La noche era fría. Mi padre, otra vez, tuvo que trabajar horas extras para poder traer algo de comida a casa. Me encontraba sentada en el suelo, junto a la puerta, esperándolo.
—Aliza… —una voz quebrada emergió de la oscuridad.
—¿Papá? —me puse de pie, alerta—. ¿Papá, eres tú?
Me adelanté unos pasos, tratando de distinguir de dónde provenía esa voz. Entonces lo vi.
—Aliza… cariño… —cayó al suelo con un golpe seco.
—¡Papá! —corrí hacia él y lo recosté en mis piernas. Estaba sangrando—. ¿Quién te hizo esto? ¡¿Quién fue?! ¿Por qué?
Las lágrimas comenzaron a correr sin permiso por mis mejillas.
—Hija… toma —sacó un pequeño bulto de su bolsillo—. Este es el dinero de la semana. Úsalo bien… ya no podré… cuidarte.
Tosió con fuerza. La sangre le manchó los labios.
—No digas eso, papá, por favor —sollozaba sin poder detenerme.
—Escúchame… han traicionado al rey. Vendrán días difíciles… Desde hoy… ya no eres parte de la familia Withen… Sobrevive, hija.
—¡No! ¡No me dejes! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a comer? ¡No puedo seguir sin ti!
—Aliza… —me apretó con fuerza las manos—. Sobrevive. Te amo… mi pequeña guerrera.
—¿Papá?... ¡Papá, por favor, respóndeme! —lo abracé con desesperación y grité. Grité con rabia, con impotencia.
¿Por qué él? Era fiel al rey. Nunca lo traicionaría. Era un buen hombre. Un gran padre. Un trabajador incansable. ¿Qué voy a hacer sin ti, padre?
“Sobrevive.” Esa palabra resonaba en mi mente, como un eco.
¿Por qué ya no puedo ser Aliza Withen? ¿Qué fue lo que pasó?
Me la iban a pagar. Sea quien sea que hizo esto… me iba a vengar.
Arrastré su cuerpo hasta el amanecer.
—Padre… nunca olvidaré lo que me enseñaste. No dejaré que sepan mi verdadero nombre. Pero me vengaré. Por ti. Por mí. Porque tú eras lo único que tenía. ¿Qué sentido tiene vivir si tú ya no estás?
Limpié mi rostro con la manga de mi abrigo.
Construí una pequeña balsa con ramas y hojas. Lo recosté con cuidado sobre ella y, mientras la corriente se lo llevaba, recé a los dioses en busca de respuestas.
El resto del día me quedé sentada frente a ese río, pensando. Analizando. Tratando de no actuar impulsivamente. Buscando cómo sobrevivir, tal como él me pidió.
Abrí la bolsita con el dinero. Había una hoja doblada dentro.
"Hija, huye. El rey fue asesinado por su propio hermano, y este juró matar a todo aquel que no le jure lealtad. Mi lealtad está con el Antiguo Rey. Lo sabes, mi guerrera. Te amo. Sobrevive."