Esa noche Emma llegó feliz, entró a la oficina de Jonathan, él no había llegado a la clínica, ella se sentó para revisar las carpetas.
Carolina se acerca donde estaba Emma.
—¿Estás bien? —la joven asiente —Me alegra, estos meses te he visto distraída.
—Estoy bien —responde con una enorme sonrisa, la mirada de la mujer recorre el rostro de Emma.
—Puedo quedarme a hacer turno contigo, pediré a Lorena que me cubra mañana por unas horas.
—No te preocupes —firma los documentos que está recibiendo —El Doctor Jonathan Morrison, me acompaña en las rondas, sobre todo en las visitas de don Egdar.
Carolina iba a hablar, pero su móvil suena.
—Voy para allá —dijo preocupada, se quita el móvil y mira a Emma —Lo siento Emma, uno de mis hijos se ha caído y se a fracturado un brazo, necesito hablar contigo acerca ...—frunce el ceño al escuchar al otro lado de la línea —Hablamos mañana —se despide de Emma.
En la primera ronda, ella lo hizo sola, no había llegado Jonathan, se sentía segura en ese momento, cualquier cosa ella gritaba y los enfermeros del piso de abajo subirían a socorrerla.
Al entrar a la habitación de Edgar, el hombre no se había dormido.
Sus ojos oscuros se posan en Emma.
—He dicho que no me beberé ese veneno—señala las pastillas —Me hacen torpe y lento.
—Señor Edgar, no se preocupe, lo único que hacen es ayudarle a no ver más los monstruos.
El hombre mira las tabletas en el recipiente.
—¡Son veneno!—de un manotazo se las bota, el hombre llenó de ira se pone de pie, sujeta por el cuello a Emma, ella trata de soltarse, pero él no se lo permite.
Cae al suelo, él esta empeñado en ahorcarla, de repente el hombre cae a un lado, Jonathan está allí.
—¿Está bien? —pregunta, ella no deja de toser, para su sorpresa, Edgar con mucha fuerza se abalanza sobre Jonathan, lo ha tomado desprevenido, lo está ahorcando, Emma grita al ver al hombre que se está poniendo morado, ella está histérica, busca a mover a Edgar, pero el hombre tiene mucha fuerza, cuando ella siente que todo está perdido, él hombre se gira y la toma del cuello, ella siente que está muriendo, antes de cerrar los ojos, puede ver a los enfermeros que han entrado corriendo a la habitación.
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—Emma —la mujer abre los ojos, todo es blanco, ella mira a Carolina que está sentada junto a ella
—¿Dónde está Carolina? —tiene miedo, él ya no respiraba cuando Edgar la atacó a ella.
—Emma —Carolina tiene el ceño fruncido —El Señor Edgar esta bien, hemos cambiado el tratamiento, lamentó por lo que has pasado.
—Preguntó por Jonathan Morrison ¿Dónde está?
La mujer se queda en silencio por un momento, luego suspira.
—Emma, él no está —la joven niega con la cabeza, las lágrimas salen sin control.
—¡Lo mató! —llora como niña desconsolada.
Carolina lleva su mano a su cabello, la acaricia.
—Emma, escúchame...Jonathan Morrison no existe.