Venganza

Capítulo 18 :Entre puertas prohibidas y susurros ardientes

Pov: Cristina

La luz del amanecer entraba con timidez por las ventanas de mi habitación, pero yo ya no podía distinguir si era día o noche. Desde que Henry y William comenzaron esta absurda guerra silenciosa por mi atención, mis noches se habían vuelto un torbellino de caricias, roces y susurros que me dejaban temblando.

La madrugada anterior no había sido distinta.

Henry fue el primero en entrar, cerrando la puerta tras de sí con ese andar tranquilo pero cargado de intención. Me miró como si ya supiera todo lo que quería hacerme. Como si supiera que yo no podría negarme.

Se acercó, lento. Me había puesto un camisón liviano, sólo por provocarlo.

—No deberías tentar al lobo si no estás lista para ser devorada —susurró al oído.

Me besó el cuello, bajando por mi clavícula mientras sus manos abrían el nudo de la tela con una habilidad que helaba la sangre.

Pero justo cuando me recostó sobre las sábanas, la puerta volvió a abrirse.

William.

—Espero no estar interrumpiendo —dijo, aunque no parecía importarle en lo más mínimo.

Henry se irguió.

—Siempre sabes cuándo aparecer, hermano.

William se acercó a la cama sin pedir permiso, y sus ojos no se apartaban de los míos. No me habló. Sólo se inclinó y besó mis labios mientras Henry observaba.

Mi corazón martillaba. No por miedo. Por deseo.

Nunca había sido tocada de ese modo. Nunca dos hombres me habían deseado así. Nunca me había sentido tan viva.

La noche terminó con los tres desnudos en la misma cama. No hubo sexo completo, pero sí caricias compartidas, labios hambrientos, y un fuego que nos envolvió hasta quedarnos dormidos.

...

Los días siguientes no fueron menos intensos.

Peleas silenciosas en los pasillos. Celos disimulados entre gestos formales. William aparecía cuando Henry creía tenerme a solas, y Henry se interponía cuando William intentaba llevarme a algún rincón.

Pero yo había elegido usar esto a mi favor.

Si tenía su protección, podía moverme con más libertad. Podía explorar.

Esa noche, tras asegurarme de que ambos estaban distraídos, salí del ala real. Caminé descalza por los pasillos secundarios hasta llegar a una de las alas olvidadas del castillo. Las puertas estaban cerradas, pero una de las llaves que me había dado Henry por "seguridad" funcionó.

Entré.

Archivos antiguos. Tapices cubiertos de polvo. Retratos del rey anterior... mi verdadero objetivo.

Buscaba rastros. Fechas. Registros. Algo que me dijera por qué había muerto.

Y lo encontré.

Una carta arrugada, escondida tras un libro falso. Era una amenaza. Firmada por alguien que no era ni Henry ni William. Sino su padre.

Me temblaban las manos.

—Sabía que planeabas algo mas.

Me di vuelta bruscamente. William estaba ahí, recostado contra la puerta. Me había seguido.

Pero no dijo nada más. Se limitó a cerrar la puerta con seguro y acercarse, lento.

—No te delataré —dijo al fin, mientras me rozaba el rostro con la yema de los dedos—. Pero si querés jugar con fuego... no te quejes cuando te queme.

Y me besó. Un beso cargado de advertencias, deseo y algo que no supe interpretar.

Volví a mi cuarto esa noche con la carta escondida entre mis ropas.

Sabía que el tiempo se agotaba.

Y que debía seguir jugando con los dos...

Hasta que uno de ellos... o los dos, me dieran lo que quería, era muy arriesgado fisgonear entre los cuartos del castillo.



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En el texto hay: romance, vengannza

Editado: 01.07.2025

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