Llegamos a lo que parece ser un callejón, Sebastián estaba en la entrada. El vestía de negro con su cabello hacia atrás, se había recortado el cabello y rasurado haciendo que se mire aún más joven, al mirarme este se queda embelesado por un segundo.
—Tarde más de lo esperado — Le digo, pero él me toma la mano, esta temblaba. Al igual que la mía —. Se que ganaremos, siento que lo haremos.
El alza su cara para ver si por un segundo me atrevía a mentirle.
—Sebastián, estoy más segura que el poder será nuestro, y no tendremos que escondernos nunca más, pero no podemos si no entramos y los convencemos de que se unan a nosotros.
—¿Estás segura?
—Nunca he estado más segura de lo que quiero. Quiero subir al trono contigo.
El besa mis manos, mirando que usaba el anillo de compromiso y el de matrimonios juntos. Si quería tener una buena alianza tenía que empezar a verlo con los ojos de amor que lo mire desde un inicio, aunque el Sebastián del que me enamore ya no estuviera.
—Hay que entrar — Sebastián abre la puerta del bar donde todos estaban discutiendo.
—¡Hey Norman! Llegas tarde — Le dice uno de los hombres, yo estaba a sus espaldas, mirando como todos de allí estaban tomando, pasando el rato, eran demasiadas personas.
—Es temprano, pues sus “majestades” no han llegado — Sebastián por primera vez veo como se digna a ignorarlos.
El padre de Raquel se acerca hacia nosotros dando una pequeña reverencia, haciendo que todos se den cuenta de los secretos que hemos estado guardando. Sebastián sube hacia la tarima para después ayudarme a subir.
—Primero que nada, dejen me presento ante todos ustedes — Habla Sebastián dejando la faceta de miedo detrás, pues muy en el fondo estaba Ethan dándole su apoyo de hermano orgulloso —. Soy el segundo hijo de nuestro emperador, Sebastián Alessandro. Se que algunos están sorprendidos porque me hice pasar por Norman, un campesino del sur, esposo de la hija de Lady Daisy.
El me mira riendo.
—Lo único que es verdad en eso, es que la señora de aquí a lado sí es mi esposa. Ella es la hija del Duque de Clue, la que ustedes apodaron como la duquesa de hierro y la iglesia la cubrió bajo sus alas como la santa.
Me acerco para dejar de estar atrás de él, para estar a un lado y poder hacer lo que los plebeyos jamás habían recibido de un noble, una reverencia.
—Yo… — La palabra de Sebastián se van por los nervios. Al ver que uno de allí se levanta.
—Se que tienen muchas dudas, y responderemos cada una de ellas. Pero primero escúchennos — Les pido tomando la mano de mi esposo —. Se que no tengo cara para pedirles esto, después de todo yo jamás me involucre con ustedes. En eso les falle como su emperatriz, estaba tan sumida en mis deberes como Santa que olvide que sin usted no hay reino, sin ustedes nosotros solo somos títeres que sirven para pelear. Por eso lo siento.
Los presentes se sorprenden al ver que me disculpo, entonces hago algo que jamás me había atrevido a hacer, levanto mi vestido un poco, para ponerme de rodillas, y poderme disculpar. Era extremista, pero era la prueba de que hasta la nobleza podía besar los pies de los plebeyos para pedir perdón, para subir el ego, tendría que bajar el mío.
—Sofía… — Sebastián me levanta mirando como había sorprendido a varios.
Los plebeyos que estaban por irse se regresan sentándose.
—Creo que nos adelantamos un poco — Se ríe uno de los plebeyos.
—Antes que nada, quiero expresar mis más sinceras disculpas por los errores del pasado, por las decisiones que pueden haber afectado a algunos de ustedes y por cualquier acción que haya minado la confianza en la monarquía. Como líder, asumo la responsabilidad de estas acciones, y estoy aquí para aprender — Habla Sebastián aclarándose la voz —. Se que muchos de ustedes han experimentado dificultades y desafíos, los he escuchado y aprendido de ustedes que sus voces claman por un cambio. Es hora de que pongamos un fin a esta división, nobles, traidores, rebeldes y como se quieran llamar, es hora de que nos unamos en uno solo, ya no tener estas facciones que nos dividen y ser solo un pueblo que busca lo mejor para uno propio.
Sebastián me mira esperando que yo también hable,
—Nuestro objetivo es liderar con transparencia y responsabilidad. Asegurar que todas las decisiones que tomemos sean en beneficio de cada ciudadano, porque si buscamos para en general no lograremos nada. Puedo jurar que ya no permitiremos que nos conozcan por retratos, si no podrán contarnos sus quejas de primera mano, ya no estarán solos — Estos cuando hablaban parecían ponerme la misma atención que Sebastián, algo nuevo. El saber que no me miraban solamente como una máquina pone bebés para la monarquía —. Lo que no hice antes lo haré ahora, estaré presente en sus comunidades y trabajare incasablemente para que mis palabras sean acciones.
Ellos comenzaban a sonreír mirándose a sus alrededores.
—La corona no es solo un símbolo de poder, sino también un compromiso con el servicio y el bienestar de nuestro pueblo. Como monarca, me esforzaré por encarnar estos valores y representar la unidad y la esperanza que tanto necesitamos.
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Editado: 13.08.2023