—Pero que bien te sienta la libertad, Soph —me dice Matt mientras estamos de regreso a la residencia. Pongo los ojos en blanco y le sonrío. Él no me ha dicho ninguna sola palabra desde que me dejó en la residencia hoy en la mañana después de una pequeña reprimenda sobre mi actuar. Pero, aquí está, hablándome otra vez como si nada.
Y sé a qué se refiere con eso de la libertad. Hoy me vestí como cuando estaba en Nueva York. Ya no más andar por el campus como si estuviera con pijama, solo durante parciales y finales o cuando sea necesario pasar desapercibida, pero después voy a actuar como si todavía siguiera recibiendo el nombre de hija de parte de Shane Lawrence. Mi padre no ha hecho público nada, pero lo que sí es público es la foto de Will y yo saliendo de su residencia.
La foto ha circulado por medio mundo y ahora todos voltean cuando camino por su lado. Les sorprende el nivel de rebeldía al que he llegado al besarme con William. Si antes era así, ahora es mucho peor. Yo odiaba esto, desde que me descubrieron con mis amigos en Nueva York, odiaba la atención, odiaba que me volteaban a ver, pero ya no. No tengo nada que esconder, puedo irme de fiesta sin el temor de terminar desheredada y eso solo hace que aumenten mis ganas de hacerlo. Así que camino como si estuviera en una pasarela cada vez que alguien voltea a mirarme y, después de mucho tiempo, me siento tranquila con eso.
—Ya no tengo nada de qué esconderme, Matty.
—Técnicamente, nunca tuviste de qué esconderte. Pero, supongo que ahora es diferente.
—Como no tienes idea —el sonido de mi celular me interrumpe. No reconozco el número, pero igual contesto porque creo que tengo una leve sospecha acerca de quién me está llamando—. ¿Hola?
—Hola Sophie —me responde Will con la voz ronca. El tono de su voz hace que un cortocircuito recorra todo mi cuerpo y me deje con ganas de tenerlo cerca.
—Deja de llamarme así.
Escucho como se ríe—. Eso no pasará, Sophie.
—¿Qué quieres?
—Ven a verme esta noche.
—¿Así que tengo que hacer lo que tú digas?
—Bueno, siempre puedes no venir, pero las ganas que te cargas desde que te dejé en la mañana seguirán intactas —me quedo sorprendida al verme descubierta. Desde que Will se fue de la residencia y durante todas mis clases, el único lugar donde he querido estar es en la cama de Will. Sí quiero ir hoy, pero al mismo tiempo no quiero que me tome por alguien que va a ir corriendo cada vez que llama, no le voy a dar ese poder sobre mí.
—Creo que no pasará.
Suspira—. Sophie, ni tú ni yo queremos una relación. No suelo ser posesivo con mis parejas y mucho menos con las que no lo son. Así que, si es eso lo que te preocupa, pues…
—No, no es eso, es solo que…
—¿Te arrepientes de nuestro pequeño acuerdo?
—¿Por qué estás tan desesperado?
—Porque me vuelves completamente loco —Me quedo de piedra al escuchar a William—. ¿Tan sorprendida te quedaste qué te tuviste que detener?
—¿Me estás espiando?
—Te espero en el siguiente pasaje, Sophie —y me cuelga.
Trago saliva y miro a todos lados en busca del carro de Will o de alguna señal que me diga desde donde me está observando. Estoy agarrando señal interna para seguir caminando, pero no puedo. Matt se da cuenta de eso y se acerca a mí.
—¿Estás bien? ¿Era tu padre?
—No, era Will.
Se ríe con sarcasmo—. ¿Cuándo verás de nuevo a tu pretendiente?
—¿Desde cuándo tan interesado?
—Desde que no tienes donde vivir —pongo los ojos en blanco y empiezo a caminar junto con Matt esperando llegar al siguiente pasaje.
—De hecho, lo veré en un par de minutos.
—¿Qué?
Me detengo cuando llego a la altura del siguiente pasaje y juraría que puedo ver una silueta ahí: una silueta alta y esbelta apoyada en la pared—. Te veo en la residencia, Matty —le doy un beso en la mejilla y camino hacia el pasaje oscuro.
Cuando estoy dentro, doy solo dos pasos y Will me agarra por la cintura y me acerca a él quedando cara a cara con nuestras bocas tan solo separadas por centímetros—. Pensé que no ibas a venir.
—Pensé que no me ibas a seguir.
Se ríe—. En mi defensa, solo estaba saliendo de clases y me acordé de que por aquí queda tu residencia.
—¿Has estado esperando escondido en un oscuro pasaje hasta que camine hacia aquí? Creo que es algo no muy digno de un heredero de la familia Carpenter.
—Muy graciosa. Te vi en el campus caminando como si fueras una maldita diosa entre simples mortales que se dicen conocer toda la historia con solo ver una simple imagen.
—Te gustan mucho las metáforas, William —él se encoge de hombros y sonríe—. ¿El demonio se sintió atraído hacia la diosa?
—¿Demonio? ¿Ese es tu grandioso apodo? Sophie sigue siendo mejor. Además, hay un pequeño inconveniente con tu analogía, Sophie —se acerca a mis labios—. Tú no eres una diosa.