Vendetta pactada

CAPITULO 30

ADVERTENCIA

El siguiente capítulo contiene escenas de alto contenido sexual, +18 si eres menor de edad, te pido que por favor pases directamente al siguiente capítulo para obtener un resumen de este. No me hago responsable de lo que pueda causar este capítulo tan jocoso.

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Él me había subido hasta mi habitación sin posibilidad de irme, este seguía besándome sin dejarme hablar, pues cuando quería tomar la discusión, este pone su mano en mis piernas para comenzar a jalar el liguero, haciendo que comience a volver a mí, trato de detenerlo, pero él tomó mi cara de una manera que jamás lo había hecho.

—Déjame — Le pido, pero él me agarra aún más fuerte jalando mi pierna para acercarme a él.

—¿Irás tras el Conde? — Me pregunta, arrojando los lentes aun lado, este termina de quitar por completo la liga.

—¿Qué estás diciendo Sebastián? — Este me levanta para hacer que me siente en sus piernas, mientras me sostiene con demasiada fuerza de una mano.

—Crees que no note como se acercaron, e incluso tú lo llamas por su nombre — No lo había notado, pero el solo pensar en él hace que me sostenga la cara —. ¿Cómo pudiste engañarme de esa manera?

—Si tú lo haces con los corsarios, está bien. Pero si yo lo hago para obtener información y así poderte subir al trono, te estoy engañando — Le reclamo, pero el solamente calla mi voz besándome, siento su mano caliente recorrer mi espalda dándome apoyo.

—¿Qué es lo que sabes? — Este comienza a besar mi cuello, sentía muchas estimulaciones que jamás había sentido recorrer mi cuerpo, se sentía caliente, mientras sin darme cuenta comenzaba a jadear.

—No puedo… — Mi cabeza estaba demasiado caliente.

—¿No puedes qué? ¿Acaso no confías en mí? ¿No confías en mí para enfrentar a tu “Richard”, para juntos detener y defendernos de cualquier amenaza? — Me cuestiono dejando escapar su frustración.

—Sebastián… — Estaba siendo débil al calor de su piel —. Déjame ir…

—No te dejaré ir hasta que me digas que paso… — Me dice acercándose otra vez a mi cuello para darme una mordida justamente donde se tensaba mi hombro, provocando un salto y un escalofrío —. Cuéntame.

Esto ya comenzaba a dejar de ser romántico y un tanto erótico, comenzaba a dolerme, me lastimaba, trato de liberarme, pero él me tenía sujeto demasiado fuerte. Sentía como pasaba su mano en círculos sobre la mancha.

—Sofía — El estrés de la situación, la falta de aire, todo se combinó, y sin querer golpeó con la cabeza a Sebastián, siendo alejada por él, recuperando mi sentido al mismo tiempo que las lágrimas caen, este se agarra la cara, dejando caer el hilo de sangre. Trataba de disculparme, pero las lágrimas se atoran en mi garganta —. ¿Qué pasa? Pensé que te estaba gustando,

—No soy hija de mi padre — Sebastián pasa de una posición relajada a una completamente en defensa. Estaba en el piso, llorando cuando él me pasó la sábana para tapar mi cuerpo, mientras solo esperaba que yo hablase más —. El subirá al trono, ya está todo arreglado, a final del mes tomará el control que tanto hemos peleado.

—Eso significa que perdimos…

—Lo que mantiene unido al Barón Beniel con su majestad, el Conde Douglas, es que mató a la hermana de este último porque están atados — Digo tratando de por primera vez ser totalmente transparente con él —. El me dijo que había escuchado al Conde decir que tenía la sospecha de que yo era su hija.

Este se agacha a mi altura, mientras yo estoy hecha un mar de lágrimas.

—¿Cómo están tan seguros? — Me pregunto levantándome la cara.

—Yo tengo la mancha de él. Se que mi padre no fue un santo, que incluso hizo cosas que se ponen en duda, pero también sé que él no merecía que sus 2 únicos hijos no fueran de él, no hay nadie para seguir su maldito legado. ¿Quién soy yo para seguir su legado?

Mi mayor dolor era que mi padre era fiel a su legado, a sus creencias, a sus vivencias, pero ahora solo resultaba ser que no había nadie de su sangre para continuar lo que él construyó. Sebastián toma mi mano para traerme a la realidad, pone su mano en su pecho desnudo.

—Ya no eres de Clue, ahora eres Sofía Anahí del norte, mi esposa. La mujer con la que pasaré el resto de mis días, con la que despertaré, con la que hablaré y discutiré, porque así somos tú y yo, personas que discuten más que hablar — Este trata de darme calma mientras que la mano en su pecho me hace imitar su respiración —. Todo este tiempo he estado tratando de esconder mis sentimientos, por miedo a las represalias de nosotros mismos, soy preso de tus acciones e indiferencias, pero se que no eres mía.

Me dice tomando tan solo un segundo la faceta del Sebastián que me había enamorado, es como si siempre hubiera esperado que él volviera a mí, aunque no me pertenecía, sus sueños, sus caricias, sus recuerdos, sus besos, yo tendría el título de su señora, pero ella siempre será quien debió de tener mi lugar, siempre robaría el lugar de Victoria.

El me besa, despejando cada duda de mí, cada sensación de mí, me pone en sus piernas, regresando toda la emoción de antes.




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