Vendetta pactada

CAPITULO 32

No podíamos volver al ducado, así que decidimos ir a los barrios bajos, nos escondimos a pesar de saber que posiblemente nos iban a encontrar nos escabullimos en los pasadizos llenándonos de desperdicios de caballo y de humanos. Manchándonos las botas y me mareaba los olores hasta podía sentirlos en la boca.

Miro un burdel, con unas letras peculiares, las mismas que usaba Lady Daisy, jalo a Sebastián sin darse cuenta, había cuerpos desnudos por todos lados, las mujeres se paseaban sin pudor mientras subo con él escuchando lo que ahora entendía que eran gemidos de placer, los hombres que salían de los cuartos y se daban cuenta de la presencia de Sebastián entraban nuevamente

Entro al cuarto que se veía en mejor estado para encontrarme con Lady Daisy atendiendo a un cliente. Pues ella le estaba quitando sus monedas.

—Hija — Me saluda, sonriendo.

—Mamá, necesitamos hablar — Le sigo el juego, y ella esboza una sonrisa, despidiendo a su cliente, quien me barría con la mirada. Una vez fuera me dejo caer en la silla, estaba tan cansada y sedienta.

—¿Qué te pasó?

—Muchas cosas. Por favor dime que es lo que hemos logrado.

—Demasiado. He tenido más clientes que nunca. Y ya no hombres en su mayoría, si no también mujeres que quieren estar a mi servicio — La vuelvo a ver y es ella quien me entrega una lista con nombres escritos en garabatos —. Ellos son nombres que están pidiendo ser convocados para luchar con usted. Vienen algunos nobles que le dieron una gran suma a mis niñas por su silencio.

—Pero de nada sirve, si ellos ya la tienen ganada — Me dice Sebastián sintiéndose adolorido y con justa razón.

—Van a derrocar a la iglesia, a finales de este mes van a subir al trono al Conde Sutton. Este mismo me confesó todo — Ella nos miró fijamente —. Lady Daisy… ¿Nos puede dar algo de comer?

—Claro, siéntense en su casa — Ella sale un poco desconcertada, mientras saco las cartas de la maleta, pero en lugar de ponerlas, se me caen. Sebastián nota mi frustración sosteniendo ambas manos.

—¿Por qué lo dejaste vivir? — Me pregunta mientras escucho su respiración acelerada.

—Puede que sea mi padre, por eso lo deje vivir, pero la próxima vez acabaré con él. Te lo juro — Este me aleja tomando mis manos.

—¿Y si huimos? — Me pregunta con una cara seria —. Perdimos a nuestros padres, a nuestros esposos, a nuestros amigos. ¿No crees que ya perdimos suficiente? La guerra dejó de tener sentido cuando en lugar de luchar con nuestros amigos luchamos para mantenerlos vivos, luchamos para sobrevivir y obtener el poder. ¿Cuántos necesitamos perder por el bien común?

—Sebastián, si huimos, ¿qué pasará con lo que creímos? Me iré contigo si me puedes jurar que vivirás sin arrepentimientos, si puedes jurar que si nos vamos nuestras cabezas y las de los hijos que tengamos no serán perseguidos para matarlos.

—No puedes estar segura de que ellos vendrán por ellos.

—Si, si estoy segura porque nosotros haríamos lo mismo — Eso crea un silencio entre nosotros —. Es subir al trono o morir por el trono.

—Odio que seas tan cruda para decir las cosas.

—Yo odio que te des por vencido tan rápido — Este recoge las cartas, mientras Lady Daisy nos esconde en el sótano, parecía una pequeña casa, pues había muebles, me siento en la mesa para comer un poco de sopa, mientras este leía las cartas que mi padre había escrito.

—Sofía tienes que ver esto — Me pasa una de las cartas para leer el contenido.

Querido Leonard…

Se que me advertiste que tuviera cuidado con el chico del establo, pero creo que la emperatriz Selene me ha descubierto. Antes de que me regañes, sé que he sido bastante descuidada, pero estaba usando uno de los pasadizos secretos para dirigirme a mi cuarto cuando esta me interceptó, al principio parecía amable e incluso halago mi vestido, pero después lanzó un comentario ¡Muy fuera de lugar!

Me dijo “Ni, aunque te eches todo el perfume, dejas de oler a establo” Obviamente, perdí la cordura, y comenzamos a discutir, todo el palacio se dio cuenta de esto, como si dar a luz la hiciera la suprema emperatriz cuando en realidad es una simple concubina.

Infórmame cualquier cosa que sepas, estoy planeando huir con Joseph a la provincia de Asteria, te informo para que no te preocupes por mí. Te quiero, Michelle.

 

            Volteo para ver a Sebastián quien me pasa otra carta sin terminar de procesar completamente todo lo que estaba diciendo.

 

                        Leonard.

No entiendo para qué necesitas los pasajes secretos del castillo, pero aquí están.  Las cosas en el castillo se pusieron pesadas, todos están vueltos locos, se dice que el emperador iba a dar a luz a una niña, pero esta falleció por un veneno, estoy asustada, fui a buscar a Joseph, pero él no está por ninguna parte, las criadas no responden acerca de su paradero ni mucho menos, me auxilian. Si sabes algo por favor dime, estoy asustada. Te extraño, Michelle.

 

De esta caen unos pliegos de unos mapas, dejando ver todo el castillo y por donde se conectaba. Ahora mi mente recordaba que la emperatriz Céline me saco por uno cuando estaba buscando a mi padre, Sebastián me pasa una botella de alcohol con la última carta. Sus ojos están llenos de lágrimas. Le doy un gran trago a la botella de alcohol.




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