Ni siquiera nos deja en el muelle por la cuestión de su seguridad, nos deja a un lado en una ciudad que se llamaba “arenosa” era una de las ciudades más ricas en animales marítimos y en la caza furtiva de animales como lo eran los conejos. Respirar el aire caliente se sentía bien, era llegar a lo que se suponía que era nuestra casa, el ambiente era más caliente que fresco, cálido por así decirlo. Sebastián mira al capitán con orgullo, mientras yo me había conformado a tratarlo con desprecio, y lo mínimo que podía hacer era despedirme de Erick.
Este levantaba la red donde rescataban los peces, me muestra respeto dejando de hacer lo que estaba para prestarme atención, este sonríe mostrándome todos sus dientes, algunos ya no los tenía, pero seguía teniendo una sonrisa bastante alegre, que combinaba con su cabello oscuros.
—Espero que la próxima vez que me encuentre con usted sea capitán.
—Como me puede decir eso, señorita — Se miraba avergonzado, buscaba la mirada de sus compañeros que aprobaban lo que yo acabo de decir.
Me acerco un poco hacia donde estaba él.
—Por ahora mi palabra puede ser tomada como una blasfemia, pero cuando sea emperatriz; Mi palabra será ley — Eso último lo digo mirando al capitán quien tragaba su saliva un poco asustada, pálido, más bien era la palabra correcta, debíamos de caminar de donde estábamos hacia el camino más cercano y de allí rezar lo suficiente para ver un carruaje blanco de la iglesia. Era zona peligrosa y más con niños quienes no se paraban de mover.
Asher tenía la pierna adormecida, por lo que Sebastián la cargaba en su espalda, pero yo tenía a Javid, quien me miraba con sus grandes ojos, últimamente tenía mucho a hablar, más bien a decir cosas sin sentido, como balbuceos. Los corsarios me habían dado un mapa, estábamos en arenosa, por lo que teníamos que ir al norte, quedaba a 3 días, 2 si nos apurábamos.
Estaba tan cansada, a pesar de haber dormido un buen tiempo, mi estómago gruñía por el hambre que sentía, trato de agarrar algo de pan, pero Sebastián me detiene.
—Es para Asher, no hay mucho pan y nos debe de durar 3 días — Me dice haciendo que lo guarde.
—Sebastián, hace rato, tú también comiste — Le reprocho.
—Hubieras comido conmigo — Respiro hondo, molesta, era su forma de como tener el control después de lo que había dicho, claramente estaba molesto, y lo estaba desquitando, los niños ya estaban hartos, por lo que hacemos una parada obligatoria —. A este paso llegaremos en 4 días.
—Pero llegaremos así que cálmate — Le digo cambiando el pañal de Javid, su orina era un poco marrón debido a que estaba deshidratado, no sabía que tenía que hacer, a este paso él iba a enfermarse mucho más de lo que ya estaba, este comienza a balbucear e involuntariamente de su boca sale la palabra “Mamá” …
Volteo para ver a Sebastián, mi cara de felicidad se desvanece al ver la de él, quien no sabía como ocultar el coraje que rebelaba su rostro. Este se acerca para ver a su hijo, quien balbuceaba repetidas veces “ma” sin parar por ningún momento. Era un gran avance, pero para él, se miraba que no lo era.
—Tú le enseñaste — Me afirma mientras lo tomo en sus brazos.
—¡Es normal que los bebés comiencen a hablar! — Le reprocho —. Deja de hacerte ideas en tu cabeza maldita sea Sebastián.
—Pues deja de tratar de ser su madre — Estábamos comenzando a discutir por algo tan estúpido, pero a la vez daba a relucir que el presionarse a estar conmigo era parte de un plan de tenerme controlada para poder hacerse del reino.
—Soy su madre, al ser tu esposa — Le respondo y es cuando explota.
—Te lo dije antes y te lo digo, ahora no lo eres y jamás lo serás — Sonrío y es cuando él se da cuenta de sus palabras.
—El hecho de hacerme tu esposa, es la forma en la que aseguraste el trono ¿No es así? Es por eso por lo que pediste ayuda de los corsarios — El cambia de colores, tomo al bebé de regreso para calmarlo, Asher seguía dormido en una esquina sin hacer nada de ruido sin siquiera enterarse de la pelea que se está desatando —. Pero te diré algo Sebastián, si yo caigo te llevare conmigo y a la iglesia de paso, no me subestimes.
—Suenas igual a la emperatriz — Su voz estaba llena de coraje, estaba realmente molesto conmigo.
—Tal vez lo que estaba mal no era el pensamiento, sino la técnica con la que lo hizo.
Este empuña su espada a su costado.
—¿La usarás contra mí?
Me acomodo al bebé, y es cuando menos espero que él se viene contra mí, realmente tenía la fuerza que recordaba, hacía bastante que no luchábamos el uno contra el otro, eso hace que mi hermano se despierte, él se asusta, aprovecho esto para cortar la tela de su camisa en el área de su estómago. Él me mira incrédulo de que estuve a punto de desagarrar su estómago.
—Asher sostén a Javid y cierran los ojos — Le indico, el asiente, mientras se voltea para no ver como luchábamos. No era el ejemplo que le quería dar, pero era el modo en el que Sebastián y yo sabíamos solucionar los problemas. Sebastián se había vuelto un poco torpe, intentaba ser el buen diplomático sin darse cuenta de que iban a ver más personas que iban a intentar asesinarlo en la primera oportunidad, rasguño su pierna y justamente cuando se pone de rodillas para detener su sangrando, le apunto al cuello —. No te permito que vuelvas a usar tu maldita espada contra mí.
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Editado: 13.08.2023