Era imposible de creer que con una sola semana trabajando para Jack ya tuviera tanta información, incluso ya tenía el momento perfecto para atacar. En un mes se celebraría el cincuenta aniversario de su "querido jefe" y ahí aprovecharía para acabar con su vida y eso le seguía pareciendo imposible , y no es que se creyera ineficiente, eso jamás, solo que era un poco extraño que con todo el personal de seguridad que esa escoria tenía para sí, aún no la hubiese descubierto.
Charlotte negó con la cabeza mientras ordenaba los archivos de su jefe y trataba de apartar las estúpidas ideas de su cabeza; por otro lado Jack tenía el dilema moral y mental de si sería correcto invitarla a salir, pues nunca había visto correcto mezclar las relaciones laborales y sentimentales.
- Charlotte - la llamó.
La pelinegra se giró y le dio una mirada que lo hizo pensar dos veces si de verdad debería invitarla a salir.
- ¿Te tomarías un café conmigo?
Sintió ganas de darse un manotazo en la cara por no ser más creativo y así lo hizo, Charlotte frunció el ceño y volvió a la tarea de ordenar archivos.
- Lo siento señor pero no me gusta el café- dijo sin siquiera mirarlo.
Jack no supo que decir, desde un princio supo que esa pequeña fieresilla no querría salir con él y nunca le había importado ser rechazado por las mujeres pero había algo en esos ojos grises que estaba cambiando cada uno de sus pensamientos y no sabía a ciencia cierta si lo estaba haciendo para bien.
- No me trates de señor, soy apenas mayor que tú y te vi con una taza de café esta mañana así no puedes decirme que no te gusta y tampoco trates de decir que no lo tomas por las tardes porque estos días atrás te he visto tomarlo , así que la invitación sigue en pie.
- Aún así tengo mucho trabajo.
Jack frunció el ceño al ver las pocas carpetas que habían esparcidas pero no dijo nada, Charlotte se percató de eso y busco una forma de no ser tan hostil. Ciertamente no quería involucrarse de forma personal con su jefe pero si quería mantener su empleo y llevar a cabo su plan, no podía ser grosera todo el tiempo.
- Será para otro día - agregó y siguió con su labor.
Seis horas más tarde se encontraba muerta de sueño y recogiendo sus cosas para marcharse, su pequeña mentira se había convertido en realidad y el trabajo tanto para ella como para su jefe se había multiplicado como por arte de magia y habían tenido que quedarse a resolver varios pendientes hasta entradas horas de la noche.
Eran casi las diez de la noche y llovía torrencialmente, la suerte de Charlotte no era la mejor pues no había un solo taxi en la zona lo que indicaba que tendría que caminar dos cuadras hasta la estación de buses y tomar uno que la dejase cerca de su edificio.
No llevaba ni quince minutos caminando cuando un auto se detuvo a su lado, el vidrio de la ventanilla se bajó y dejó ver a un Jack mojado y despeinado.
- Sube- dijo abriendo la puerta de copiloto.
Charlotte lo pensó dos veces y subió al auto, en otra ocasión no lo hubiese aceptado, su orgullo no aceptaba aceptar propuestas de chicos a los que había rechazado pero esta sería la única excepción.
- No pesarías irte caminando.
- No, me dirigía a la parada de buses- se limitó a contestar y a mirar por la ventana.
Jack la miró un instante y luego centró la vista en la carretera, pero no así su mente, había algo en esa chica que le gustaba y creía que más allá de ese súper carácter y esas respuestas cortantes , se escondía una chica buena y dulce.
- Pareces más joven de lo que en realidad eres.
El aire pareció volverse más pesado durante los segundos en los que Charlotte pensó que su corazón dejaría de funcionarle, quizás ese comentario no tuviese nada de malicioso pero para Charlotte tuvo mucho significado, era claro que con sus diecinueve años no tenía los rasgos de la mujer de veinticinco que aparentaba ser, cosa que trataba de ocultar con todo el maquillaje que le fuese posible.
- Usted también luce más joven - se le ocurrió decir y se mordió la lengua porque eso definitivamente había sonado como un cumplido.
- Gracias - dijo mirandola detenidamente aprovechando que pasaban por un semáforo en rojo, Charlotte evitó mirarlo y agradeció al cielo cuando el semáforo le indicó que podían continuar. El resto del camino fue incomodo para Charlotte, que deseaba lanzarse por la ventanilla sin importar la lluvia.
- Llegamos - informó Jack.
- Gracias, que tenga una buena noche.
Charlotte no esperó respuesta alguna y corrió hacia el interior de su departamento dando gracias a Dios porque su pequeña tortura había terminado, incluso le pareció extraño que su jefe supiese su lugar de residencia sin que ella se lo hubiese dicho. No obstante ese detalle no le preocupaba tanto como el hecho de que su jefe parecía haber desarrollado cierto interés en ella en tan solo una semana y eso podría llegar a ser un problema.
- No volveré a viajar con él - se dijo así misma mientras se bañaba y con esa idea se quedo toda la noche hasta que consiguió dormirse.
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