Venganza

Capítulo 14: Sombras en la seda

Pov: Cristina

La estrategia estaba en marcha.

Comencé con detalles sutiles. Pequeños cambios. El peinado más suelto, los labios un poco más rojos, las mangas de encaje que dejaban ver lo suficiente para despertar curiosidad. Caminaba con pasos medidos, pero sabía que me observaban. Más aún, sabía que Henry me observaba.

La mañana siguiente a mi decisión, me aseguré de pasar por los corredores más transitados. Saludé con una sonrisa a cada soldado, incliné la cabeza con gracia ante las doncellas, y hablé más suave. La Cristina torpe seguía allí, pero bajo una nueva capa de... dulzura estudiada.

Henry tardó poco en notarlo. Me llamó para una caminata por los jardines, algo que no solía hacer durante las mañanas. El sol caía en líneas suaves sobre las baldosas del patio interno cuando apareció, impecable como siempre.

—Estás diferente hoy —dijo, apenas me vio.

—¿Diferente bien o diferente sospechosa? —respondí con una sonrisa ligera.

—Diría... provocativamente encantadora.

Su tono fue más bajo de lo usual. Más lento. Y ahí supe que había dado en el blanco.

Durante la caminata, lo dejé hablar. Le hice preguntas sobre su infancia, sobre sus gustos, sobre cosas que podían parecer banales, pero que me mostraban los caminos seguros. Cada palabra suya era un hilo más en la red que estaba tejiendo. Y cada una de mis sonrisas era una trampa.

Pero Henry no era idiota. Jugaba también.

Cuando me ofreció su brazo, lo tomé. Cuando dijo que las rosas blancas le recordaban a algo que ya no tenía, no pregunté qué. Solo lo miré, como si entendiera. Como si ya compartiéramos una historia.

Y en el fondo, parte de mí comenzó a creerse ese vínculo. Y esa era la parte más peligrosa de todas.

—¿Tenés miedo de mí? —me preguntó, de repente.

—¿De vos? No.

—De lo que podés llegar a sentir por mí, entonces.

No respondí. Porque ahí estaba el peligro: en que, aunque supiera que todo era una actuación, parte de mí... empezaba a dudar de qué era real y qué no.

Pov: William

La vi desde el balcón del ala sur. Sonreía con la cabeza ladeada, el vestido empolvado y un paso lento. Acompañaba a Henry como si siempre hubiese pertenecido a su brazo.

Cristina estaba cambiando.

Y yo no sabía si era porque el castillo la estaba consumiendo… o si finalmente estaba mostrándose tal como era.

El coraje de esa mujer era desconcertante. Parecía frágil, pero se metía en el nido del lobo como si estuviera bailando entre sedas. Sedas que, si se rasgaban, podían ahogarla.

Ella pensaba que Henry era su única llave, pero estaba equivocada.

Yo también tenía mis propias piezas en el tablero.

Y si Cristina quería seducir a mi hermano… iba a descubrir lo que eso costaba.

Porque, aunque no lo admitiera en voz alta, me estaba enojando.

No porque fuera su favorita. No porque estuviera a su lado.

Sino porque, por primera vez, yo quería ser el que estuviera en su mente.

Y ella… ni siquiera me miraba ya.



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En el texto hay: romance, vengannza

Editado: 01.07.2025

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