Vendetta pactada

CAPITULO 9

Íbamos con un bebé, Sebastián iba a llorando mientras yo cargaba al bebé, no sabía cómo sentirme al respeto, me sentía triste, pero a la vez estaba confundida, porque la dejaron morir desangrando si era alguien de la familia de ellos… Eso hace que mi cabeza de demasiadas vueltas, el bebé comienza a moverse entre mi ropa como buscando algo, lo saco para verlo, este estaba demasiado rojo, había llorado demasiado por mucho tiempo, comienza a mover la boca, volteo a ver a Alexander, quien corresponde a ver mi mirada de ayuda.

—Tiene hambre… — Me dice parando el caballo, para sacar una botella de leche de la bolsa de Sebastián, quien mira a su hijo —. Sebastián tienes que alimentarlo.

—No sé cómo hacerlo, Victoria se encargaba — Responde dándome cuenta de que no estaba tan involucrado en la crianza de su hijo.

—Dénmelo — Lo pido de regreso, mientras pongo un dedo en la leche y hago que él comienza a chupar mi dedo, al llegar al marquesado, todos me esperan con una cara de terror, le dejo a una mucama al bebé, mientras subo al estudio, habíamos dejado el cuerpo de Victoria allí que se quedara solo, al encerrarme arrojo la silla cayéndome al piso para ponerme a llorar abrazando mis piernas, Sebastián entra tomando una botella de licor, mientras se sienta en el piso a mi lado.

—Henos aquí — Me dice ofreciendo el licor, me niego —. Ella no debió de morir así…

—Nadie debería de morir. Sebastián ahora tienes un hijo y una responsabilidad que cumplir, ella me pidió que te guiara para que seas emperador — Él se ríe, mientras toma más ahogándose.

—¿Cómo es que lo haré si ella mismo pide que nuestro hijo no lo fuera?… — Él me mira y me niega con la cabeza —. No lo haré, no puedo hacerlo.

—Maldita sea, no quieres que nadie más muera, pero que harás — Me levanto molesta —. Levanta tu trasero e idea un plan por tu hijo, por tu difunta esposa, hazla sentir orgullosa.

A veces necesitaban un impulso, pero que lástima que siempre tuviera que darle a él la fuerza, tocan la puerta, siendo el marqués quien entra.

—¿Qué ocurre? — Le pregunto al ver su cara.

—Su madre, está pidiendo que le den el reconocimiento de “la madre de la santa” ¿Qué hacemos? — Me siento, la cabeza me dolía.

—Creo que es momento de regresar a la capital… — Sabía que, si regresaba a la capital, tendría que dejar a atrás a todos, pues era avanzar, Sebastián me mira —. Tenemos que regresar a la capital, pues tenemos que hacer puntos para que subas al puesto de emperador.

—El príncipe Sebastián tiene una buena aceptación a pesar de que… ya saben ocasiono la muerte del duque de Clue, pero no cuenta con la aceptación de la iglesia, al contrario de usted majestad — Volteo a ver a Sebastián, nos había dado las respuestas.

—Convoca ahora mismo a una audiencia — Veo a Sebastián negando con la cabeza, las lágrimas caen, mientras le agarro la mano —. No sé si sea la única manera, pero es la más rápida, me necesitas para ser emperador, y yo te necesito para reconstruir mi legado.

—Mi esposa murió hace unas horas y tú propones que… — No acaba de terminar de decir, porque hasta pensarlo a mí me daba asco.

—Formemos una alianza, unamos nuestras fuerzas — Unas lágrimas caen, volvemos al mismo lugar de antes, unidos por el destino. No amaba a Sebastián lo suficiente como para casarme con él, no había deseo, había necesidad de influencias, mutuo beneficio, la iglesia se separó de la realeza, un matrimonio entre ambos es una manera de unificar facciones.

—Pero significa que debemos traer un heredero para que sea el siguiente en nuestro linaje ¿Qué va a pasar con Javid? — Él estaba en contra, pues obviamente pensaba en su hijo —. No puedo dejar que la historia se repita, que mi hijo pase lo mismo.

—Te juro, que yo no le haré nada a tu hijo, él siempre sabrá que yo no seré su madre, e incluso puedes mandarme lejos con el hijo que tendremos en su momento… Yo no dejare que la historia se repita, lo juro por la lealtad que le tengo al imperio — Él asiente con la cabeza, y me agacho a besar el pliego de su pantalón, unas lágrimas se aferran a mí, él sale de la sala llorando, y Alexander se queda en la puerta —. Me comprometí con Sebastián…

Él cierra la puerta, para abrazarme y consolarme, mientras la habitación se vuelve ruidosa por el llanto de su bebé, cuando me calmo, los demás entran, en el centro pongo el juego de ajedrez, nosotros somos los blancos.

—En cantidad somos más que el enemigo, pero en estrategia somos menos, entrar a la capital nos debilitará, pero también nos dará otra vista. Desde este momento debemos de ganar más territorio, venzan a los Lores y háganlos renunciar a su estatus — Ellos asienten mientras pongo piezas simulando cada uno de ellos —. Marquesa, usted hable de Sebastián y de mí con las nobles, trate de que ellos convenzan a sus esposos de nosotros.

—No es tan fácil, una viuda como yo, no es fácil de entrar a los círculos con las mujeres casadas — Volteo a ver a Alexander, quien niega con la cabeza.

—Mandaré a traer a mi esposa de la residencia de su padre, la vizcondesa puede hacer un buen trabajo a pesar de su condición — Me dice Hiro esperando que acepte, Evangeline era una mujer dulce, pero su inmovilidad la hacían una limitante, pues en caso de que ocupara salir, no sería posible.




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