Corrí tanto que me ardían los pulmones no me había detenido ni un segundo desde que salí de la propiedad, llevaba alrededor de una hora en esta. Las piernas dolían, todo el cuerpo en realidad, pero no podía esperar más tiempo en esa casa, apresuré el paso hasta que escuché ruidos de motor a lo lejos que se acercaban a gran velocidad, me tensé, por lo que me oculté en medio de un matorral arañandose el rostro y manos que era lo único que llevaba al descubierto.
Traté de controlar mi respiración cuando se acercó la cuatrimotos y parqueo cerca de donde estaba.
—Esa perra no está aquí, comunicate con los demás a ver si la encontraron, debería hacer como con las demás, y matarla. — espetó uno de ellos. El otro acató la orden. Después de unos mínimos hablando por el móvil responde —Nada. No hay rastro — bufa, siguen adelante. Opté por quedarme oculta debido a que se escuchaban ruidos en la cercanía, estaba asustada porque si ese hombre me encontraba de seguro acabaría conmigo como lo deseaban sus hombres.
Lo odiaba tanto, por lo que me había hecho. Me permití llorar en silencio debido a la frustración que estaba sintiendo, las horas se hicieron eternas mientras veía la luz asomarse al amanecer.
Traté de incorporarme pero sentía los músculos adormecidos, sentia el cuerpo tan dolorido que hice una mueca al incorporarme, estaba muerta de hambre, pero debía seguir.
Me adentré más al espeso bosque, prefería morir allí que volver a esa casa, después de todo, sabía que cuando colocara las manos sobre mi, iba a preferir estar muerta. Iba a acabar contigo.
—Te tengo — contuve el aliento, cuando sus manos se posaron sobre mi. Su voz se me hizo vagamente familiar, alcé la mirada para contarme con Theo Black, con una sonrisa en su rostro. — Hiciste mi trabajo fácil. Llevala al auto. — traté de alejarme de ellos, pero me dio una mirada de advertencia, que me hizo recordar cuando apretó el gatillo sobre el hombre de rodillas. Unos de sus hombres vino a mi y me llevó varios metros hasta encontrar un todo terreno donde me subió, había un cadáver en el piso de este. Solté un jadeo.
Las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas. No iba a suplicar por mi vida, ya lo había hecho suficiente, si iba a morir que así sea.
No lograba entender cómo había llegado hasta aquí sin que lo notara. Miré el cuerpo tendido en el piso y era un anciano, no lo recordaba de nada, pero tenía un aspecto muy parecido a los Black.
—Te presentó a mi tío, Blue — alcé la mirada para ver a Theo que hablaba, tenía una sonrisa retorcida en el rostro. Este hombre mató a su tío, el hombre al mando — Que lástima que tú esposo no estaba en casa, quería enterrarlos juntos. — Tragué saliva. También lamenté que no estuviera. Entonces fue cuando reparé en su vestimenta, estaba vestido de negro, de piez a cabeza, su rostro estaba salpicado con sangre, y sus manos llenas de este liquido. Había estado tan abrumada que no me fijé en eso cuando me tocó, ahora veía las marcas en mi ropa.
Recibió un pañuelo de uno de sus hombres para limpiarse la cara y manos.
—Por favor, déjame ir. — mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
Negó con la cabeza — Él volverá por ti. — Rei, entre llanto, él no iba a volver por mí.
—No es cierto. Mírame — negué con la cabeza mientras las lágrimas seguían cayendo. Imposible no darse cuenta de mi aspecto, debía haber perdido por lo menos cinco kilos.
—Todo listo, señor. No queda nadie en casa. — mi ojos se abrieron al ver la persona que había abierto la puerta del auto, el mismo que estaba en esa casa conmigo. Carl — señora — asintió en mi dirección. Se situó a mi lado. Volvió a mirar al hombre al mando. — La casa está ardiendo.
—Excelente. — me miró—, volvamos a casa, tengo hambre. — no dijo nada sobre mi aspecto, pero lo ví mirando mi cuerpo, aunque se lograba ver poco, debido a la ropa que tenía.
Dicho esto el auto se puso en movimiento, mientras tanto yo lloraba en silencio. Que estaba pensando en mi vida.
—Tenemos un infiltrado, Carl. Por algo tenía los inhibidores de señal, y esa frecuencia tan segura. No es propio de él — Esté asintió. Después le ordenó averiguar quién sabía sobre esta emboscada y hacerlos hablar.
Escuchaba como Carl le explicaba cómo habían sido mi estancia en esa casa, Theo me miró un momento con el ceño fruncido. Le explicó que mi padre me había vendido a ese hombre.
—O sea que no nos sirve para nada porque no vendrá por ella — este asintió.
—¿Por qué no me matas de una vez y evitas llevar más peso? —mascullé. Solo me sonrió de una manera que no pude descifrar.
Después de varias horas en silencio el auto se detuvo, en un pequeño aeropuerto.
Theo salió del vehículo seguido de Carl, yo no me moví de mi sitio, el miedo corría por mi ser, qué sería de mi. A dónde íbamos, y dónde estábamos.
Carl regresó por mi, me llevó al jet que no esperaba, no ví a Theo por ninguna parte, después salió de la parte trasera, bañado y cambiado.
—Atras hay un baño, puedes ducharte. También hay ropa limpia. — negué con la cabeza.
—Estoy bien — alzó una ceja. —¿Que pasará conmigo? — sollocé.
—Ves a bañarte, no quiero verte así — Espeto. Apretó la mandíbula, se le veia contenido.
#494 en Novela contemporánea
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Editado: 17.11.2024