuchar sobre ti, había contratado a varios pero me devolvían el dinero, no querían hacerlo — hizo silencio. —Tú eres mi única opción.
Lo mire por última vez, con solo ver su silueta sabía que estaba sufriendo y quería venganza como todo el que me busca. Gire sobre mis pasos y seguí mi camino aun con el sobre en mis manos.
Tome mi teléfono celular en el momento que salí del callejón y me eche a correr después de mirar la hora.