Vendetta pactada

CAPITULO 17

Se amaneció y ninguno de los 2 se atrevió a decir algo más de lo que ya estaba dicho, Sebastián quería algo que no podía darle y llenar un vacío que no podía llenarle. Me gustaba mi anillo, pero se sentía raro tenerlo, la abertura entre ambos permitía que pudiera ajustar el anillo a la medida que ocupaba mi dedo, adaptarse, trataba de recordar como era mi vida antes de que todo esto iniciara, pero los eventos pasados eran solo eso, recuerdos.

—Iré a bañarme — Rompe el silencio entre ambos, asiento con la cabeza, este se acerca para darme un beso en la frente.

—Si miras a Alexander, le dices que venga — Le digo mientras él se aleja de mí, su cara estaba herida, al irse, abro los cajones para sacar el informe sobre mi madre, pero es interrumpido por Alexander, quien me sonríe con una taza de té.

Se acerca sentándose en el escritorio.

—Señora Sofía de Clue, ¿Me dirá que hizo encerrada toda la noche con el emperador? — Se burlaba de mí, subiendo los pies al escritorio.

—Señora del norte para ti, anoche acabo de casarme con Sebastián — La cara de él se ensombrece al darse cuenta de que no bromeaba —. Necesito que te conviertas en mi caballero leal y viajes conmigo al norte.

—Pero que va a pasar con los pueblos rebeldes que aún quedan — Él se encargaba de reprimir a los rebeldes, pero el irse conmigo implicaba no conseguir nadie más, y alejarse aún mucho más de su esposa e hija, lo que le pedía era demasiado egoísta, y era normal que él dudara sobre la decisión que quedaba —. Se que te prometí seguirte, pero Sofía…

—Te necesito cerca — Le pido, pero él niega con la cabeza.

—No puedo hacerlo Sofía, sé que prometí seguirte al fin del mundo, pero ahora tengo una familia… — Me dice mostrando que en verdad le duele, el no seguirme. El no estar juntos —. Sofía, nunca olvides todo lo que tuviste que pasar.

—Porque te despides — Era demasiado pronto para las despedidas. Se arrodilla ante mí besando mi mano llevándolo a la cabeza.

—Hoy en la tarde te llevaremos a que tomes el barco, la iglesia te preparo uno para que llegues al templo de dios del norte, te acompañare hasta allá.

—Entonces ¿Esto es un adiós? — Le pregunto ayudándolo a levantarlo.

—No, es uno hasta pronto su alteza real, emperatriz Sofía — Las formalidades habían vuelto entre nosotros, ahora que era la esposa del príncipe significaba que tenía tener cuidado de quien me acercaba —. ¿Sé irá con tu hermano?

—Sí, tengo que llevarlo — La puerta se abre con el marqués Edisto pidiendo permiso para entrar, la tenía en sus manos varios cambios de ropa, y algo para qué desayunará un poco antes de la reunión.

Todos estábamos sentados en un círculo bebiendo vino, mientras que yo sostenía a Javid para calmar el llanto del bebé, él también vendría al norte con nosotros.

—No olviden que debemos ganarnos los pueblos — Dice Sebastián, convencido de la diplomacia como arte de la solución.

—Y si no se someten, tienes permiso para recurrir a la fuerza — Sebastián se rinde al tratar de disuadirme —. Marqués de Edisto, usted se queda a cargo de la misión, lidere con astucia y responsabilidad.

Todos pensaban que iba a darle la oportunidad a Alexander, pero en comparación el marqués Edisto tenía más experiencia y menos que demostrar, me pongo la capucha mientras veo como mi hermano batalla un poco, estaba en una etapa en donde quería hacerlo todo por su cuenta.

Sebastián se acerca para ponérselo, mientras con un trapo lo amarro en mi pecho con demasiada fuerza, pero no para aplastarlo. Meciéndolo, antes de irme por completo, me acerco a la tumba de Hiro, para despedirme de él.

“Te traeré la gloria” Me subo al caballo despidiéndome, del pueblo, estaba anocheciendo y si todo salía bien llegaríamos al atardecer de los próximos días, el ambiente entre Alexander y mío estaba demasiado tenso, ninguno de los 2 dirigía alguna palabra. Supongo que él estaba molesto porque no lo nombre el jefe de misiones, y yo estaba un poco lastimada porque no me quiso seguir.

Algo se escucha entre los arbustos.

—¿Lo escuchaste? — Me pregunta tomando su espada con fuerza.

—Espero que sean solo conejos — Le digo bromeando, pero él me mira molesto, había olvidado su temor a estos animales, baja del caballo mientras un hombre se levanta del arbusto, habíamos recorrido lo aproximado a 8 horas y ya estábamos teniendo problemas.

—Sofía — Me habla Sebastián, mientras doy un brinco del caballo. Me acerco y le doy al bebé quien comenzaba a llorar.

—Nos vemos en un rato, vete y no mires atrás — Los sentencio, mientras mi hermano comienza a llorar —. ¡Que te vayas!

Él comienza a galopar con fuerza tomando la delantera, pateo a uno de los caballeros con fuerza para derribarlo, pero esta tenía su pierna reforzada, así que con el espada corto su cara, para clavarla con fuerza.

—Marqués, regrese al marquesado con la marquesa — Le pido a Edisto quien galopa de regreso. Alzo la vista para ver como el pueblo cercano que acabamos de conquistar había fuego, corremos para ver qué hombres rebeldes trataban de llevarse a las mujeres mientras que mataban a todos los hombres posibles a su paso, tratábamos de detenerlos, pero nos superaban en número.




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