Emma esta concentrada leyendo su libro, estaba en la cafetería esperando que llegara su hora para ir a trabajar.
—Se ve interesante el libro —ella levanta la mirada, Jonathan Morrison estaba allí, llevaba un abrigo beige, una bufanda roja, con un gorro a juego, en sus manos un vaso de café —¿Te molesta si me siento?
—No —Emma sentía las mejillas rojas, pero sus ojos brillaban de la emoción al ver a Jonathan Morrison.
—Ya he leído ese libro es uno de mis favoritos —ella mira el libro y luego a Jonathan, a su ex pareja ni el periódico le gustaba leer, pero le sorprendía encontrar a un hombre con sus mismos gustos.
Ella sonríe un poco timida, lleva un mechón corto y rubio detrás de su oreja.
—¿Cómo se llama el libro? —pregunta riéndose, esperando que él saliera con otra respuesta para librarse.
—El día que dejó de nevar en Alaska —responde mientras da un sorbo a su café, ella tenía abierto el libro, se dijo que debía saberlo de memoria para saber que libro era por el capítulo que tenia abierto —Me gusta, romance y superación personal.
Ella asiente, sus mejillas estaban rojas, era increíble que había conocido a un hombre no solo guapo, si no que era de su gusto, era como si cuando fue concebido fue de acuerdo a sus gustos, ella sonríe ampliamente, mostrando sus dientes blancos y un poco torcidos, pero que la hacían ver adorable.
—Jonathan ¿estas de paso por Winter’s Reach? —él se queda en silencio por un momento, sus ojos café miran a detalle a Emma, ella siente como si la estuviera acariciando.
—Depende —responde de manera misteriosa.
—¿De qué depende? —pregunta ella riendo, pero en el fondo con una sensación de vacío, sentía que en los pocos minutos que había hablado con él habían conectado de una manera en que ella jamas lo había hecho con otra persona, pero él podía tener una relación con alguien más.
—Nada importante —responde evasivo, ella suelta el aire se sentía como un globo desinflado, quería preguntar sobre su vida privada, pero seria ser descortés, mal educada, en fin, en algún momento, preguntaría en la Clínica casualmente, para su vergüenza se sentía mortalmente atraída por Jonathan —Hoy estaré de turno —deja caer, ella abre un poco más sus enormes ojos.
—Estabas de turno hoy —él sonríe ampliamente.
—La verdad no tengo a nadie que me espere en casa, soy soltero, ya te imaginaras lo que es llegar a una casa vacía, donde nadie te espera, ni siquiera un gato.
Ella muerde su labio inferior, él describe exactamente como ella se siente al llegar a casa, a un lugar vacío.
—Se lo que es —mira su reloj de pulsera —Ya debemos irnos.
Él sonríe.
—Llegó en una hora, iré a dar una vuelta por el apartamento, a propósito, guardame cena de la cafetería de la clínica.
—Está bien —Emma se pone de pie, él recorre su delgado cuerpo, cubierto por un abrigo rosa, con una bufanda azul, llevaba un gorro a juego con el abrigo, su cabello rubio suelto, le llegaba arriba de los hombros, sus enormes ojos azules lo miraban con admiración.
Emma sale de la cafetería con una enorme sonrisa en su rostro, algo que no pasó desaparecido por el joven que siempre la atendía, se dijo que algo bueno debió pasarse, siempre llegaba con una expresión severa en su rostro.
Ella sube a su auto, sus ojos se detienen en el enorme ventanal, por un momento contempló a Jonathan, él estaba bebiendo su café, se veía en paz, así como ella se sentía en ese momento.