Vendetta pactada

CAPITULO 1

Soy arrojada a un calabozo como si fuera carne lista para ser desechada. Tenía herida en el costado izquierdo, que la sangre sobrepasaba las telas, trato de acomodarme, pero tenía mi brazo totalmente hinchado y se estaba volviendo de un color morado, tratar de respirar era demasiado doloroso, sentía el pecho como de cristal. Me arrastro para recargarme en una pared, ya había olvidado cuantas veces había estado en este calabozo.

Me quería quedar dormida, pero no podía ser posible. Tenía que mantenerme despierta, comienzo a toser, me limpio con mi mano dejando ver la sangre. No era una buena señal.

Una mujer entra vestida completamente de blanco, junto con los guardias para sacarme de allí, me arrastran por todo el pabellón para arrojarme a la sala de torturas. Estaba totalmente débil como para moverme, e incluso lanzar un quejido, la adrenalina había bajado por completo, ellos me levantan como un trapo viejo para ponerme en la silla.

Con unas grandes tijeras corta la parte de arriba, dejando mi cuerpo desnudo al descubierto, ni siquiera podía cubrirme del frío, había hombres en la habitación, pero eso realmente parecía importarles poco, mi pudor y dignidad de mujer quedaba debajo de sus ideales. La mujer comienza a limpiar mi herida, y siento el dolor, un guardia viene por mi espalda, para poner su brazo en mi cuello. La enfermera sin cuidado abre la herida con unas pinzas para quien sabe que, me retuerzo de dolor.

—No se deja de mover, temo lastimarla — Dice la mujer retrayendo las pinzas, siento el sudor recorrer toda mi cara. Estaba aliviada un poco, sin dejar de sentir el temor.

—Tus servicios fueron requeridos para hacer tu trabajo, el que ella no te lo deje fácil no es un impedimento. ¿Qué esperas? — Le contesta, ella asiente continuando con la abertura, mis gritos no son suficientes, pues después de un tiempo logro desmayarme.

Al abrir los ojos seguía en el calabozo, pero a diferencia de esto, el Vizconde se encuentra mirándome desde el otro lado de la celda mientras toma una taza de té, seguía desnuda, y a mi lado había ropa que me apresuro con mucho dolor a poner, mi brazo estaba vendado a mi cuerpo por lo que la manga quedaba libre, al aire.

—Duquesa de Clue ¿Cómo se encuentra? — Me dice mientras abren la celda para dejarlo pasar, unos guardias se apresuran a poner una mesa con todo para beber el té. Este me ofrece, pero niego a tomarlo, él toma la taza mientras me toma el rostro y deja caer el agua caliente sobre toda mi boca, lo que alcanzaba a tomar quemaba toda mi lengua y garganta, y lo que no caía sobre mi barbilla y cuello, sintiendo ardor.

Arroja la taza quebrándola en miles de pedazos, que me obliga a rejuntar, no sabía cómo reaccionar, cuando le doy la espalda me toma del cabello, logro cortarlo con una de las piezas de la taza, y este me suelta, mirándose como cae sangre de su brazo sonriendo.

Estrella su mano con gran rudeza en mi rostro, si no era suficiente el dolor caigo sobre mi brazo. Él me vuelve a tomar del cabello, con gran firmeza, había soportado diferentes torturas, pero nada como esto.

No era la misma tortura de siempre, iba escalando en gran escala, conforme a más edad tenía.

—Tráela — Dice él, mientras miro a mi madre atada, lucía desnutrida, pero al final estaba bien. Ella se pone de rodillas mientras los recuerdos de todos los últimos momentos topan mi cabeza, ponen una espada en su cuello mientras ella comienza a llorar —. Sofía… Tienes que decirle lo que quieren o nos mataran…

—Duquesa, deseamos 2 cosas en este momento. Díganos la ubicación de los príncipes y ceda el título del ducado a este nuevo noble — Un joven de cabello entre cano, sin duda tenían las mismas facciones, los mismos rasgos eran parientes. Toma el cabello de mi madre para despejar su cuello, mientras pone una daga —. O ella muere.

Mi madre me mira con pánico, tenía demasiado miedo, su cara se miraba en este momento, ya no creía que ella cooperara con ellos.

—Mi lealtad está con el nuevo futuro de la nación, con el emperador Ethan y el nuevo duque Sebastián — Hablo fuerte y claro, miro hacia mi madre esperando que sea degollada, pero no, al contrario, la ayudan a ponerse de pie, ella limpia su vestido y sus lágrimas, ya nos conocíamos lo suficiente, para ver a mi verdadera madre, una mujer codiciosa.

—Les dije que no va a funcionar — Habla limpiándose las lágrimas, por poco consideraba creer en ella.

—Sofía, vas a cooperar, o te juro que al final del mes serás comida para los cerdos — No me interesaba traicionar a los chicos, odiaba a Sebastián, pero tenía que encontrar una manera de informarles que estaba con vida, porque hasta el último momento lo último que ellos supieron es que yo me reía de morir, mi madre entra a la celda, mirándome como si fuera una escoria.

Toma mi mano con demasiada fuerza, trata de sacarme los anillos, uno por uno, el de la duquesa estaba tan aferrado a mi dedo que fue imposible sacarlo, no tenía fuerza para negarme, ella se desespera y todos se obligan a salir.

Estaba siendo rodeada todo el tiempo, cada cierto tiempo cambiaban de oficiales, no eran los mismos, el tiempo variaba, era una estrategia porque sabía que iba a memorizarlo, no tardo en quedarme dormida, soñaba con un hermoso jardín, Caleb estaba conmigo mirando como comenzaba a atardecer, me sentía tan calmada, pero en mi fondo sabía que era un sueño. 




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