Vendetta pactada

CAPITULO 35

Alexander y yo intentábamos concentrarnos en nuestro plan sin hacer demasiadas cosas que puedan comprometer nuestra seguridad, tenía muchas preguntas acerca de su relación con Raquel, este solamente miraba hacía enfrente galopaba, pero sin tener en cuenta, me logro a nivelar para tomarlo de la pierna, esté apenas reacciona a mí dándome su mano.

—¿Aún sigue en pie lo de ser tu caballero personal? — Me pregunta con un tono de voz calmado.

—No permitiré que seas mi caballero con el único fin de huir de tu esposa — Le respondo y solo sonríe.

—No sé quién es ella. Ella es simplemente el amor de mi vida, pensé que era mutuo, te juro que lo pensé, pero cuando descubrí que ella se casó conmigo porque era su boleto de salida… Nuestra hija fue porque ella creyó que era nuestro deber, no porque quería tenerla conmigo… ¿Acaso fue mi culpa él hacerle creer eso? — Se miraba realmente afligido por la idea, su cabeza estaba llena de estas cosas y no podía hacer nada para evitarlo.

—Ella dijo que estaba enamorada de ti.

—¿Por deseo o porque no le quedó de otra? — Me pregunta como si tuviera la respuesta de sus preguntas —. Ella se enamoró después de ver todo lo que le podía ofrecer, eso no lo hace mejor, lo hace peor porque a ella nunca le importó lo suficiente como para protegerme como yo la protegí de la guerra.

Eso me había dejado muda, me traía recuerdos de como Sebastián prefirió lastimarme para poder mantener su conciencia tranquila.

—Tal vez este sea nuestro castigo divino — Este me mira con una sonrisa dolida, como buscando algún significado a lo que dije —. Siento que este es nuestro karma, tener el éxito social a cambio de nuestra vida amorosa, no podemos tenerlo todo y Dios que es justo, sabe por qué nos castiga con el corazón.

—Las malas personas reciben cosas malas supongo — Dice Alexander limpiando su cara de una lágrima —. Entonces ¿Cuándo empiezo a ser tu caballero?

—Una vez que suba al trono, te mudaras con tu familia a una casa cerca para que por lo menos seas un padre presente, si no quieres divorciarte — Él niega con la cabeza, mientras me señala, la puerta de servicio, entramos a escondidas. Robando un cambio de ropa para poder pasar desapercibidos en caso de ser descubiertos, por el cuarto de servicio había una madera suelta que llevaba hacia los calabozos.

Alexander prende una vela de gas para poder regular la intensidad, levantó las telas del vestido para evitar mancharlos, unos gritos como si estuvieran torturando a alguien nos alertan.

“HABLA CLARO” Se escucha como el aire se rompe para golpear una piel, seguido de un grito.

“Hablo… Hablo ante ustedes… No como conde… como su… puta madre” Se escucha como arrastran algo mientras este comienza a pedir piedad, mirando luz a través de las grietas pues a lado había una gran ventana que permitía ver entre los pasadizos eso significaba que ya los conocían, mis sospechas eran correctas al Conde Sutton le ponían un tubo de metal en la boca, sus extremidades estaban atadas mientras estaba con la parte de arriba expuesta con muchas cicatrices, este se agitaba, pero hombres lo sostenían.

Toman agua que se veía que estaba caliente, para verterla en su boca. Alexander tiene que taparme la boca porque sería capaz de lanzar un grito. Sacan el tubo y con ello este cae inconsciente.

—Jamás serás un buen emperador — Le decían mientras este trataba de recuperarse. Le vierten un cubo de agua helada logrando despertarlo —. Otra vez.

Fácil todo duró una hora, si no eran latigazos era quemarlo con agua caliente, ahora entendía que no era el hecho de querer adquirir el trono, era el miedo a morir torturado que lo hacía DEBER tomar el trono. El término desecho, apenas resistía cuando lo dejaron completamente solo en ese cuarto, sin pensarlo mucho y a pesar de la renuencia de Alexander entro para asegurarme de su estado, estaba medio consiente.

—Richard, tenemos que irnos — Le digo desamarrando las manos —. Necesito que me ayudes.

—Il mio corpo fa male, fa troppo male — Comienza a delirar, volteo a Alexander quien se acerca a él.

—So che fa male, siamo venuti a salvarti, ma abbiamo bisogno che tu ci aiuti, alzati, sei troppo pesante per noi 2 — Le contesta él, haciendo que este se recupere un poco, mirandonos —. Así que hablas italiano…

—Sofía… Tienes que irte — Me dice el conde una vez que le suelto la mano —. Ambos se tienen que ir.

—No te dejaré en este estado — Él me detiene la mano mirándome con demasiado dolor, el solo moverse le dolía.

—No recuerdo haberte pedido que me salvaras — No buscaba eso.

Se escuchan pasos haciendo que Alexander y yo nos retiremos.

—Estaré en la biblioteca — No estábamos lo suficiente lejos cuando escuchamos de nuevo su grito donde pedía perdón por soltarse, por mi lo habían castigado.

Subimos hasta la biblioteca que se encontraba en restauración, estaba demasiado consternada por lo que acaba de ver, solo caminaba en círculos.

Alexander me tomó del brazo.

—¿Por qué no me dijiste que hablabas italiano? — Le pregunto estresada y este me mira.

—Porque no era necesario. Necesitas calmarte — Me dice Alexander escuchando ruidos provenir desde el exterior, este día no podía estar más lleno de emociones.




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