En una de las calles principal de esta ciudad, se encuentra un hotel y en ese hotel encuentras un casillero de postales, en ese casillero hay una casilla en la cual puedes ponerle una sentencia de muerte a cualquier persona, claro si puedes pagar el precio.
En este casillero las persona que solicitan un servicio depositan una carta con sus datos, la cantidad de dinero a pagar y la palabra VENDETTA en letras grandes y roja.
«Muy simple»
Mi trabajo de hoy es fácil, entra y salir. Mi victima un banquero. Nunca me han interesado sus nombres, tampoco si tienen familia, solo me importa que me paguen y que mi cliente este satisfecho.
Desde que salió del trabajo lo he estado siguiendo. Después de dar un par de vueltas este se detuvo en una de las calles más famosas de la cuidad "las nueve copas" un lugar de mala muerte donde hay prostitutas, drogas y todo tipo de cosas ilícitas. Al momento de detenerse una de las chicas se subió a su auto. Yo lo seguía con discreción hasta que llegamos a un motel al lado de la carretera.
Yo permanecí en mi auto en el momento en el que este ingresaba al interior del motel. Después de unos minutos baje de mi auto y me dirijo al motel, en la recesión se encontraba un señor de unos 50 años de edad, este me miro y me pregunto cuanto tiempo estaría en la habitación.
─ Solo serán unos horas ─ respondí pagando la tarifa que este me pidió. En el momento en el que decidí alejarme vi como este anotaba en una libreta la hora y fecha con el número de la habitación. De una mirada rápida vi que el número que estaba sobre el mío era la 215. Por suerte no quedaría muy lejos de la mía.
Espere veinte minutos y salí al pasillo, me detuve cerca de una de las ventanas al lado de la habitación 218. Cualquiera que me viera creería que solo estoy fumando, pero la verdad estoy vigilando el pasillo, cuando vi que nadie se acercaría y que este no contaba con cámaras de seguridad me acerque a la habitación 215 y forcé perilla. Si todas las habitaciones son iguales un pequeño recibidor lleva hasta donde se encuentra la cama.
Las luces estaban apagadas, desde el momento en el que entre pude escuchar los gemidos. Al parecer se la estaban pasando bien o la chica sabia fingir.
No quería que ninguno me viera o hicieran algún ruido que alertara a los demás. Asome la cabeza y vi que este estaba encima de la chica y no se había dado cuenta de que no estaban solos. La luz del baño me ayudo a ver mejor. No quería durar mucho tiempo con este trabajo así que mientras ellos estaban en lo suyo, yo camine hacia ellos. La chica miraba hacia el otro lado y me coloque en una posición en la que fuera difícil decir distinguirme.
Me acerque más al tipo y lo tome del cabello, haciendo que su cuello quedara en mi campo de visión. ─ ¡Qué demonios! ─ fue lo único que llego a decir. Coloque la navaja en su cuello y le desgarre la garganta.
La chica abrió la boca para gritar en el momento en que la sangre la baño. Solté a mi victima el cual había llevado sus manos al cuello, tratando de parar la sangre.
─Ni se te ocurra gritar o te matare a ti también ─ amenace. Esta se tapó la boca y soltaba sollozos débiles. ─No tienes que tener miedo, no te haré nada a ti, pero quiero que me hagas un favor ─ la prostituta movió la cabeza indicando un sí. ─ Ok eso me gusta.
Me levante y mire el cuerpo moribundo del banquero.
─Un corte limpio ─ dije guardando la navaja en mi pantalón. ─ Veras se de tu lugar de trabajo y se como es tu cara. Cuando la policía llegue aquí, tu les dirás que no viste nada, porque las luces estaban apagadas ─ dije dudando un poco.
─Mierda! ─ exclame. ─ Esto será difícil, como decirte nunca dejo un testigo ─ la mire. ─ Tal vez esta no sea la excepción y te mate también.
─ ¡No por favor! ─exclamo ella entre sollozos. ─No diré nada lo juro, solo no me lastimes.
Suspire.
─ ¡Ok, te dejare vivir! Pero si me doy cuenta de que tu boquita dijo algo de mi ─ hice un silencio dramático. ─Conocerás lo que es un hombre muy malo ─ dije saliendo de la habitación y dirigiéndome a la mía.
«Si sé que no soy un hombre, pero todo el mundo lo piensa y yo no seré quien demuestre lo contrario» Pensé.
Me acosté en la cama, saque mi teléfono y mande un mensaje con las palabras: "La tua è la vendetta e il sangue dei tuoi nemici".
(***)
─Valeria, ¿te gustaría comer un poco de omelette? ─ dijo Giovanny desde la cocina.
─Si, dame un minuto por favor ─ dije entrando a mi habitación.
Tenía mucho sueño, había conducido más de cinco horas y en el motel donde me pare a descansar no pude pegar un ojo. Se preguntaran porque, bueno una prostituta había salido desnuda de su habitación cubierta de sangre y gritando como loca, que alguien había asesinado a su compañero. Por el ruido todos habíamos salidos y la policía llegado al lugar después de unas horas. Nadie podía irse, porque el culpable podría estar aun en el lugar. Yo me lleve lo peor parte; pues fui la última en llegar al motel, pero la prostituta dicho que el asesino era un hombre y que la amenazado con matarla si hablaba, que conocía su lugar de trabajo, entre otras cosas.